Día de viento Sur desde mi infancia santanderina. Quizás sea una referencia demasiado personal y no extendible a todo el mundo: pero es el viento de mi vida. El Espíritu sopla como quiere… y toca seguir su vuelo.
Cada uno tendrá que rememorar su experiencia vital con el viento de su vida: la sensación del viento en la cara, en la nuca, en la espalda. Ser empujado, retenido, zarandeado, acariciado, abofeteado, cegado, peinado o despeinado. Viento que nos ha asustado, estimulado, retado, refrescado…
Mi referencia es el Sur que siempre me ha marcado el Norte desde que tengo memoria; y la referencia ha sido tan fuerte que desde muy pronto puedo rastrear su paso por mi historia. Nadie marca el camino del viento, sólo sopla. Ante Él puedes colocarte de frente, de espaldas, de un lado u otro. Unas veces sopla como brisa –las más–, otras algo más fuerte y en pocas ocasiones como huracán. Tan acostumbrados estamos al aire que la mayor parte de las veces ni le notamos y pocas veces le prestamos atención, como no sea que por cualquier motivo, bueno o malo, nos altere.
La primera vez que tomé consciencia de la fuerza abrumadora que podía tomar el viento Sur y que me lleno de temor, de miedo, de asombro, de respeto y me hizo tomar, también, conciencia de la fragilidad y afán de superación de mi mismo; fue en lo alto de una montaña enfrente de la bahía de Santander. En la adolescencia, después de la satisfacción de haber conquistado la cumbre, el viento me tiraba montaña abajo. Mis pies no podían hacer frente al viento que soplaba alrededor en un día completamente despejado y luminoso. Entré en pánico tirado por el suelo a la búsqueda de una roca que me protegiera. Después de arrastrarme unos metros que parecían eternos, apareció la roca salvadora y al amparo de ella pude contemplar un espectacular panorama como si nada hubiese pasado, como si nada me hubiese ocurrido, como si todo estuviese bien. Y la verdad es que entonces lo estaba… fue uno de los momentos de despertar en mi vida. Uno de los momentos en que irrumpe de forma inesperada, profana y sagrada a la vez si sabemos mirar, la presencia de la “VIDA”.
¿Qué tiene esto que ver con el Espíritu que os explicará la verdad plena y os enseñará lo que tenéis que decir ante gobernadores y jueces?¿Qué nos enseña lo que aún nos explica el Señor Jesús de la historia, de nosotros mismos? Cuantas veces buscamos señales extrañas, ajenas, lejanas y podemos olvidarnos que nuestra propia vida con sus circunstancias, con sus carencias y retos, con sus desafíos e ilusiones, con sus enfermedades, alegrías, impulsos…
Vivimos en el Espíritu y tantas veces no lo sabemos… es posible que una mayoría de la humanidad no sea consciente de ello y por eso sucede lo que sucede de malo provocado por los hombres que generan muerte. Es posible que muchos no se hayan detenido nunca a contemplar como ha soplado el viento en sus vidas y sigan por ello sin despertar, sin tomar conciencia, sin impulso. Escondidos tras la roca pero incapaces de levantar la vista para contemplar el panorama, sin comprender que esa roca real de la montaña fue abandonada para bajar a impulsos del viento…
Y que para nosotros, los que estamos aquí, sabemos quien es la roca, el viento, el árbol, la vida y de nuevo queremos abrir los ojos para seguir sus impulsos con el corazón ensanchado.
Si, «vivimos en el Espíritu y tantas veces no lo sabemos…».El problema reside en que no sabemos que vivimos en la perfección del Espíritu. La vida se despliega a cada intente con el viento del sur, con la luz de la estrella y tantas veces nosotros no estamos conectados con Dios con lo manifestado, que vivimos ensombrecido. En el budismo a esto se le llama «adviya «, ignorancia. Concluyo con recordando que el significado de Buda es el » El despierto», despertemos a lo que se maní esta, todo fluye en el abrazo de Dios. Gracias …
Que es la espiritualidad? La vida que respira. La vida alentada y empujada por el soplo,la brisa o el huracán. Es vivir en el Espíritu que habita en todos los seres,que libera y da anchura, que acompaña y consuela, que nos hace prójimos y compasivos,capaces de paz y de armonía,Nos enseña a mirar a todos con atención,respeto. Nos permite ver que todo es sagrado y hay que cuidarlo. Es como el pan, el agua o el oxígeno que respiramos.
Preciosa homilía!
Gracias por ella.
Feliz Pentecostés para toda la comunidad de Sobrado
Gracias inmensas!!!
Gracias.
Muchas gracias por esta maravillosa homilía, llena de simbolismos. Gracias también por los comentarios. Un abrazo grande y agradecido a toda la Comunidad.