
Las lágrimas de San Pedro | El Greco | 1605
El evangelio de hoy está localizado en Mt 16, 13-30. Lo decimos porque es importante la confesión de Pedro que en ella se da. Así lo da a entender Mt, cuando indica el lugar preciso: Río arriba, casi en la naciente del Jordán, no lejos del Hermón: Cesarea de Filipo (para distinguirla de la Cesarea de junto al mar).
¿Qué es lo que en ella sucede?
Jesús, en su tarea de predicador del Reino, se va a ceñir ahora al círculo de sus discípulos. Y, para comenzar, les pregunta quién cree la gente que es él. Se trata de identificar el ser de la persona de Jesús, no su misterio transcendente.
Sabemos lo que contestaron: Unos que Juan el Bautista (“redivivo”, según Herodes, que lo mandó ejecutar). Otros que Elías, otros que Jeremías o algún otro profeta.
Bien, y vosotros quién decís que soy yo. El lanzado Pedro se aventura a ser portavoz del grupo. Y la verdad es que da en la diana: Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo.
Si la gente no hostil consideraba a Jesús como un enviado especialísimo de Dios para preparar la era mesiánica, Pedro, en cambio, hace una acertada confesión, que es ratificada por la bienaventuranza de: Dichoso tú, Simón ben Jonás. Lo que acabas de decir no ha sido fruto de intuición o experiencia tuya ni de lo que haya podido enseñarte hombre alguno (“la carne o la sangre”), ha sido mi Padre mismo del cielo.
Y Jesús le declara, a su vez a Pedro: Tú eres Pedro (“petros”, pedrusco); contigo, hecho sillar (“petra”, piedra tallada), edificaré mi Iglesia.
Pedro ha acertado, por revelación de lo alto. Pero es bien cierto que Pedro no sabe todavía, lo que sabrá tras la resurrección, el tipo de Mesías que es Jesús. Por eso, apenas indique el Maestro que debía ir a Jerusalén, padecer mucho por causa de los senadores, sumos sacerdotes y letrados, sufrir la muerte y al tercer día resucitar, se lo llevará aparte para increparle: ¡Dios te libre, Señor! No te sucederá tal cosa. Qué más quisiera la sensibilidad de Jesús que no sucediera eso. Lo considera una tentación y una piedra en su camino: Échate a un lado, Tentador, piensas al modo humano, no según Dios. Y, sin embargo, lo sigue eligiendo así como es, pero tallándolo, pidiéndole que le ame más que los otros, para ser base de la Iglesia. Y nuestra gran ayuda al Pedro de turno es nuestra fe en la Roca que lo proclama piedra (tallada, elegida)
Me place traer aquí la consideración que me hice poco antes de ser elegido papa Jorge Bergoglio: Al Papa que vendrá…
PEDRO…
(Al Papa que vendrá…)* Cristo, que es la Roca Cristo que es la Roca [¿Se ha fiado demasiado? La pregunta es si le ama “Tu bien sabes que te amo”, Y Cristo no la retoca: Y así, de la mano unidas, Cristo que es la Roca |
Y si la historia de siglos (Cristo que es la Roca En la Tierra es peregrina, ¡Cuánta luz, sí, mucha luz Cristo que es la Roca Si Él se fía es que confía, Y si el cimiento responde Cristo que es la Roca Santiago F. ORDÓÑEZ, ocso |
Reflexión hermosisima!!