DANOS A BEBER DEL TORRENTE DE TUS DELICIAS

El Evangelio de hoy nos presenta un diálogo muy bello. Si algo aprendió de él la mujer samaritana, es que Jesús no se detiene ante nuestras resistencias y apegos sino que busca en nosotros ese punto de apertura gracias al cual puede emerger nuestra sed más honda. Jesús la escuchó de tal manera que provocó que ella fuera expresando ante él sus prejuicios, sus resistencias y sus recelos, hasta que emergió el deseo de vida que se escondía en su corazón, y entonces, como diestro pescador de fondo, Jesús tiró del carrete del deseo: «Si conocieras el don de Dios…”.

Gracias a la escucha de Jesús, la mujer samaritana aprendió a conectar con sus deseos, esos que permanecen dormidos en el fondo de cada uno, y a sondar dentro de sí misma, abriéndose más allá de los niveles superficiales, hasta llegar allí donde habita su verdadero anhelo, dando paso a la gracia de Dios. Si preguntáramos a la mujer de Sicar por la transformación de su deseo, posiblemente nos diría que nunca dejemos que nada ni nadie sofoque o entretenga los deseos que estuvieron en el origen de nuestro encuentro con Jesús, sino que siempre los mantengamos despiertos e insatisfechos porque en ellos se esconde nuestra mejor fondo de humanidad, lo que nos permite continuar abiertos y expectantes ante ese Don que nunca acabamos de conocer por completo. La samaritana aprendió de Jesús a conectar con los deseos dormidos en el fondo de su ser y a buscar esos «puntos de apertura» que pueden dejar paso a la gracia.

Sólo los que son capaces de aproximarse y tocar, de perder tiempo y perforar en la apariencia, pueden ayudar a otros a alumbrar el manantial que los habita. Estamos constantemente comunicándonos con nuestras palabras, nuestras acciones y nuestros gestos; con nuestras posturas, nuestros modales, nuestro modo de andar… Todo es comunicación, y todos nos comunicamos y deseamos hacerlo. Todos deseamos hacernos comprender y comprender a los demás. Pero no siempre sabemos hacerlo. La comunicación exige un aprendizaje. Si queremos comunicarnos, lo primero que tenemos que hacer es saber escuchar. Decía el filósofo Zenón de Elea que “nos han sido dadas dos orejas pero en cambio sólo una boca, para que podamos oír más y hablar menos”. Escuchar puede parecer algo sencillo, que ya todos sabemos hacer, pero no es así. El que sabe escuchar es comprensivo con el otro, llega a entender los problemas del otro, a captar sus sentimientos, a ponerse en su lugar, a confiar en su capacidad para salir adelante, a respetar su libertad, a respetar su intimidad, a no juzgarle, a aceptarle tal y como quiere llegar a ser… consigue llegar a ver al otro más allá de los problemas.

Si la samaritana, liberada de todas sus idolatrías,pudiese comunicarse con nosotros nos diría que fuésemos pacientes con la lentitud de nuestros procesos a la hora de romper con los maridos idolátricos. Que no dudemos en confiarnos al poder de seducción de Jesús, a su paciencia a la hora de perforar nuestras defensas, a su deseo de conducirnos hasta lo profundo de nuestra vida, a sus fuentes interiores y secretas, porque Él sabe acompañar ese descenso sin impaciencia ni prisa. 

Nos exhortaría, llena de entusiasmo, a no quedarnos únicamente en lo que ya sabemos de Jesús, porque ella misma al principio no vio en Él más que a un judío, que le fue conduciendo hacia sí hasta revelársele como Aquel a quien siempre había estado esperando sin saberlo. Nos animaría a tener la osadía de nombrarle con nombres nuevos, con esos que no están aún editados y que sólo aparecen cuando abrimos el libro de la vida. Nos insistiría en no tener miedo de reconocer la sed que nos habita, que nonos engañemos creyendo que estamos libres de la precariedad y la vulnerabilidad que laten en cada ser humano porque así nos sentiremos caminantes con los que caminan y buscadores con los que buscan. Entonces viviremos la alegre sorpresa de ser evangelizados por los más pobres. Nos hablaría también de la urgencia de escuchar mejor y, en vez de predicar y dirigir tanto, hacernos expertos en preguntar, dialogar y compartir con otros esa pobreza que nos iguala a todos. Y, nos avisaría de que estemos prevenidos porque Jesús nos puede estar esperando en cualquier lugar, en cualquier mediodía de nuestra vida cotidiana, precisamente cuando andamos enredados en pequeñas preocupaciones, en rencillas mutuas o en rancias discusiones en torno a la letra muerta.

Gracias Señor Jesús, porque nos invitas a celebrar con la mujer de Samaria, junto al brocal del pozo, que la propia pobreza reconocida y puesta en relación contigo, no es un obstáculo para recibir el don del agua viva, sino la mejor ocasión para acogerla y dejarla saltar hasta la Vida Eterna. Jesús, danos a beber del torrente de tus delicias porque en ti esta la Fuente Viva (Salmo 35, 9).

4 comentarios en “DANOS A BEBER DEL TORRENTE DE TUS DELICIAS

  1. Mauricio dijo:

    «Sólo los que son capaces de aproximarse y tocar, de perder tiempo y perforar en la apariencia, pueden ayudar a otros a alumbrar el manantial que los habita.» Vosotros lo hacéis … Gracias.

  2. ROSA Y RAFAEL dijo:

    «La samaritana le dice a Jesús :- sé que va a venir el Mesías …cuando venga nos lo dirá todo.
    -Jesús le dice : Soy yo: el que habla contigo.» La Iglesia que habla de si misma SIN EL EVANGELIO , traiciona al mismo que habla en el Evangelio a JESÚS , que conoce la realidad humana .
    ROSA Y RAFAEL .

  3. vicenta rúa lage dijo:

    «De noche, iremos de noche, que para encontrar la fuente solo la sed nos alumbra».
    Nuestra pobreza, vista y aceptada, se convierte en una abertura por la que penetra el don del Agua Viva. En la que nosotros, al fin más pequeños y ligeros, podemos saltar tan alegremente como salta el agua. Alto, alto sobre nuestras cabezas, perdiéndonos de vista, hacia la Vida.
    «Danos a beber del torrente de tus delicias, porque en ti está la Fuente Viva. Y en tu luz vemos La Luz».
    Muchas gracias.

  4. xerais dijo:

    Siempre me ha movido a compasión ver a personas, seres humanos, viviendo en las calles..!!!! Es una situación que quiebra mi corazón ..!!!! Me motiva el amor de Cristo para ayudarles!!!! Durante décadas trabaje en una importante entidad financiera de mi tierra y , perdonen mi falta de humildad, ocupando puestos de importancia ejecutiva. De los seguidores de Cristo soy el último y más insignificante, pero su amor me permitió ser un «buen samaritano. Me gustaba ayudar a la gente , y que vieran a Cristo viniendo en su ayuda.. El Señor ha tocado nuestros corazones y debemos derivar ese a ir hacia los más necesitados!!!! Cristo vive., aún hoy, a pesar de la indiferencia de los hombres!!!!!

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