EN LAS AGUAS DE LA VIDA FRÁGIL

georges-rouault-bapteme-du-christ

El Bautismo de Cristo | Georges Rouault

Jesús entra en las aguas del Jordán, lado a lado, con una multitud de gente que se siente pecadora y que busca el bautismo purificador de Juan el Bautista. «Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?» – dice Juan a Jesús, intentando disuadirlo. «Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así lo que Dios quiere» – contesta Jesús.

Jesús no está jugando a los pecadores. No está delante de Juan para aparentar algo que no es. Jesús vive el drama de la humanidad. Todos somos cañas cascadas y mechas vacilantes. El profeta del Reino de los últimos se sumerge en las aguas comunes de la vida frágil. Está entre los suyos. La fraternidad solo puede nacer desde abajo. Tampoco hay compasión desde arriba o desde fuera. Condescendencia, sí, pero compasión, no. Solo los heridos pueden ser sanadores. Solo el último puede ser hermano universal.

Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco. (…) No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará. (Is 42,1-3)

Los profetas apocalípticos gritan en las plazas y en los templos, ayer y hoy; les encantan los púlpitos y tienen una secreta fascinación por la violencia y por la destrucción. Proyectan sobre los otros la amargura que llevan dentro. Jesús, al contrario, es el profeta manso y humilde de corazón, el amante de la vida, que desea hospedarse en nuestra casa, que mira a los ojos, que se sienta a la mesa con nosotros, que escucha el dolor, y no grita, porque lo más genuino de la vida (bondad, amor, perdón) no se dice a voz en grito, se dice en la quietud, de corazón a corazón, como un susurro.

La caña cascada no la quebrará. La suave locura de Dios es esperar por cada uno. Jesús es un profeta paciente, que nos da tiempo para reconocer los fragmentos, para reconocerlos y para amarlos, porque su pasión es la reconstrucción. Su pasión es sanar. Esta es su fuerza: la fuerza de servir la vida frágil, de guardarla, de cuidarla, de reactivar la esperanza. Para Él ningún de nosotros está acabado, y nadie está para siempre perdido. Su alma se estremece con los recomienzos. Nos dice una y otra vez: puedes nacer de nuevo. 

La mecha vacilante no la apagará. En cada ser humano, aún en lo más desesperado, hay siempre un punto de luz, aunque sea un fuego moribundo, agonizando bajo una gruesa capa de ceniza. Jesús, que ve el corazón, penetra en nuestra zona oscura hasta encontrar una pequeña ascua. Él ha venido a traer el fuego a la tierra y desea que este fuego esté ardiendo. Jesús es un experto incendiario. No apaga, no condena, nos hace luminosos.

Cuando alguien penetra la herida del corazón humano con la compasión de que solo un hermano – carne de nuestra carne, historia de nuestra historia – es capaz, los cielos se abren porque Dios está en la tierra y ya la tierra es cielo.

3 comentarios en “EN LAS AGUAS DE LA VIDA FRÁGIL

  1. Luis Martínez Sánchez dijo:

    El Gran Herido por el Amor De Dios… Ese es Jesús…» perfeccionado y consagrado por sus sufrimientos…». Desde ahí , la cercanía a sus hermanos los hombres a los cuales cura de todo tipo de dolencias, levantando…alzando…a la Humanidad desde su más rotunda miseria.
    Y Él sonríe, con Alegría, dando Luz y comprendiendo el corazón de cada ser humano.
    Las enfermedades causan heridas en las personas y estas desean la sanación de todo su ser.
    Solo Dios, desde su fidelidad, se acerca al caído y lo eleva del abismo, le da la libertad de integrarse, a través de la Caridad, en el proyecto de abrir las puertas de la tierra al Reino De Dios.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.