El texto:
Cuento de Navidad: Mateo en Siria: los judíos son pocos en dar el paso de la fe. Los paganos aumentan. Mateo interpreta este hecho como una revelación de Dios a los paganos. Para expresarlo, se le ocurre una idea genial: anticipar esa revelación a la infancia de Jesús, usando un relato que no debemos interpretar históricamente, sino como el primer cuento de Navidad. Un cuento precioso y de gran hondura teológica. Y que nadie se escandalice de esto. Las parábolas del hijo pródigo y del buen samaritano son también cuentecitos, pero han cambiado más vidas que infinidad de historias reales.
La estrella: Los antiguos estaban convencidos de que el nacimiento de un gran personaje, o un cambio importante en el mundo, era anunciado por la aparición de una estrella. En el siglo II, el Protoevangelio de Santiago la aumenta de tamaño y de capacidad lumínica: “Hemos visto la estrella de un resplandor tan vivo en medio de todos los astros que eclipsaba a todos hasta el punto de dejarlos invisibles”. Y el Libro armenio de la infancia dice que acompañó a los magos durante los nueve meses del viaje.
Los magos: La palabra “mago” se aplicaba en el siglo I a personajes muy distintos: a los sacerdotes persas, a quienes tenían poderes sobrenaturales, a propagandistas de religiones nuevas, y a charlatanes. En nuestro texto se refiere a astrólogos de oriente. No son reyes.
En el Libro armenio de la infancia (de finales del siglo IV) se dice: “Al punto, un ángel del Señor se fue apresuradamente al país de los persas a avisar a los reyes magos para que fueran a adorar al niño recién nacido. Y éstos, después de haber sido guiados por una estrella durante nueve meses, llegaron a su destino en el momento en que la Virgen daba a luz… Y los reyes magos eran tres hermanos: el primero Melkon (Melchor), que reinó sobre los persas; el segundo, Baltasar, que reinó sobre los indios, y el tercero, Gaspar, que tuvo en posesión los países de los árabes”. Para Mateo, el dato esencial es que no son judíos, sino extranjeros.
Herodes: sigue vivo en el recuerdo de los judíos por sus construcciones, su miedo y su crueldad. Es un caso patológico de apego al poder y miedo a perderlo, que le llevó incluso a asesinar a sus hijos y a su esposa Mariamme.
Cortocircuito providencial: La estrella desaparece al llegar a Jerusalén para contrastar magos paganos y autoridades de Israel.
Sacerdotes y escribas: los sabios que saben y no hacen nada.
Regalos: Estos regalos se han interpretado desde antiguo de manera simbólica: realeza (oro), divinidad (incienso), sepultura (mirra).
Epifanía
No es un acto de Dios, es esencia misma: Dios en su esencia es autodonación, amor. Por eso tiene que ser epifanía. En Jesús.
Existencial sobrenatural: Y por eso nos ha creado ya como “oyentes de la palabra”, “videntes de su manifestación”.
Necesitamos ojos (y oídos): estrellas que nos guíen en la oscuridad de la noche (hoy especialmente oscura en nuestro mundo).
Herodes, sacerdotes y escribas de hoy: representaciones del mal que sigue ahí como entidad misteriosa opuesta a la manifestación de Dios.
Esperanza de la plena manifestación: Rom. 8, 19
La creación gime con dolores de parto y nosotros mismos gemimos esperando la plena manifestación, epifanía, de Dios como padre que hace de toda la humanidad su familia.