Degustar la vida seriamente

Inicio Luminoso | Filippo Rossi | 2014

Como a los Fundadores de Císter en el s. XII, a nosotros nos interesa también la experiencia vital, el saborear la vida. No queremos  quedarnos atrapados por lo institucional ni por lo racional. Nuestro deseo profundo es el de degustar la vida seriamente.

En los últimos años, los estudiosos del Císter han subrayado que la aspiración última de aquel grupo de hombres era la concordia: “buscar la unión con Dios, la unidad en la comunidad, la unanimidad de la Orden, la comunión con la Iglesia universal, y el sentimiento de ser uno con el todo”.

Hablan incluso del surgimiento de una nueva conciencia, “que valora más la interioridad, la subjetividad y la experiencia personal. Muchos que querían ser monjes no se sentían atraídos solamente por el ideal de vivir una vida ordenada en un monasterio organizado, sirviendo bien a Dios. Querían sentir algo. En cierto sentido, al buscar a Dios, esperaban encontrarse también a sí mismos… El verdadero dinamismo del movimiento cisterciense estaba en su búsqueda del verdadero sentido del monacato, cómo se experimentaba el vivir la Regla por monjes y monjas reales, y su relación con sus aspiraciones más profundas. Los cistercienses se movían en la ola de un creciente interés por la afectividad y la relación, tanto con Dios como con los hombres. El ‘éxito’ de la iniciativa cisterciense… estuvo en responder a las exigencias de una conciencia de sí mismo que estaba surgiendo”.

La intuición cisterciense ha buscado siempre la novedad de la realidad, vivida en el momento actual, en el hoy de Dios. Nuestros Padres demostraron que algunos hombres con ideas diferentes, si recorren juntos un camino, ello tiene repercusiones en el mundo entero, pudiendo ejercer una influencia en el desarrollo de los acontecimientos. Las ideas que manifestamos generan olas. El grupo que formamos tiene una irradiación. La cultura que creamos se hace visible en este mundo. Y si, además, se la ve, tendrá también sus repercusiones, por eso, aun habiendo predicado el camino de la humildad, los primeros cistercienses no entendieron ésta en el sentido de tener que ocultar la vida ante los demás.

Los Fundadores de Císter intuyeron que el camino espiritual que cada uno recorre es importante para el mundo entero. Todos estamos entrelazados. Una idea que se exterioriza produce su oleaje. El camino espiritual que transforma a un ser humano transforma a través suyo también a otros hombres que le salen al encuentro. Por eso, lo que hacemos los monjes cistercienses no es sólo para nuestro deleite personal. Comprendemos el camino espiritual siempre como un camino que se recorre solidariamente con este mundo. Asumimos a nuestra manera la responsabilidad por la situación del mundo. Nos hemos retirado del ruido del mundo para transformar e iluminar desde dentro este mundo. Deseamos orientar sobre todo nuestra atención a la transformación del propio corazón, encarando las pasiones y emociones. Y así, al proteger nuestro entorno de las emociones negativas, intentamos promover una protección ambiental espiritual. Siguiendo a nuestros Padres, que siempre tuvieron en cuenta su responsabilidad por el mundo entero, confiamos en que, allí donde la luz vence a las tinieblas, se produce una irradiación que provoca que todo el mundo se haga más luminoso.

Recordar que la novedad de Císter es un modo de no dejarnos vencer por los cansancios y de animarnos a proseguir el camino de la reconciliación y de la paz; de seguir apostando por la comunión entre nosotros, renovando la confianza mutua a pesar de nuestras fragilidades y fracasos; de comprometernos, con la ayuda y el impulso del Espíritu de Jesús a ser una comunidad de vida, de fraternidad, de oración humilde, de misericordia, de provisionalidad que intenta estar a la escucha de los signos que van marcando el «hoy de Dios». Quisiéramos poder seguir con ilusión y con tesón la obra que Dios comenzó en nosotros.

Hoy la celebración festiva de nuestros Santos Fundadores nos urge a seguir siendo buscadores, discípulos en la “escuela de la caridad”, hombres que se preguntan, que dudan, que buscan, que tienen paciencia, que saben esperar, que no están conformes con repetir lo que otros han vivido, que quieren poner su contribución, aunque pequeña, en esta “nueva humanidad” que, con dolores de parto, está surgiendo en nuestro tiempo.

Que al amparo de María, Regla de los Monjes, la Eucaristía de hoy, este encuentro cotidiano con el Señor Jesús, anime nuestro caminar, fortalezca nuestra esperanza y robustezca nuestro empeño de vivir en el amor mutuo, signo profético e inequívoco de la presencia real y transformadora del Señor.

3 comentarios en “Degustar la vida seriamente

  1. luisa dijo:

    Qué homilía tan maravillosa! . Ojalá nos vayamos configurando todos de ese modo!
    Un abrazo muy grande para toda la Comunidad, lleno de agradecimiento y cariño .

  2. isabel dijo:

    Realmente luminosa y motivadora en la tarea personal de transformación y crecimiento.
    Muchas gracias y que este carisma siga multiplicándose y encarnándose en nuestro hoy.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.