Todo irá bien, y todo irá bien y todas las cosas estarán bien

Parque del Monasterio

Los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas como las águilas, corren y no se fatigan, caminan y no se cansan (Is. 40, 31)

Con frecuencia nos sentimos como poseídos por una fatiga que es producto de pensamientos vanos, de sentimientos de ansiedad o preocupación, de ira y resentimiento, expresados abiertamente o retenidos dentro. Estos estados mentales y anímicos nos absorben más energía que cualquier otra cosa. Nuestra experiencia confirma que la mayor parte de nuestros miedos y aprensiones son imaginarios: cosas que creíamos iban a resultar dificilísimas luego se revelan muy sencillas; y, por contra, se nos presentan obstáculos en los que nunca hubiéra­mos pensado.

Las cosas raramente ocurren como las prevemos. ¿Qué pensamos de esos días en que todo sale bien o todo sale mal, hagamos lo que hagamos? ¿Se ha puesto todo de acuerdo para funcionar al unísono? ¿O cuando piensas una cosa y sucede? ¿O cuando te sientes inspirado, y un caudal de información que brota de ti, de alguna parte que no ves ni conoces, se vierte hacia fuera, provocando algo armónico y ordenado, sin que al parecer haya dependido exactamente de ti?

Estos fenómenos nos despojan de protagonismo, del control sobre la propia existencia, haciéndonos tocar el misterio de la vida y de la muerte al contemplar cómo se organiza y fluye de una determinada forma. Vale más recibir las cosas tal como van viniendo una tras otra, que montar todo tipo de escenarios ‘en previsión de’ para protegernos de lo que pudiera venir; escenarios que suelen resultar inadecuados. Miremos por donde lo miremos, la conclusión es que Dios conoce mejor que nosotros lo que nos conviene. Es la sabiduría de la gente sencilla.

Dios lo impregna, sostiene y sustenta todo. Dios es Amor y tiene, para todos, planes de consuelo y no de aflicción, pero sólo lo experimentaremos cuando salgamos de nuestra perspectiva y nos introduzcamos en la Suya. Todo en la vida está en Sus Manos Creadoras para que exista, fluya, se mantenga, evolucione y se perpetúe; a su manera y no a la nuestra. Cuando nos adentramos en Sus Caminos y nos dejamos conducir por el Espíritu de la Vida, fluimos; si nos quedarnos al margen, vivimos agobiados y sufrimos. El Tao enseña que las personas mejores son como el agua, benefician a todas las cosas sin competir con ellas. Se sitúan en los lugares bajos, se hacen uno con la naturaleza, uno con el Tao.

Tenemos necesidad de destensarnos, de relajarnos, de no tomarnos tan en serio, de dejar de creernos el ombligo del mundo, de renunciar a ser dioses para nosotros mismos. Nos apremia dejarnos amar por el Padre Bueno que en el aprieto da anchura, que hace llover sobre justos y pecadores, que perdona hasta setenta veces siete. Una vez que sabemos quiénes somos –preciosos a sus ojos porque Él nos ama– nos ponemos en paz con el mundo. Cuando admitimos ante nosotros mismos quienes somos, ¿qué crítica puede humillarnos, perjudicarnos o rebajarnos? Confiamos, entonces, en las palabras de Jesús: Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.

Jesús Resucitado ha derramado sobre toda la creación su Energía de Vida Nueva que todo lo llena. No elimina la oscuridad ni destruye lo negativo, lo asume y lo unifica todo recapitulándolo en una visión unificada de la realidad. Jesús Resucitado tendrá por siempre las señales del Crucificado, y Jesús Crucificado será ya por los siglos el Resucitado. Necesitamos saborear que cada instante, sea cual sea su contenido, está lleno de la presencia de Dios y supone la posibilidad de la comunión con Dios.

Hay que aceptar todas las contradicciones: tú querrías fundirlas en un gran todo y simplificarlas de una manera u otra en tu espíritu, porque entonces la vida sería más sencilla para ti. Pero la vida está precisamente hecha de contradicciones, y hay que aceptarlas como elemento de esta vida, sin poner el acento en una cosa en detrimento de otra. La única unidad positiva es la que integra todos los contrarios y todas las fuerzas irracionales, so pena de empeñarse en ponerle a la vida un corsé que la lastima. La vida es bella y llena de sentido en su absurdo, por poco que uno sepa hacer en ella un lugar para todo y llevarla toda entera en sí mismo en su unidad; entonces la vida, de una manera o de otra, forma un conjunto perfecto. Cuando se rechazan o se quieren eliminar ciertos elementos, cuando uno sigue su antojo y su capricho para admitir determinado aspecto de la vida y rechazar otro, entonces la vida se vuelve, en efecto, absurda: cuando el conjunto se pierde, todo se vuelve arbitrario (Etty Hillesum)

Aprenderemos humildad y mansedumbre cuando en el horizonte de nuestra vida divisemos, como origen y meta, como lo único definitivo, la infinita Anchura de Dios que nunca ha dejado ni dejará de acompañarnos a lo largo de toda la vida. Todo irá bien, y todo irá bien y todas las cosas estarán bien (Juliana de Norwich)

6 comentarios en “Todo irá bien, y todo irá bien y todas las cosas estarán bien

  1. Bea dijo:

    Gracias por conjugar a Juliana, al Tao, a Hillesun y hacerles coincidir con el Evangeli de Jesús. Es un honor poder leer esta reflexión real,verdadera humana….Y hacernos olvidar nuestra inclinación hacia nuestro más puro ombligo. Muchas gracias de corazón.

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