Celebramos hoy la Solemnidad de todos los que están cerca de Dios, o bien podríamos decir, mejor, de todos aquellos en quienes Dios está. Y cae de su peso que Dios está en todos, lo sepan o no. El evangelio nos habla de estos empezando por los primeros, los más pobres de quienes se dice que de ellos es el Reino de los cielos, ya, ahora mismo. No se trata de pensar en mejores o peores sino de tomar conciencia, de lo que hay de Dios en todos. Que es nada menos que su imagen y semejanza.
Es esta una Solemnidad, como muchas otras, basada totalmente en la fe, ya que desgraciadamente no ha venido nadie para confirmar dicha creencia de la vida eterna, de cómo será, etc. No hay ningún tipo de referencia espacio temporal, si tenemos en cuenta lo que nos dice la ciencia sobre este extremo. No existirán estas coordenadas así como nuestra figura actual. Dice Jesús que seremos como ángeles. La Iglesia, fuente de revelación como lo es la Escritura, considera el Cuerpo de Cristo, la Iglesia, dividida en tres grupos: La Iglesia triunfante, la purgante y la militante, la de los que vivimos ahora. Y hay comunicación entre dichos estratos, de habitantes del cielo, del purgatorio y de la tierra. Ninguna prueba existe sobre esto, aparte de la fe que es, de todos modos, el único sentido, espiritual, que capta lo sobrenatural, como los corporales la realidad material, de los que nadie duda.
En la proclamación de la fe con el credo, que hacemos todos los domingos, decimos y proclamamos solemnemente que creemos en la comunión de los Santos, la Resurrección de la carne y la vida eterna.
Por lo tanto creo firmemente que reflexionar, por medio de la razón, sobre estos temas de fe es una pérdida de tiempo. Entre otras cosas porque se refieren a cosas del futuro, que aún no ha llegado. A nosotros nos toca vivir en lo único que tenemos con relación al tiempo y es el presente, ya que como todos saben ni el pasado ni el futuro existen, y mucho menos en la Vida Eterna.
Es en el presente donde hemos de buscar a Dios, donde hemos de meditar en su palabra, para encontrar su voluntad y tratar de conocer nuestra propia identidad profunda la que Jesús nos reveló. Y para descubrir el tesoro que nos hace felices. Es en el presente donde hemos de llegar a ser felices. Fíjense que estar en esta santa ignorancia es ya considerarse bienaventurado por la primera de las bienaventuranzas, pues no hay mayor pobreza que la de no conocer nada de nuestro futuro, pero vivir preparándolo en el presente.
No sabemos nada de cómo será la vida eterna, pero la palabra de Dios en el A.T. y en el N.T. da mucha información sobre su existencia, y además todas las civilizaciones humanas desde los comienzos participan de esta creencia. Está en los genes de la humanidad.
Por otro lado existe a este respecto una prueba, para mi irrefutable, y es que tiene que existir una culminación de nuestro pensamiento y creencia. Somos capaces de concebir y comprender la existencia de los absolutos: Dios mismo lo llamen como lo llamen, Belleza, bondad, justicia, amor, felicidad, plenitud y de cómo estos, que son atributos divinos, no se alcanzan en modo alguno en nuestra existencia terrestre. ¿Creen ustedes que puede quedar todo en una mera idea, en una no culminación, un no cumplimiento, una frustración inaudita de algo que hemos sido capaces de concebir e imperfectamente vivir?
Este argumento es muy parecido al del Apocalipsis. Este libro de estilo bien peculiar, fue escrito durante la persecución de Nerón y Trajano. Trata de dar una esperanza firme a la angustiosa pregunta de los creyentes de esa época: ¿Ha vencido Jesús, como dijo, realmente al mal? El Apocalipsis lo afirma. Para escapar de la censura imperial fue escrito en ese género, llamado apocalíptico, propio de una obra de teatro o de una película fantasmagórica llena de simbolismos, perfectamente colorista y escenificable. Así pues el mensaje del Apocalipsis, que nosotros hemos de referirlo a la festividad que celebramos es claro: ¡Ánimo! Los santos son personas como nosotros, que el amor es más fuerte que todo lo demás. Su victoria es ya la nuestra, esperando el triunfo definitivo de Cristo sobre el mal. El estilo de las biografías sobre los santos, la Hagiografía es, como el Apocalipsis, simbólico, con el ánimo de dar ilusión y fuerza a los creyentes. Aunque debiera decir que en muchos casos lo que es deprimente es ver fallidos todos nuestros esfuerzos de santidad. No. Los santos que están en el cielo, fueron personas como nosotros, sometidos a dificultades, pecados, debilidades, dudas, ¿Por qué esto? Pues porque así es nuestra naturaleza humana. Pero Jesús ha venido a llamar a los pecadores para decirles que, por su cruz y resurrección sus pecados han sido perdonados y que la puerta del Reino de Dios está de par en par abierta para ellos. Para nosotros. Ser santo es aceptarse como se es y sentirse totalmente libre para vivir amando. Amándonos a nosotros mismos, a los hermanos y a Dios. Y solo ahí está la felicidad duradera, que se prolongará en la otra vida.
Hemos de ver en ellos a unos “entrenadores”, como los del futbol para entendernos, entrenadores de nuestra fe y nuestra esperanza y hemos de encontrar en ellos un consuelo en nuestras debilidades. Ser santo o como diríamos hoy, ser verdaderamente hombres y mujeres maduros, es perfectamente posible y a eso todos estamos llamados.
Termino diciendo algo sobre el conocido evangelio de las Bienaventuranzas, la Ley Nueva dada, por Jesús en el Monte, como un nuevo Moisés que sustituye o mejor refuerza a la del Sinaí. Se trata de un camino, que desde luego va en contra de nuestro modo de pensar en la felicidad y sus medios de conseguirla. Es un camino que supone una fe grande en la personalidad divina de Jesús, y que como digo llama a algo que nos puede parecer contrario a nuestra razón. Como muchas cosas y afirmaciones de Jesús de Nazaret. Ser benditos los pobres, los mansos, los que lloran, los hambrientos y sedientos de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los pacíficos, los que padecen por la justicia.
Las Bienaventuranzas son un verdadero estudio de Jesús, de su personalidad, del hombre maduro. Y Jesús no es sino la forma humana de Dios, de modo que las bienaventuranzas, que han sido el camino de todos los santos, son el verdadero retrato del Innombrable, del que Es, del Eterno.
Pidamos al Señor la ayuda de su gracia para ser capaces de seguir ese camino hacia la santidad a la vez que nos acogemos a todos los santos y su intercesión y ejemplo.
Gracias….
Convertirse…convertirse a Jesús. Cambiar nuestras costumbres a través del seguimiento de los mandatos del Evangelio. A través de la Buena Nueva llega a nosotros la Promesa de permanecer eternamente en la Presencia De Dios. Los que se aventuraron en sus vidas…los que se aventuran todos los días…en seguir este Camino, Verdad y Vida que es el Señor están en la onda de la santidad.
Dios está con nosotros…en nosotros…en nuestro interior….en todos los momentos. Seamos capaces de Amar a Nuestro Dios. Seamos atrevidos en el intentar y conseguir tener un corazón limpio donde se pueda reflejar nuestro Creador. Aunque nuestras debilidades nos dificulten el hacerlo así, la gracia del Espíritu Santo nos ayudará con su Luz. Solo nos falta la confianza en que Dios JAMÁS abandona a ninguno de los seres que salen de SUS MANOS.
Gracias
Muchísimas gracias.