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Tres mensajes nos da el Evangelio de este domingo (Lc 5,1-11): ansia de escuchar la Palabra; la pesca, asombro, reconocimiento del don del perdón y seguimiento radical. Reflexionamos sobre el ansia de escuchar la Palabra. Se «agolpa a su alrededor». Aquellos pescadores no buscan milagros como los vecinos de Nazaret. Quieren «oír la Palabra de Dios». Es lo que necesitan. Ocurre en medio de la naturaleza. La gente escucha desde la orilla; Jesús habla desde la superficie serena del lago. No hay cátedra sino una barca. En este escenario humilde y sencillo «enseñaba» Jesús a la gente. Viene a Jesús para oír la «Palabra de Dios». Intuyen que lo que él les dice proviene de Dios.
Jesús no repite lo que oye a otros. Esa alegría y esa paz que sienten en su corazón sólo puede despertarlas Dios. Jesús les pone en comunicación con Dios. En las primeras comunidades cristianas, se dice que la gente se acerca también a los discípulos de Jesús para oír la «Palabra de Dios». Lucas vuelve a utilizar esta expresión audaz y misteriosa: la gente no quiere oír de ellos una palabra cualquiera; esperan una palabra diferente, nacida de Dios. Una palabra como la de Jesús. Es lo que se ha de esperar siempre de los cristianos que nos hablan de Dios. Una palabra dicha con fe. Una enseñanza enraizada en el evangelio de Jesús. Un mensaje en el que se pueda percibir sin dificultad la verdad de Dios y donde se pueda escuchar su perdón, su misericordia insondable y también su llamada a la conversión.
Muchos esperan hoy esa palabra humilde, sentida, realista, extraída del evangelio, meditada personalmente en el corazón y pronunciada con el Espíritu de Jesús. Cuando falta este Espíritu, jugamos a hacer de profetas, pero, en realidad, no tenemos nada importante que comunicar. Repetimos el lenguaje religioso las «profecías» que se escuchan en la sociedad. Hay que recordar que en el Evangelio de Jesús hay una fuerza de atracción que no hay en nosotros. Esta es la pregunta más decisiva: ¿Ponemos todas nuestras energías en recuperar el Evangelio como la única fuerza capaz de engendrar fe en los hombres y mujeres de hoy? ¿No hemos de poner el Evangelio en el primer plano de todo? Lo más importante en estos momentos críticos no son las doctrinas elaboradas a lo largo de los siglos, sino la vida y la persona de Jesús. Lo decisivo no es que la gente venga a tomar parte en nuestras cosas sino que puedan entrar en contacto con él. La fe cristiana solo se despierta cuando las personas descubren el fuego de Jesús.
Queridos irmãos, os nossos corações estão gratos esta reflexão tão simples quanto profunda…
«Jesús habla desde la superficie serena del lago. No hay cátedra sino una barca.» As cátedras são fixas; estão acima dos ouvidos de quem escuta. Jesus fala em cima da barca, instrumento de trabalho, de busca da pesca, de viagem, porque assim é vida.
«Lo más importante en estos momentos críticos no son las doctrinas elaboradas a lo largo de los siglos, sino la vida y la persona de Jesús.» No momento presente, que nos exige uma atenção ao momento crítico da Humanidade que vivemos, revela-se um anseio colectivo de que seja proclamada a «Palavra» libertadora, a «palavra de Deus», do Deus cuja única causa é uma «vida em abundância» para a Humanidade.
Permanecemos em comunhão, grão de mostarda