Abandónate en la total e ilimitada Presencia de Dios

No hay duda de la intención y el ardiente deseo de Jesús de que recibamos el Espíritu Santo. El himno litúrgico tradicional al Espíritu Santo dice: “¡Ven, Espíritu Santo! –Veni Sancte Spiritus!” Por lo tanto, no hay duda de la intención y el deseo ardiente del Espíritu de derramarse en el interior del Cuerpo de Cristo y de cada uno de sus miembros. Permite, pues, que cada vez que respires sea un clamor por consentir al Espíritu Santo, que es el Don supremo del Padre y del Hijo.
En la Oración Centrante no tratamos de reflexionar, analizar o entender.
… Cultivamos una consciencia sin ningún contenido particular. Nuestra intención

es descansar en Dios y estar unidos con todo lo que existe en la Fuente de todo lo que es.

… Esta Consciencia siempre presente no hace nada. Simplemente es y sostiene todo lo que existe, dejando que todas las cosas sigan el curso de su naturaleza innata y que cumplan con el propósito para el que fueron creadas. En la oración contemplativa, llega un momento en que tratar de realizar esos actos produce una sensación de separación de Dios o una cierta incomodidad. Una vez que la presencia de Dios se estabiliza, es posible que sintamos como si, con esos actos, estuviésemos alejándonos de la unidad con lo divino.

Abandónate en la total e ilimitada Presencia de Dios. …Descansa en la Santísima Trinidad: en el seno del Padre, en el corazón del Verbo Eterno y en el infinito amor del Espíritu Santo. Esta es la doctrina y la experiencia de la Divina Morada Interior, la base fundamental de nuestra relación con Dios.

Thomas Keating (Por el Soplo del Espíritu en Reflexiones II)