
Bautismo de Jesús | Ilda David’ | 2015 | Catedral de Bragança (Portugal)
Él os bautizará con Espíritu Santo. (Mc 1,8)
Jesús de Nazaret no es un hombre vacío ni disperso interiormente. No actúa por aquellas aldeas de Galilea de manera arbitraria ni movido por diferentes intereses. Los evangelios dejan claro desde el principio que Jesús vive y actúa movido por «el Espíritu de Dios».
No quieren que se le confunda con cualquier «maestro de la ley», preocupado por introducir más orden en el comportamiento de Israel. No quiere que se le identifique con un profeta falso, dispuesto a buscar un equilibrio entre la religión del templo y el poder de Roma.
El evangelista Mateo quiere, además, que nadie lo equipare con el Bautista. Que nadie lo vea como un simple discípulo y colaborador de aquel gran profeta del desierto. Jesús es «el Hijo amado» de Dios. Sobre él «desciende» el Espíritu de Dios. Sólo él puede «bautizar» con Espíritu Santo.
Según toda la tradición bíblica, el «Espíritu de Dios» es el aliento de Dios que crea, envuelve y sostiene la vida entera. La fuerza que Dios posee para renovar y transformar a los vivientes. Su energía amorosa que busca siempre lo mejor para sus hijos e hijas.
Por eso, Jesús se siente enviado, no a condenar, destruir o maldecir, sino a curar, construir y bendecir. El Espíritu de Dios lo conduce a potenciar y mejorar la vida. Lleno de ese «Espíritu» bueno de Dios, se dedica a liberar de «espíritus malignos», que no hacen sino dañar, esclavizar y deshumanizar.
Las primeras generaciones cristianas tenían muy claro lo que había sido Jesús. Así resumían el recuerdo que dejó grabado en sus seguidores: «Ungido por Dios con el Espíritu Santo…, pasó la vida haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él».
¿Qué «espíritu» nos anima hoy a los seguidores de Jesús? ¿Cuál es la «pasión» que mueve a la Iglesia? ¿Cuál es la «mística» que hace vivir y actuar a nuestras comunidades?
Si el Espíritu de Jesús está en nosotros, viviremos «curando» a tantos oprimidos, deprimidos, reprimidos y hasta suprimidos por el mal.
Enhorabuena por el anuncio de la canonización de vuestros hermanos martires de Argel. Me quedo para la reflexión de esta semana: ¿Qué «espíritu» nos anima hoy a los seguidores de Jesús? ¿Cuál es la «pasión» que mueve a la Iglesia? ¿Cuál es la «mística» que hace vivir y actuar a nuestras comunidades?
Gracias.
Gracias.
Al mundo que conocemos , lo hemos enfermado…lo hemos anulado…lo hemos maldecido…y sigue todos los caminos para una muy débil recuperación. Hoy más que nunca debemos estar esperanzados en que Dios no nos ha abandonado…Dios no tira la toalla Nunca! Siempre presente…en todas las épocas… con el Soplo Divino de Su Espíritu. Nos refuerza nuestra debilidad…nos eleva los ánimos… sus tenazas forjadas con fuego y viento cortan las cadenas que nos aprisionan a ideas y normas sin sentido…
Dios, en su momento, envió a Su Único Hijo, el Primogénito … Jesús fue ungido por el Espíritu De Dios porque la tarea encomendada es ingente… el Espíritu jamás le abandona y junto con el Padre permanece en el Corazón de cada persona. Dios Espíritu sondea a cada cual y le indica el Camino de Vida… Sepamos apreciar los matices con que cada uno discurre por su Sendero.