El viaje que todos debemos hacer

La parábola de Lázaro | Fedor Bronnikov | 1886

Durante los últimos tres meses, nuestras lecturas dominicales del Evangelio de San Lucas han seguido a Jesús en su viaje a Jerusalén. Después de un ministerio inicial en Galilea, la parte central del Evangelio de San Lucas tiene lugar en este viaje a Jerusalén, pero no es solo un viaje físico, es también un viaje metafórico.

Jesús se desplaza desde Galilea, un lugar familiar y generalmente acogedor, hacia Jerusalén, que será escenario de su pasión y muerte, pero también de su resurrección. Y a medida que avanza en este viaje, lleva a sus seguidores a otro viaje mientras les explica la realidad de ser un discípulo.

Miremos hacia atrás por un momento a las historias del Evangelio en este viaje a Jerusalén. Cuando partió de Galilea, Jesús advirtió a los que pretendían seguirlo que una vez que comenzaran el viaje, debían seguir adelante y no mirar hacia atrás.  Varias veces a lo largo del camino, Jesús recuerda a sus seguidores que ser discípulo no se trata de recompensas en esta vida sino de lo que les espera en el cielo; deben ser personas de paz que se compadecen de los necesitados; deben orar y estar listos para la acción.  Jesús también deja en claro que cada uno de nosotros es amado por Dios –recuerden las parábolas de la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo pródigo– pero ser un discípulo de Jesús significará estar preparado para llevar una cruz y no podemos dejarnos cautivar por las cosas de este mundo.

En el Evangelio de hoy, San Lucas vuelve a uno de sus temas favoritos: el cambio de suerte. Jesús ya lo ha resumido en la frase ‘hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos’ y advirtió a sus discípulos que no sentarse en el puesto principal en las bodas porque ‘todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido’. Por supuesto, lo tenemos al comienzo del Evangelio de San Lucas, en el Magníficat de María: ‘Él derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes’.

La historia de hoy del hombre rico y del pobre Lázaro reúne muchas de las historias y los temas de las semanas anteriores. Sin embargo, en esta parábola los dos personajes ahora están muertos y ya no tienen la oportunidad de cambiar sus vidas.  Jesús cuenta esta parábola, no a sus discípulos, sino a los fariseos porque se burlaban de él. Es una advertencia para ellos de que no pueden pensar en sí mismos como mejores que los demás porque Dios puede ver lo que hay en sus corazones.

Pero ¿qué significa esta parábola para nosotros? No es simplemente una condenación de la riqueza y un elogio de la pobreza. Más bien, Jesús está destacando a quienes lo escuchan, los fariseos y sus discípulos, los riesgos de cómo nuestra situación en la vida puede influir en la forma en que pensamos sobre nosotros mismos y los demás. El rico no es condenado porque hizo algo malo, sino porque no hizo nada para ayudar al pobre en su portal. Ser rico no fue su pecado, donde falló fue en no usar su riqueza para ayudar a otros. El mensaje de la parábola es mostrar que el rico se da cuenta demasiado tarde del error de sus caminos, cuando ha muerto y ya no tiene la oportunidad de cambiar.

Si recordamos que estas historias del evangelio de san Lucas se cuentan mientras Jesús está en su viaje de Galilea a Jerusalén, nos damos cuenta de que poco a poco va aclarando los diferentes aspectos de su mensaje y la realidad de ser un discípulo. No es suficiente estar siguiendo a Jesús y disfrutar escuchando su mensaje, sus palabras deben tener un impacto duradero en sus vidas y en cómo piensan sobre sí mismos y de los demás.

Quizás este es un tipo de viaje que todos debemos hacer. A medida que avanzamos por el camino de la vida, nos damos cuenta, con suerte, de que hay más en la vida que el éxito, cuyos signos externos pueden ser la riqueza, la ropa cara y la buena comida, y ser bien considerado.  Más importante aún, debemos darnos cuenta de que lo que importa a los ojos de Dios es cómo usamos nuestra situación en la vida, cualquiera que sea, para mejorar la vida de los demás, no solo en nuestras acciones o inacciones, sino también en cómo consideramos a los demás y su situación. ¡Y tenemos que darnos cuenta de esto antes de que sea demasiado tarde!

4 comentarios en “El viaje que todos debemos hacer

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