Hospedería

Un ambiente y lugar adecuados para la reflexión personal, retiro espiritual, descanso sereno y tranquilo

Practicamos una acogida universal: nuestra casa está abierta a todos.
Deseamos proporcionar un espacio de silencio, de serenidad y de sencillez donde todos se puedan sentir a gusto.
Tu estancia en el monasterio puede ser un encuentro contigo mismo y con Dios, fuente de comunión con todos los seres humanos y con la naturaleza.
Los huéspedes, si lo desean, pueden participar en la liturgia de los monjes. Además también ofrecemos la posibilidad de diálogo/acompañamiento espiritual con un monje.

A todos los huéspedes que se presenten en el monasterio ha de acogérseles como a Cristo, porque él lo dirá un día:

«Era peregrino, y me hospedasteis». (…) Pero, sobre
todo, se les dará una acogida especial a los pobres y
extranjeros, colmándoles de atenciones, porque en
ellos se recibe a Cristo de una manera particular.
Regla de San Benito, LIII

Servicios

22 habitaciones dobles con baño

8 habitaciones individuales con baño

Pensión completa

Asistencia a oficios de la Comunidad

Acogida monástica

Salas de reuniones para grupos

Wif

Parking interior bicicletas con cargadores

Lavandería: lavadoras y secadoras

Jardín de hospedería

Visita Monasterio Gratuita

Entorno monumental

La Casa del Arco

Una extensión de la hospedería

Así designamos a la antigua Casa de las Audiencias del monasterio – está situada fuera del recinto del monasterio, a unos 50 mts. de distancia.
Las personas allí alojadas pueden acceder al monasterio y a los mismos servicios que los alojados en la hospedería interior.

Esta casa, por sus propias características, está dedicada, especialmente, a la acogida de grupos que deseen una mayor autonomía en su estancia. Además de 7 habitaciones dobles y 7 individuales en la primera planta, la segunda planta está preparada para acoger más 20 personas en camarillas; en la planta baja hay una pequeña cocina, un comedor y un salón.

La acogida monástica

Una extensión de la hospedería

Cuantos se acercan a un monasterio traen su propia historia, sus propias angustias, problemas y cansancios, tanto físicos como psíquicos. Muchas veces son personas a las que
la sociedad rechaza o excluye, personas que no encuentran un espacio donde sentirse acogidos y reconocidos en su dignidad de seres humanos e hijos de Dios. El monasterio
debería estar especialmente abierto para las personas que necesitan descansar de la carga de la vida, de su enfermedad, de su angustia, de su soledad.

A veces se confunde una hospedería monástica con una casa de ejercicios o de retiros espirituales, y aunque también se puede cumplir esa misión, hay que tener claro que una hospedería va más allá de ese tipo de acogidas. Estar abiertos para las pobrezas humanas manifestadas en la vida de tantas personas que no saben guiarse, que no se soportan a sí mismas y por ello están en guerra con el mundo. Personas que han olvidado lo que es ser tratado con respeto y cariño. Personas que no pueden creer en un Dios bueno porque la vida les ha machacado. Personas que buscan un motivo para seguir adelante y para creer en sí mismas.
Pero para hacer esto hace falta que los monjes y monjas nos sintamos parte de esa humanidad herida y seamos capaces de mostrar nuestra propia debilidad como el lugar donde se realiza la salvación de Dios: como el lugar de la revelación de lo que estamos llamados a ofrecer a los demás, haciendo de nuestra carencia oferta de vida.

Reflexión de un monje de Sobrado

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