Donde dos o tres están reunidos

Le Grand Banket* | Françoise Schein | Place Sainte-Catherine – Bruselas

Hay una soledad que es inherente al ser humano. Las personas no podemos expresar ni comunicar a los demás de manera total las emociones o experiencias que vivimos dentro de nosotros. Por eso, se puede decir que, de alguna manera, todos estamos solos.

Esta soledad se acentúa en algunas situaciones particulares de la vida. Nadie nos puede acompañar en la crisis interior profunda, en la enfermedad o ante la proximidad de la muerte. Son momentos en que hemos de actuar cada uno sin que nadie pueda hacerlo por nosotros. «Cuando la vida se hace seria, cada uno de nosotros está solo».

Pero, junto a esa soledad «normal», hay otro tipo de soledad «enfermiza» que está creciendo en nuestros días. Según las estadísticas, alrededor del veinte por cien de la población se siente sola o poco acompañada en Occidente. La soledad ya no es prerrogativa de los ancianos o de algunas personas marginadas. Sorprende que también esos jóvenes pertenecientes a las llamadas generaciones «espontáneas» y «promiscuas» tengan dificultades para comunicarse.

En la sociedad moderna proliferan los círculos, las organizaciones culturales y recreativas, las agencias matrimoniales o los servicios para establecer contactos, pero hay algo que se va cerrando inexorablemente en el corazón de las personas impidiendo su comunicación. El desarraigo religioso, la disolución de la familia, la pérdida de un entorno sencillo y humano hacen crecer el número de «corazones solitarios» que diría A. Machado. 

Cada vez son más las personas que caminan por la vida con una avidez afectiva insaciable, buscando el contacto físico con unos y con otros, siempre en busca de alguien que las escuche o acaricie. Y cada vez hay más hombres y mujeres «bloqueados» interiormente, incapaces de amarse y de amar, rodeados de familiares y amigos, pero desesperadamente solos en su interior.

Esta sociedad que crea soledad, aislamiento e incomunicación, está pidiendo hoy comunidades cristianas donde los cre¬yentes se sientan acogidos y acompañados. Comunidades donde las personas puedan compartir amistosamente su fe, sentirse unidas en una misma esperanza y ayudarse mutuamente a vivir.

Esta puede ser una de las aportaciones más decisivas de la Iglesia a tantos hombres y mujeres que necesitan urgentemente de una comunidad para reavivar su fe y vivir de manera más humana. Esta puede ser también una buena forma de hacer presente a Cristo en la sociedad moderna. Recordemos su prome¬sa: «Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»

En este espacio creado en su nombre vamos caminando, no sin debilidades y pecado, hacia la verdad del evangelio, descubriendo juntos el núcleo esencial de nuestra fe y recuperando nuestra identidad cristiana en medio de una Iglesia a veces tan debilitada por la rutina y tan paralizada por los miedos.

La renovación de la Iglesia comienza siempre en el corazón de dos o tres creyentes que se reúnen en el nombre de Jesús donde nadie se siente aislado y solo.


  * Grand BanKet es un proyecto participativo iniciado por la artista Françoise Schein, que se define como “artista de los derechos humanos”. Ella desea suscitar el encuentro y el compartir alrededor de la creación artística contemporánea.
Grand BanKet ha reunido más de 120 participantes de diversas generaciones y orígenes que se han vuelto creadores de una obra compuesta por diez mesas en cerámica con motivo del 10º aniversario de CENTRALE for contemporary art (Bruselas).

 

5 comentarios en “Donde dos o tres están reunidos

  1. Mane dijo:

    Jesús no piensa en celebraciones masivas como las de la plaza de San Pedro en Roma. No es necesaria la presencia de la jerarquía,no es necesario que seamos muchos. Lo importante es que estemos reunidos no dispersos ni enfrentados. Escuchar su llamada y que sea El el centro de nuestro pequeño grupo.
    No podemos reunirnos por inercia o,por cumplir obligaciones religiosas. Nuestra esperanza es Jesucristo el único capaz de reunir a hombres y mujeres de hoy,de engendrar una fe nueva. Así podremos sentirnos acogidos y acompañados y,ayudarnos mutuamente a vivir para no estar en soledad. Dos o tres en su nombre..
    Homilía que revela con absoluta claridad la sociedad que tenemos. Gracias por ella.

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