EL CORAZÓN PERFECTO

pintura de Rima Salamoun

Hoy, un cuento:

Un día un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el corazón más hermoso de toda la comarca. Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en el ni marcas ni rasguños. Sí, coincidieron todos que era el corazón más hermoso que hubieran visto, al verse admirado el joven se sintió más orgulloso aún, y con mayor fervor aseguró poseer el corazón más hermoso de todo el vasto lugar.

De pronto un anciano se acercó y dijo: «¿Porqué dices eso, si tu corazón no es ni aproximadamente, tan hermoso como el mío? Sorprendidos la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, éste estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos y éstos habían sido reemplazados por otros que no encajaban perfectamente en el lugar, pues se veían bordes y aristas irregulares en su derredor. Es más, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos. La mirada de la gente se sobrecogió, ¿cómo puede él decir que su corazón es más hermoso?, pensaron… El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado desgarbado, se echó a reír. «Debes estar bromeando,» dijo. «Compara tu corazón con el mío… El mío es perfecto. En cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor.»

«Es cierto, dijo el anciano, tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo… Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor. Arranqué trozos de mi corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado. Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro, porque al poseerlos me recuerdan el amor que hemos compartido. Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio. De ahí quedaron los huecos – dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día -tal vez- regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón.» «¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?» El joven permaneció en silencio, lágrimas corrían por sus mejillas. Se acercó al anciano, arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció. El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez arrancó un trozo del suyo ya viejo y maltrecho y con él tapó la herida abierta del joven. La pieza se amoldó, pero no a la perfección. Al no haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes. El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho más hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior.

Imagen: pintura de Rima Salamoun (Siria)

2 comentarios en “EL CORAZÓN PERFECTO

  1. vicenta rúa lage dijo:

    Un bonito cuento. Aparentemente simple, pero cuidado, expresivo, en cada detalle. Con mucha más miga de lo que puede parecer a simple vista.
    Un corazón solo fue hecho para amar y cuando hace su trabajo hermosea a la persona y al universo.
    Dios recoge, con sus manos, nuestro amor, y cuanto nos ocurre en la vida, y lo emplea para irnos dando la forma que El sueña. Absolutamente todo es valioso, hasta lo que ofrece peor aspecto y lo que nos hiere. Pero, para eso, tenemos que ponernos al alcance de sus manos, dejar que sea nuestro norte, y todos nuestros puntos cardinales.
    El Evangelio es tan simple como esto: querer al que está cerca. Por más que nos empeñemos en darle sesudas o decerebradas vueltas.
    El corazón no tiene límites, el sitio de uno no se reduce por amar a otro.
    Dicen que el corazón que no se usa, o se usa poco, se estropea: se hace egoista, frio, duro, arrogante… inhumano.

  2. Luis Martínez Sánchez dijo:

    Dar y recibir… Es una vía biunívoca. Dios habita en nosotros y esa donación del Espíritu nos debe llevar a compartir con los demás el Amor que hay en nuestro corazón.
    Todos debemos unirnos en un compás de entrega unos a otros porque así es la manera de participar en el Cuerpo Místico de Cristo. Jesús nos lo enseña. El da desde el primer instante.
    Un corazón que no sabe recibir tampoco sabe dar. Hay que ser generosos para recibir de los demás y, como contrapartida, donarnos en el Amor.
    El mandamiento del Amor debe llevar a la humanidad a cotas más altas de amplitud espiritual y alabar a nuestro Creador.

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