La noche, la Fuente y la sed

Un poema de Luis Rosales (1910-1992) de inspiración sanjuanista dice así:

De noche, iremos, de noche
que para encontrar la Fuente
sólo la sed nos alumbra.

De noche

A Dios, por lo general, acudimos cuando en nuestra vida es de noche, es decir, cuando comprendemos que le necesitamos. Cuando es de día, en cambio, son tantas las luces que nos deslumbran que es fácil olvidarse de su Luz.

Al igual que al final de cualquier túnel, por largo y oscuro que sea, hay siempre una luz, en el más profundo centro de nuestras noches brilla siempre una llama. Esa llama es Dios, que nos espera en el corazón de nuestras tinieblas. La invitación, por tanto, no es a huir de la oscuridad, que es lo que normalmente hacemos, sino entrar en ella.

Nuestra noche oscura particular puede ser ahora un vicio no erradicado, una pasión desordenada, un pacto con la mediocridad, un problema económico o familiar grave, una crisis de pareja, un miedo de apariencia insuperable… Sea cual sea nuestra noche actual, Dios está ahí para nosotros. Esta es la convicción cristiana más radical.

La Fuente

La felicidad del hombre en este mundo depende de su conexión con su fuente interior, lo que los cristianos llamamos Espíritu Santo. Sólo esta Fuente puede saciar el corazón humano. El resto de las alegrías son pasajeras, fugaces, efímeras…

Seducidos por el espejismo de otras fuentes o, sencillamente, por pereza, con frecuencia, conscientes o no, nos alejamos de esa Fuente. A veces nos distanciamos tanto de Ella que ya ni la vemos y hasta dudamos de que exista. Y nos decimos: ¿no será una ilusión juvenil? ¿No me habré engañado cuando creí beber?

Cuanto más lejos estamos de la Fuente, más se van apagando las esperanzas y menos confianza tenemos en nosotros mismos y en los demás. El futuro se va estrechando.

Sentimos la vida como un peso que nos fatiga. Crecen los miedos y las seguridades a las que pretendemos agarrarnos. Todo esto deja una huella física: se ensombrece el rostro y nuestra mirada se apaga. Hay quien piensa que eso es la madurez, pero se trata más bien de la decadencia espiritual o de la muerte en vida. Crecer bien es crecer en vulnerabilidad.

La sed

Es en esta situación límite, casi desesperada, cuando podemos reconocer que estamos profundamente insatisfechos. Antes, quizá, no habíamos tocado fondo y aún nos dejábamos engañar por los sucedáneos de la felicidad: el prestigio social, la compensación sensorial, la seguridad material… Pareja, familia, trabajo…; nadie niega que todo eso sea importante y bueno, pero no es, ciertamente, el Reino de los Cielos.

Lo primero que hace falta para atisbar algo de ese Reino es tener sed; sólo entonces acudiremos a la Fuente. Lo primero es desear la luz; sólo entonces salimos de la noche. ¿Y cómo? Gritando. Sólo un grito imperioso y desgarrado es escuchado por Dios. No hay oración sincera que Él no atienda. Ni una sola. Tampoco hay ritual vacío que Él escuche. Ni uno sólo.

Estar en Dios y estar en las cosas de Dios no es en absoluto lo mismo. Podemos ser muy religiosos y muy poco espirituales, y quizá sea éste nuestro cáncer. Podemos recitar plegarias durante media hora sin haber conectado con Él ni un segundo. Por desconfianza hacia Dios y hacia la vida –que es la misma desconfianza– nos aseguramos todo tanto que, al final, no necesitamos nada y, en consecuencia, nada hay que pedir de verdad. ¿Cuál es hoy mi grito?, ésta es la pregunta. ¿De qué necesito ser salvado en este momento de mi vida? ¿Estoy dispuesto a convertirme en un pobre que suplica?

Texto de Pablo d’Ors, publicado en el nº 2.895 de la revista Vida Nueva

6 comentarios en “La noche, la Fuente y la sed

  1. Bea dijo:

    Leyendo ESTO solo se me ocurre : estoy dispuesta a covertirme en una pobre que suplica ? Gracias por abrirme los ojos del corazón.

  2. Mane dijo:

    El Evangelio de ayer domingo 7 de octubre es de Marcos no?. Colgais en la web unas lineas de un poema de Rosales y una reflexión de D,Ors….
    Hombre y mujer se encontraron y se reconocieron uno al otro. La mirada no se detuvo en los ojos. Llegó al corazón. El Evangelio de Marcos lo dice con absoluta claridad. Lo que Dios a unido que no lo separe el varón. Es Dios mismo quién los atrae a vivir unidos por un amor libre y gratuito. No solo en el matrimonio sino en cualquier institución civil o religiosa. Hemos de escuchar el mensaje de Jesús! No se abren caminos al Reino de Dios sin luchar activamente contra el patriarcado. ¿ Cuando reaccionará la Iglesia con energía evangélica contra tanto abuso,violencia y agresión del varón sobre la mujer?¿ Cuando defenderá a la mujer de la «dureza de corazón» de los varones? No somos una posesión del hombre como quien tiene un coche,o una casa…. volver al principio,a redescubrir la voluntad original de Dios e intentar hacerlo realidad en nuestras vidas y familias. Hay que tener corazón de niño. El Evangelio de Marcos es contundente con la extrema violencia de género que estamos viviendo. La Iglesia que habla en voz alta y a la que se escucha tiene que reaccionar obligatoriamente ante estas situaciones de poder y posesión

    • Monasterio de Sobrado dijo:

      Muchas gracias por su comentario.
      Los textos que publicamos a los domingos no son necesariamente las homilias del día.

  3. Concha dijo:

    Gracias, me ha hecho mucho bien llegar a ésta pagina y leer la reflexión sobre..La noche, la Fuente…..desde éste instante mi oración va a ser un grito…..

  4. Gubi dijo:

    Mi grito es de sed, en el silencio de una noche que esconde el fluir del manantial que cual Fuente alumbra el Despertar. Y, uno duerme a merced de la sed de ignorancia del sufrimiento por la no aceptación de lo que la vida nos va trayendo.
    Aceptar no es resignarse, es acoger la sed que portamos y a traves de ella ser pura agua.

    «De noche, iremos, de noche
    que para encontrar la Fuente
    sólo la sed nos alumbra»

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