LOS COMIENZOS DE CÍSTER

fundadores de Cister 2

Santos Roberto, Alberico y Esteban

En el año 1098, un grupo de monjes acaudillados por Roberto salen del monasterio de Molesmes para fundar otro monasterio, que llamarán el Nuevo Monasterio, con la doble pretensión de buscar sólo a Dios y de recuperar el espíritu de la Regla de San Benito. El Nuevo Monasterio se establece en Cîteaux (Borgoña, Francia). Así nace lo que más tarde se llamará la Orden Cisterciense.

Hoy celebramos la solemnidad de nuestros santos fundadores: Roberto, Alberico y Esteban. Su intención fue revitalizar las formas institucionales de vida monástica y acercarlas a una mayor conformidad tanto con la Regla de San Benito como con las aspiraciones de su tiempo. En particular esto conllevaba el énfasis en una pobreza auténtica y simplicidad incluso en la liturgia, el trabajo manual, la ausencia de compromiso en asuntos temporales, y, a nivel de Orden, solicitud común y supervisión entre los diferentes monasterios como medios para mantener el fervor.

Capítulo I del Exordio de Císter:

Sabido es que en la diócesis de Langres existe un famosísimo monasterio llamado Molesmes, de una observancia ejemplar. Desde su origen la misericordia de Dios le hizo resplandecer en poco tiempo con grandes dones, lo ennobleció con hombres ilustres y le hizo tan grande en riquezas como esclarecido en virtudes. Ahora bien, como los bienes materiales no suelen ir mucho tiempo juntos con las virtudes, algunos miembros de aquella santa comunidad que ciertamente sabían esto, viendo más alto, prefirieron aplicarse a las cosas celestiales más que implicarse en los asuntos terrenos. A partir de entonces, llevados de su amor por la virtud, empezaron a pensar en la pobreza, fecunda en hombres fuertes. AI mismo tiempo veían que, si bien allí se vivía santa y honradamente, la observancia de la Regla que habían profesado correspondía, sin embargo, menos a su deseo y a su proyecto de vida. Trataron entre sí de sus inquietudes y se preguntaban cómo llegar al cumplimiento de aquellas palabras de la Escritura: «Cumpliré los votos que pronunciaron mis labios». ¿Qué más se puede decir? Veintiún monjes salidos juntamente con el padre del monasterio, Roberto, de santa memoria, con un mismo parecer se esforzaron por llevar a cabo, de común acuerdo, lo que en un mismo espíritu habían concebido Y después de los muchos trabajos y extremadas dificultades que han de padecer los que quieren seguir las huellas de Cristo, finalmente alcanzaron su deseo y llegaron a Císter, que entonces era un lugar de horror y una vasta soledad. Pero aquellos soldados de Cristo pensaron que la aspereza del lugar no estaba en desarmonía con el firme propósito que en su ánimo tenían ya concebido, y considerándolo como preparado por Dios para ellos, amaron tanto el lugar como su ideal.

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