Talentos o Talento

Pina Bausch | Fotografía de Paulo Pimenta | Lisboa 2008

Estamos celebrando el penúltimo domingo del año litúrgico, que dará paso después del que viene, al nuevo año litúrgico con el tiempo santo del adviento.

La Palabra de Dios de estos últimos días del año nos habla del final de los tiempos digamos históricos, que puede ser coincidan con nuestro final personal. Con unos aspectos importantes: El Señor vendrá, para juzgar el mundo o a cada uno de nosotros e inaugurar el Reino. Pero no sabemos el tiempo ni la hora, por lo que hay que estar preparados para ello, desde ya. El reino tiene que ser edificado en lo cotidiano de nuestra existencia. Todo aquello que se pospone para el final no es sino una llamada a la molicie, al abandono, al egoísmo y a la ignorancia de unos valores y bienes que ya existen en este momento. Así, la resurrección, el perdón de nuestros pecados, nuestra muerte, nuestro descanso y el juicio final. Todo ello hay que vivirlo en el día a día. Dejar las cosas para el último momento es un desatino, pues no sabemos cual y cuando va a ser ese último momento. Esto constituye una verdad popular pero que no siempre la ponemos en práctica: “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”. Pues es el hoy lo único que tenemos y podemos tener en realidad. El pasado lo tuvimos y el futuro lo tendremos para bien o para mal. Así pues tenemos hoy una llamada a trabajar y a arriesgar desde este momento. Preparándonos para el gran y definitivo examen, al caer de la tarde.

Nosotros los cristianos tenemos que construir la Iglesia, el Reino, en la medida en que vivimos el evangelio día a día. Ello no se hace como muchos piensan rezando y yendo a misa en los funerales o poniendo velitas a la Virgen de los Dolores o al Santísimo o haciendo promesas de toma y daca. No. El reino se hace viviendo la vida en cada momento y con todo nuestro ser que es material y espiritual formando una unidad indivisible. Nosotros no tenemos dos tiempos según creamos vivir lo material, lo del día a día, y lo espiritual los domingos y solo una hora los domingos.

El ejemplo del evangelio nos habla de algo tan material como el dinero y dinero además en gran cantidad, que es lo que el hombre, leer el Señor, confía a sus servidores, leer a cada uno de nosotros. Y lo entrega para que fructifique. Ahí está el quid de la cuestión: fructificar; Fructificar para compartir, habría que añadir. Un talento en aquel tiempo era el contenido de un platillo de balanza pesada “un tálanton” que equivalía entre 26 y 41 kg de plata. Es decir un solo talento tenía ya mucho valor. Pero ciertamente no hay que quedarse en la materialidad del dinero. “Talento” en castellano, además de ser traducción directa del término “Tálanton” significa un conjunto de cualidades, de determinadas cualidades que adornan a la persona y así hablamos de talento para la escritura, para la música, para los negocios, talento artístico y para el comercio, etc.

Es decir, hemos de poner en juego todos aquellos bienes y cualidades que tenemos y que es también mucho; Todo un “tálanton”. Mucho más de lo que pensamos y creemos. Lo que sucede es que, para muchos, está enterrado o incluso lo entierran para que no se estropee o por egoísmo, no hacerlo fructificar. Acabo de poner ese tesoro en singular a propósito, pues el verdadero Talento y aquí no hay que poner ninguna cifra, se trata de ese tesoro escondido, que todos llevamos en nuestro interior y que es nuestra identidad auténtica. Lo que Merton llama nuestro Yo, que nadie puede engañar ni manipular, ni siquiera el mismo diablo. ES MI SI A TODO que solo Dios conoce. Dicen los sufistas, y que hemos de descubrir, para que mi vida sea un rotundo sí a Dios y a todas sus manifestaciones. Identidad que es el que tengamos participación en el SER con mayúscula. Que seamos seres vivos muy cualificados. El sacarlo a flote y no dejarlo escondido, su fructificación la podemos llamar santidad o simplemente Madurez Humana. Dejar florecer todos los aspectos y riqueza que tiene nuestra personalidad. En ello va todo lo digamos material y espiritual. Lo físico y lo psíquico, lo bueno y lo malo; si no se asusten pues esas dos categorías son elaboración puramente humana, producto de una forma dual de ver la realidad.

Todos esos valores son incontables y un día se pondrán en juego y seremos adornados con ellos. Pero tengan la certeza de que ya están enterrados en nuestro corazón, en lo profundo de él, en la interioridad más interior.

Pablo conocedor de todo esto nos habla de no dormir, estar vigilantes, y en sobriedad, para no dejarnos sorprender cuando el tiempo de florecer haya acabado.
Cuando preparaba esto pensaba que a nosotros nos pasa con el conocimiento de toda nuestra riqueza interior como nos sucede con los móviles o los ordenadores. Conocemos un diez por ciento de sus posibilidades siendo así que en ellos hay verdaderos tesoros de posibilidades y utilidades.

Se nos ha dado toda una vida para conocernos y para aprovecharnos de esa riqueza y hacer aprovechar a los demás con ella. Debería suceder como en los mercados africanos: cada cual aporta lo suyo por pequeño que sea y lo pone encima de unos cartones. Y se aprovechan los unos de los otros, por pequeñas que sean las cosas aportadas. Ciertamente el que más aporta más gana y más enriquece a los otros.

Descubramos nuestros talentos para ponerlos al servicio del otro y enriquecernos nosotros mismos. Respondamos hoy a unas preguntas fundamentales: ¿entierro o desentierro? ¿Divido o separo lo material de lo espiritual viviendo en dos tiempos? ¿Construyo desde este momento?

5 comentarios en “Talentos o Talento

  1. Bea dijo:

    Llevamos demasiado escondido nuestro tesoro……ojalá lo saquemos para mejorar nuestro entorno y hacer más felices a los otros y a nosotros mismos. Que El nos propicie esta dicha.

  2. Mauricio dijo:

    Hay que respetar a los qe ponen velitas … porque son velas que tienen detrás mucho dolor, o amor o desesperación… el tono no es el más apropiado… no cree?

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