
© Banksy
“Atended y escuchad…”
“El que tenga oídos, que oiga…”
“Gracias te doy Señor del Cielo y de la Tierra porque lo has revelado a la gente sencilla”
Hay textos del evangelio que comentarlos es estropearlos. Es justamente el de hoy. Con el propósito de no estropear el texto, hago una reflexión marginal, sencillamente para sobresaltar el texto. 1º.-Muchos escuchaban con agrado la invitación de Jesús a vivir en una actitud abierta de amistad y generosidad hacia todos. 2º.- Lo que menos se podían esperar era hablar de amor a los enemigos. Sólo un loco les podía decir con aquella convicción algo tan absurdo e impensable: «Amad a vuestros enemigos, rezad por los que os persiguen, perdonad setenta veces siete… » 3º.- ¿Sabe Jesús lo que está diciendo? ¿Es eso lo que quiere Dios?
Los oyentes le escuchaban escandalizados. 4º.- ¿Se olvida Jesús de que su pueblo vive sometido a Roma? ¿Ha olvidado los estragos cometidos por sus legiones? ¿No conoce la explotación de los campesinos de Galilea, indefensos ante los abusos de los poderosos terratenientes? ¿Cómo puede hablar de perdón a los enemigos, si todo les está invitando al odio y la venganza? Jesús no les habla arbitrariamente. 5º.- Su invitación nace de su experiencia de Dios. Su amor es incondicional hacia todos: «El hace salir su sol sobre buenos y malos, manda la lluvia a justos e injustos. Su amor está abierto a todos. Esta es en síntesis la llamada de Jesús. «Pareceos a Dios. No seáis enemigos de nadie, ni siquiera de quienes son vuestros enemigos. Amadlos para que seáis dignos de vuestro Padre del cielo».
Jesús no está pensando en que los queramos con el afecto y el cariño que sentimos hacia nuestros seres más queridos. Amar al enemigo es, sencillamente, no vengarnos, no hacerle daño, no desearle el mal. Pensar, más bien, en lo que puede ser bueno para él. ¿Es posible amar al enemigo? Jesús no está imponiendo una ley universal. Está invitando a sus seguidores a parecernos a Dios para ir haciendo desaparecer el odio y la enemistad entre sus hijos. Atraídos por él, aprendemos a no alimentar el odio contra nadie, a superar el resentimiento, a hacer el bien a todos. Jesús nos invita a «rezar por los que nos persiguen», seguramente, para ir transformando poco a poco nuestro corazón. Amar a quien nos hace daño no es fácil, pero es lo que mejor nos identifica con aquel que murió rezando por quienes lo estaban crucificando: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen».
Me gusta esta reflexion de amar al enemigo.Llegar a ser santos es lo que nos pide Dios
No vengarse, no seguir el «ojo por ojo… «bien, parece razonable, pero amar al malvado, vaya! Parece una tarea sobrehumana. . Y cómo Jesús, nos anima en este trabajo digno de un hércules? . El espejismo del yo creo que nos imposibilita para esta clase de amor.
Afable, carlos
Me encanta la aclaración de que amar al enemigo no se refiere precisamente al mismo amor que sentimos por nuestros seres más queridos
Gracias.
«Jesús no está imponiendo una ley universal. Está invitando…» El ilumina el camino y tú lo acoges con ¡ tanta humanidad! Firmeza, lucidez y ternura.
Creo que, si queremos volar, nos caerán del cielo un asombroso par de alas. Siempre.