Las tres parábolas de la misericordia, que son propias de Lucas (cap. 15), y que la liturgia nos propone para nuestra reflexión de este domingo, son la mejor metáfora del amor de Dios por sus criaturas. Son parábolas para nuestros días, para que las gentes puedan comprender cómo es el amor de Dios con respecto a sus hijos. Las tres parábolas forman una unidad en las que la angustia por recuperar lo perdido pone en movimiento todos los resortes de un pastor, de una ama de casa y de un padre anciano, hasta que se recupera lo que estaba perdido, y se termina con la fiesta de la vida, porque lo que estaba perdido fue encontrado, y lo que estaba muerto volvió a la vida.
EL AMOR LOCO DE DIOS es lo que Lucas nos muestra en estas parábolas. Podríamos decir que es el sujeto principal de la enseñanza de Jesús de Nazaret. Él recupera el rostro del Dios amor que estaba completamente desfigurado en la religiosidad de su tiempo. Hoy tenemos que recuperar el Dios de Jesús, porque a veces nos resulta incomprensible y tendemos a matizar ese amor de Dios, y así huimos por el terreno más fácil: nos convertimos en jueces, es decir, en lo que Dios no es ni lo será nunca con respecto a sus criaturas. Nosotros condenamos y absolvemos y ponemos un elevado precio al perdón y al amor de Dios. Y parece que este es el destino trágico de los hombres religiosos, muchos de ellos encerrados en los estrictos muros de un celibato ni amado ni asumido que les hace ver el mundo desde una óptica siempre opaca.
Dios no es así, ni quiere que nosotros lo seamos, Y, este es el problema, porque nos descontrola por dentro y no sabemos lo que hacer con nuestra pesas y medidas. Y, además, le quita interés, porque carece del morbo de no tener a nadie a quien someter a un interrogatorio antes de dar el perdón: “¿Dónde estuviste?” “¿Qué hiciste con la herencia?” “¿Con qué gente te juntaste?” … Yo aquí llorando y tú por ahí de fiesta… etc. Pues bien, Jesús nos dice claramente que ese no es el modo de actuar de su Padre, por lo tanto tampoco debe de ser el nuestro. Aquí con el pecado no viene la penitencia, aquí después del pecado viene una gran fiesta y alegría. Tiempo tendrá el que fue perdonado de darse cuenta de que el amor gratuito de Dios lo va llevando a la conversión del corazón y a tener conciencia de su errores
«Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuenta de sus pecados», y esto no lo digo yo, lo dice San Pablo en la segunda Carta a los Corintios, y lo olvidamos con mucha frecuencia. Y, si esto es así, porque no somos sinceros, honradamente sinceros con el pueblo santo de Dios y les decimos de una vez por todas que hay muchas cosas en las distintas confesiones cristianas además de las otras religiones no cristianas, que solo sirven para atormentar las conciencias, llenar los corazones de miedo y hacer que los hijos de Dios rescatados al precio de la preciosa sangre de Cristo, no experimenten la profunda alegría de sentirse amados y salvados.
Yo siento, y tengo experiencia, que los que probaron el sabor de la bajeza, la amargura del rechazo, el desprecio de los “justos”, la fría mirada de la indiferencia, los que vivieron ensuciados en lo más profundo del pecado…, son más nobles, más comprensivos, más sencillos, más misericordiosos. Ellos conocen a Dios mejor que nosotros, y, muchas veces ni siquiera saben de su existencia, pero ahí están dándonos lecciones, porque ellos tienen un sexto sentido para ver la luz y la ternura que brilla en los penetrantes ojos del Padre que nunca conocieron y que los acoge en su amor sin tener que pasar antes por un confesonario ni por una penitencia pública para vomitar un pasado de miserias. Para el Dios de Jesús eso no es necesario. Basta con tener hambre de su amor, de su justicia y de su paz. Todo está preparado: la sala del banquete, los vestidos de fiesta, los anillos, las sandalias, los perfumes, y todo eso envuelto en el Amor, un AMOR GRANDE… INMENSO… MISERICORDIOSO… ETERNO.
El amor en profundidad nos da miedo, y amar como Dios ama según Jesús nos lo enseñó, mucho más. Porque solo el amor nos va a llevar a la dinámica de la Encarnación con todas las consecuencias, sabiendo que esta encarnación, tal como la vivió Jesús de Nazaret no se reduce a una tarea espiritual: el trabajo de salvar y santificar las almas como se nos dijo tradicionalmente en el lenguaje religioso. Las almas como entes separados no existen. Lo que hay son personas y la persona implica corporalidad, por eso Jesús nos habla hoy y siempre de la liberación integral de las personas, no solo de la esclavitud del pecado, sino de toda esclavitud, en especial de la religiosa que es la peor porque se yergue como barrea entre Dios y los hombres. Y lo mismo da que se trate de cristianos, judíos, musulmanes, o cualquiera otra religión.
En resumen: A los escribas y fariseos que murmuraban porque Jesús acogía a los publicanos y pecadores, les dice: Porque Dios ama así, yo actúo así.
Gracias, gracias, gracias!!
Totalmente de acuerdo, gracias x esta homilía valiente y sincera. Gracias x hacer ver claro lo q el Padre quiere d nosotros. Ojalá sepamos llevarlo a la práctica.
Gracias
Una homilía puntualizante en lo que a Dios le conmueve y en el bálsamo sanador que necesitamos. Muchísimas gracias.
La Luz y la Ternura de la mirada del Padre… Dios es Amor… Amor de todo Amor… No intentemos encasillar el obrar, la querencia, De Dios. Dios nos quiere libres…sobre todo, en nuestros actos y conciencias. De nada sirven todos los moralismos que la mayoría de las veces lo único que hacen es torturar a las personas. El alejamiento de muchas gentes de las prácticas religiosas y de la espiritualidad, viene por ahí. Las personas desean una trasparencia en el contexto de las ideas…en las acciones de los representantes religiosos. Cada cual es muy libre y responsable de sus propias actuaciones… A la larga, y muchas veces mediando el tiempo, uno se da cuenta de los caminos equivocados…en ocasiones, un fogonazo en la vida propia, nos indica por dónde salir…las actitudes que hay que corregir… Pero, es uno propio quien se da cuenta en su vida, en el Camino de la Vida…en el Camino que para algunos es La Verdad de Jesús que nos muestra la Eterna Misericordia De Dios, al que Él llama con todo su cariño ABBÁ, Padre.
maravilloso comentario, lleno de estímulo y consuelo, que ese loco amor de Dios nos inunde a todos…sin distinción. Mil gracias.
Por supuesto que sí ! El ÚNICO en éste mundo y en el otro, capaz de curar una herida gangrenada… y no dejar ni rastro de la herida, es Jesucristo, Nuestro Señor.
Gracias!