¿Vida impecable o vida completa?

Obra de Martin Zálešák

Probablemente Mateo escribió la parábola del trigo y de la cizaña contra los rigoristas de su comunidad. Pero, fácilmente, podemos hacer una aplicación espiritual a las sombras e imperfecciones en el campo espiritual del corazón. En la parábola se prohíbe la rigidez violenta y drástica de uno consigo mismo. Jesús compara nuestra vida con un campo en el que Dios ha sembrado buena semilla de trigo. De noche, llega astutamente el enemigo y siembra cizaña. La cizaña es una planta de tallo rígido que puede crecer hasta un metro de altura, con inflorescencias en la espiga y un grano de color violáceo, de tamaño y aspecto similar al trigo. Regularmente crece en las mismas zonas productoras de trigo y se considera una maleza de ese cultivo. El parecido entre estas dos plantas es tan grande, que en algunas regiones la cizaña suele denominarse “falso trigo”. Pero en su semilla crece un hongo y la harina es amarga. Y el problema no es que la harina sea amarga sino que es venenosa, y puede matar a una persona.

La persona rigorista se afana por alcanzar los ideales religiosos distinguiendo y separando bien la cizaña que crece entre el trigo, en el campo del corazón humano. Su ideal es llegar a ser una persona pura y santa, sin defectos ni debilidades. Esto mismo se puede aplicar a cualquier comunidad y a la Iglesia. Pero esta manera de ver las cosas lleva directamente a una intolerancia tal, que excluiría de la Iglesia a todos los débiles y pecadores.

Los criados que preguntan al sembrador si deben arrancar inmediatamente la cizaña, son los idealistas rigurosos que desearían arrancar pronto y de raíz toda clase de imperfecciones. Pero el dueño responde: No, no sea que al arrancar la cizaña arranquéis también el trigo. Dejad que crezca todo junto hasta el tiempo de la siega. La cizaña tiene raíces que están tan entrecruzadas con las del trigo que no se podrían erradicar unas sin arrancar al mismo tiempo las otras.

El que aspira a ser impecable, arranca junto con sus pasiones todo su dinamismo, se vacía simultáneamente de su debilidad y también de su fuerza. El que aspira a una depuración impecable -y a cualquier precio-, no verá crecer en el campo de su corazón más que un trigo raquítico. Muchos perfeccionistas viven tan concentrados sobre la cizaña espiritual de sus faltas y sobre la manera y métodos de erradicarla, que viven de hecho una vida triste, agria, y, lo que es más importante, incompleta. A fuerza de buscar perfección se vacían de dinamismo, de vitalidad y de cordialidad. La cizaña pueden ser nuestras propias sombras, lo negativo, lo que hemos eliminado porque nos resultaba incómodo y no rimaba con nuestros ideales prefijados. Así de sencillo. La cizaña se sembró “durante la noche”, es decir, en la oscuridad del inconsciente. Podemos estar en vela todo el día prevenidos contra lo negativo y defectuoso… y venir el enemigo a hacer su siembra de cizaña en la noche. Si logramos reconciliarnos con la cizaña, podrá crecer el buen trigo en el campo de nuestra vida. Dejemos a Dios ser Dios y, al tiempo de la siega, será Él mismo quien se encargue de hacer la separación para arrojar la cizaña al fuego. A nosotros no nos está permitido quemarla.

Juliana de Norwich (s. XIV), considerada como una de las más grandes escritoras místicas de Inglaterra, nos habla así de su experiencia del Amor de Dios: Y cuando hemos caído por fragilidad o ceguera, entonces nuestro comprensivo Señor nos toca, nos conmueve y nos llama…. Y luego El quiere que veamos nuestra ruindad y que  la reconozcamos  con humildad.

Pero no es su voluntad que nos quedemos ahí, ni quiere que nos ocupemos demasiado en echarnos la culpa, tampoco es su deseo que nos despreciemos, sino que nos volvamos a El con presteza. Rápidamente nos estrecha consigo, pues somos su gozo y su deleite, y El es nuestra  salvación y nuestra vida.

Maravilloso y esplendido es el lugar donde mora el Señor, y por eso, es su voluntad que respondamos sin demora a su toque benevolente,  regocijándonos más en la plenitud de su amor que lamentándonos de nuestros frecuentes fallos… Comprendí entonces que el Señor nos mira con compasión y no con reproche… Aunque pecamos  continuamente, El nos ama  sin fin y nos hace ver tan suavemente nuestro pecado que nos arrepentimos de él con sosiego, dirigiéndose nuestra mente a la contemplación de su misericordia, aferrándonos a su amor y su bondad, sabiendo que El es nuestra  curación.

Y una mística de nuestro tiempo, Etty Hillesum, víctima del exterminio nazi, dice así: ¡Dios mío, tómame de la mano! Te seguiré de manera resuelta, sin mucha resistencia. No me sustraeré a ninguna de las tormentas que caigan sobre mí en esta vida. Soportaré el choque con lo mejor de mis fuerzas. Pero dame de vez en cuando un breve instante de paz. No me creeré, en mi inocencia, que la paz que descenderá sobre mí es eterna. Aceptaré la inquietud y el combate que vendrán después. Me gusta mantenerme en el calor y la seguridad, pero no me rebelaré cuando haya que afrontar el frío, con tal de que tú me lleves de la mano. Yo te seguiré por todas partes e intentaré no tener miedo. Esté donde esté, intentaré irradiar un poco de amor, del verdadero amor al prójimo que hay en mí.

7 comentarios en “¿Vida impecable o vida completa?

  1. Bea dijo:

    Necesaria y humana reflexión. Pone el acento en nuestra humana condición. Alienta y entusiasma al alma para hacer el bien y anclarse en el Señor. Anima. Alegra. Muchas Gracias a esas dos místicas y al autor de la homilia. ….

  2. Luis dijo:

    Nunca había escuchado primero y leído después una interpretación tan valiente y tan profundamente humana de la parábola, que abra la puerta tan de par en par a nuestra propia condición y la ilumine de tal modo. Gracias, Carlos, por ese respeto intelectual que es también marca de la casa en Sobrado.

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