Servir es la ley del cristiano

Lavatorio de los pies | Claudio Pastro

Durante la guerra de independencia americana una compañía de soldados, con su capitán al frente, estaba construyendo un fuerte. Mientras los soldados sudaban por levantar el madero que haría de dintel, el capitán miraba con las manos cruzadas.

En la distancia apareció un extraño que cabalgaba hacia el fuerte. Cuando llegó y vio la escena se dirigió al capitán y le dijo: ¿por qué no les echa una mano? “Soy un oficial” fue su respuesta.

El extraño se sumó al grupo de soldados y entre todos colocaron el madero.

Al despedirse le dijo al capitán: la próxima vez que necesite ayuda, llámeme. Mi nombre es George Washington y soy el comandante en jefe del ejército de los Estados Unidos.

El evangelio de Marcos lleva varios domingos pintándonos a los doce apóstoles con no buenas maneras. No son aún los grandes héroes de nuestro santoral. Acompañan a Jesús pero ni su mensaje ni su ejemplo les ha penetrado. Siguen siendo alumnos desmotivados y preocupados más por sus ambiciones personales que por las enseñanzas del maestro.

Se pelean por el primer puesto.

Ese no es de los nuestros. Que se calle y que se largue.

Nosotros lo hemos dejado todo por seguirte, ¿cuál será nuestra recompensa?

Hoy, Juan y su hermano Santiago piden sentarse uno a su derecha y el otro a su izquierda en el futuro reino de Jesús. Jesús habla de servicio, Santiago y Juan piensan en el poder. La distancia entre la enseñanza de Jesús y lo que ellos están dispuestos a aceptar es enorme.

Como ven esos doce hombres tenían el mejor maestro y sin embargo no progresaron adecuadamente.

Por eso no hay que desanimarse. Llevamos mucho tiempo escuchando el mensaje de Jesús y quizá tenemos la impresión de que no hemos cambiado nada. Seguimos pensando como los hombres y suspirando por las mismas cosas que nuestros semejantes.

Todo en nosotros se resiste a servir, a darse hasta que duela. Despojarse de los títulos, del rango, de la autoridad, del “yo soy un oficial”, yo soy el obispo, yo soy el párroco, yo soy el que manda aquí… y ¿servir?, ¿es quizá una tarea sobrehumana?

Jesús también les dijo a los doce en la última cena: ejemplo os he dado, haced vosotros lo mismo. El único título que le sienta bien a Jesús es el de servidor, el de hombre para los demás.

Jesús no asciende el escalafón, sino que baja todos los escalones para hacerse nuestro servidor.

Jesús eliminó la ley del más fuerte, del más poderoso e instauró la ley del que más ama, del que más sirve, del que más se entrega, del que más se da.

A Juan y a Santiago no les promete ser ministros de un reino mundano, les ofrece beber la copa del sufrimiento y de la vida dada por el evangelio.

En la Iglesia de Jesús no hay ministros con cartera, aunque algunos se identifican, actúan y viven como ministros mundanos. Los títulos eclesiásticos muchas veces son más mundanos que evangélicos e imitan más el escalafón de los hombres que el de Jesús.

No sea así entre vosotros.

Si el combustible de nuestro corazón es la ambición, el ascenso, el éxito, en nada nos distinguimos de los demás porque ni miramos a Jesús ni a los demás. Mirar a los demás, en lugar de mirarnos a nosotros, es el primer paso hacia el servicio.

Jesús no quiere gente sentada sino gente en camino.

«Entre vosotros no ha de ser así». El abuso del poder no se da sólo en la sociedad civil, se da también en la iglesia. El poder absoluto corrompe absolutamente dicen, pero el poder en nombre de Dios es muy peligroso. La historia de la iglesia está llena de ejemplos de esta perversidad. Y su actual descrédito tiene su raíz en el abuso del poder.

El Señor al que decimos «tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria», eligió otro camino.

Jesús terminó su vida entre dos ladrones, uno a su derecha y otro a su izquierda.

¿Será esa la derecha y la izquierda que Jesús nos ofrece?

2 comentarios en “Servir es la ley del cristiano

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