Con las puertas abiertas, sin miedos

La Puerta Abierta | Peter Ilsted (1861-1933)

La injusta y absurda ejecución de Jesús fue un mazazo para los discípulos. Se escondieron en una casa conocida. De nuevo están juntos, pero Jesús no está con ellos. Hay un vacío. Les falta Jesús. No se oyen sus palabras llenas de fuego. ¿A quién seguirán ahora? Está anocheciendo en Jerusalén y también en su corazón. Poco a poco, el miedo se va apoderando de todos, pero no le tienen a Jesús para que fortalezca su ánimo. Lo único que les da cierta seguridad es «cerrar las puertas». Nadie piensa en salir a anunciar el reino de Dios y curar vidas. Sin Jesús, ¿cómo van a contagiar su Buena Noticia?

El evangelio de hoy describe la transformación que se produce en los discípulos cuando Jesús, lleno de vida, se hace presente en medio de ellos. Él está de nuevo en el centro de sus seguidores. Así ha de ser para siempre. Con él todo es posible: liberarse del miedo, abrir las puertas y poner en marcha el proyecto del Maestro.

Según el relato (Jn 20,19-31), lo primero que infunde Jesús a su comunidad es su paz. Ningún reproche por haberlo abandonado, ninguna queja ni reprobación. Sólo paz y alegría. Los discípulos sienten su aliento creador. Todo comienza de nuevo. Impulsados por su Espíritu, seguirán colaborando a lo largo de los siglos en el mismo proyecto salvador que el Padre encomendó a Jesús. Necesitamos experimentar en nuestras vidas y comunidades un «nuevo inicio» a partir de la presencia viva de Jesús en medio de nosotros. Sólo él ha de ocupar el centro. Sólo él puede impulsar la comunión. Sólo él puede renovar nuestros corazones. No bastan nuestros esfuerzos y trabajos. Es Jesús quien puede hacernos cambiar de horizonte, la liberación del miedo y los recelos, el clima nuevo de paz y serenidad que tanto necesitamos para abrir las puertas y ser capaces de compartir el Evangelio con los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Pero hemos de aprender a acoger con fe su presencia en medio de nosotros.

Cuando Jesús vuelve a presentarse a los ocho días, el narrador nos dice que todavía las puertas siguen cerradas. El miedo es muy resistente y paralizante. No es sólo Tomás quien ha de aprender a creer con confianza en el Resucitado. También los demás discípulos han de ir superando poco a poco las dudas y miedos que todavía les hacen vivir con las puertas cerradas.

¿Cuándo seremos capaces de vivir con las puertas abiertas sin miedos? Será la señal de que creemos de verdad que él vive.

2 comentarios en “Con las puertas abiertas, sin miedos

  1. gubi dijo:

    el miedo nos acecha por estar centrados en lo externo,puertas cerradas para evitar sentirnos vulnerables y la vida es incertidumbre, puertas abiertas a posibilidades infinitas del Amor del Padre siempre presente y en vida en nuestro interior.
    Focalizar nuestro miedo en Él y se transmutara en Libertad…

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