Con este domingo 17º del T.O. iniciamos el Discurso del Pan de Vida, del c. 6 del Evangelio de Juan, (nos será presente durante cinco domingos en este ciclo B). Sabemos bien que el Evangelio de Juan abre la reflexión a partir de un relato: esta vez, el de la multiplicación de los panes.
La multitud, atraída por las curaciones que Jesús realizaba en los enfermos, no hace más que acudir a él. Se había retirado a la zona noreste del lago para reposar un poco y allá se van.
Jesús levanta la vista y contempla misericordioso la multitud: ¡Cuantos!
(Jesús):-Oye, Felipe, cuánto calculas que costará comprar pan para toda esta gente.
(Felipe):- Doscientos denarios apenas alcanzarían para dar a cada uno un mendrugo.
Interviene Felipe: Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces, pero con esto no hay más que para empezar. Y a empezar se ha dicho.
Y Jesús, que centra su atención en alimentar al gentío sin arredrarse ante la escasez casi absoluta de alimentos, decide: ¡que se acomoden en la hierba! Oh inmenso comedor de tantos comensales a cielo abierto. Oh discípulos dóciles que no pierden el tiempo en objetar al Maestro: Ya te hemos dicho que sólo hay cinco panes y dos peces. ¿Qué vas a hacer? Ellos obedecen: Jesús multiplica, ellos reparten. Más de cinco mil panes. Y sobran: Jesús se da sobradamente. Él es el Pan de Vida que se nos da continuamente.
En la Iglesia de la Multiplicación de los panes, bajo el altar hay un mosaico con cuatro panes y dos peces. Por qué sólo cuatro: Porque el quinto es el de la Eucaristía. En ella sigue el Señor multiplicándose como Pan para nosotros. Hermanos, el Señor se nos da para que nosotros nos demos también. Jesús se daba en cuanto hacía: Se daba todo él.
Toda nuestra vida debe ser una entrega sin reservas. Cristo nos hace valiosos porque está en nuestras vidas para que nos entreguemos como Él.
El quinto Pan está sobre el altar, para que multipliquemos su presencia en nuestra vida personal y comunitaria, en pura donación. No importa lo que seamos nosotros: somos manos de discípulos obedientes a su indicación.
Lo que importa es que Él es el Pan de Vida para la vida del mundo: de nuestro mundo, de nuestras vidas.
La Eucaristía es algo más que un acto. Es entrega de Jesús para que nosotros sigamos Su camino. Dios hecho hombre nos doña Su cuerpo ( y Su sangre ) para que nos alimentemos de Él mismo. Toda donación es Amor. Y por tanto nos invita a este Mandamiento: ama a tu Dios y a tu prójimo. De nada sirve tomar » el Pan de Vida» si luego no actuamos en nuestros hermanos, en sus necesidades, acompañándolos tanto en las alegrías como en las contrariedades. Para que se lleve a cabo la entrega ha de estar uno siempre atento y preparado ante las adversidades que se puedan presentar …con un espíritu optimista en la misericordia de Dios. Dios Padre nos entregóa Su Hijo…Él nos dejó la Eucaristía y nos envió al Espíritu Santo para acompañarnos hasta el final de los tiempos.