UNA SECRETA HISTORIA DE AMOR

Glenn Quist - the planter 2

Atraviesa todo el evangelio una tensión entre la espectacularidad de los milagros o los signos de Jesús, que originan, en general, entusiasmo en las multitudes, y una llamada a la conversión del corazón que provoca más rechazo que entusiasmo.

Esta misma tensión sigue presente en la vida de las comunidades cristianas y en cada uno de nosotros. Nos gusta programar, proyectar y originar acontecimientos. Nos encanta dar cuerpo a las cosas, realizar, dar visibilidad… Incluso podemos tener la habilidad de congregar varias personas en torno de un proyecto. Nos cuesta más, mucho más, aprender a disfrutar de lo que la vida nos ofrece. Nos cuesta más, mucho más, la monotonía de los días tan iguales. Nos cuesta más, mucho más, vivir sin alarde ni grandes manifestaciones externas una historia de amor que llevamos dentro y que, posiblemente, apenas hemos tocado: «Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré» (Jr 1,5).

No hay que contraponer acción a contemplación. Las dicotomías nunca son buenas consejeras. Todos somos, por así decirlo, activos y contemplativos. Importa, creo, que estas dos dimensiones se fecunden recíprocamente, y nunca separarlas. Los verdaderos profetas nacen siempre del silencio contemplativo. Ellos saben que no son la Fuente y por eso se ponen en actitud de escucha. Ellos saben que nada tienen para dar a los otros si ellos mismos no nacen de nuevo. Los verdaderos profetas no son aquellos que dicen amar el mundo, y que por ello están disponibles para entregar la vida, pero que no se dan cuenta de aquellos que viven bajo el mismo techo. Los verdaderos profetas son indagadores, están atentos a los movimientos vitales más sutiles, conscientes de que la realidad más anodina de lo cotidiano es aquella en que el Misterio, aparentemente ocultándose, se hace presente. Un hombre o una mujer de Dios nunca se queda en la fachada de las cosas o de las personas. Vive anclado en su vida de cada día y viaja por dentro de todo. Sondear la vida es su pasión.

Si no somos capaces de detenernos para escuchar el canto de un pájaro o de comer el pan de cada día con asombro y gratitud, ¿de qué importa la espectacularidad de los grandes acontecimientos o cambios?

Aunque yo hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada. (1 Cor 13,1-3)

¿Y de dónde nos viene el amor? No lo inventamos ni es obra de nuestras manos. No creo en el amor que sea fundamentalmente un esfuerzo de voluntad. El amor es un don que se recibe en nuestra propia carne. Llevamos dentro una historia de amor, de la cual no somos protagonistas. Todo lo que vivimos, todo lo que capta nuestros sentidos, las personas con quien vivimos, todo nos está señalando que somos amados, aunque los signos no siempre sean de lectura inmediata, pues la vía de la paradoja es una marca del camino espiritual. Todo nos está señalando que somos esperados en nuestro propio corazón para vivir una historia de amor.

Creo que la mejor aportación que cada uno de nosotros puede dar en el contexto en que vive es simplemente hacer lo que tiene que hacer desde la secreta historia de amor que lo habita. Desde aquí brota la espontaneidad, la creatividad, una presencia apacible, una mirada de misericordia, en definitiva, el amor en todas las cosas. Todo lo que no nace de aquí, por más geniales que seamos, no es más que ruido y perturbación. Claro está que la vida no es en negro o blanco, y que en cada uno de nosotros trigo y cizaña crecen juntos, pero la historia de amor que nos habita no pasa nunca; siempre podemos volver a ese lugar donde somos esperados.

Imagen: The planter, de Glenn Quist

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.