Es éste un día de acción de gracias por el don de reunión y de comunión recibido en esta forma de vida estable. Somos testigos de que Dios puede manifestarse con libertad soberana e impactar con fuerza misteriosa en cualquier corazón humano.
Todo ser humano desea que le valoren. Una de las más hondas necesidades del corazón humano es la de ser apreciado. Todos ansiamos vivamente que los demás me acepten y que me acepten verdaderamente por lo que soy. Nada hay en la vida que tenga efectos duraderos y tan fatales como la experiencia de no ser aceptado plenamente. Cuando no se me acepta, algo queda roto dentro de mí. Un bebé no recibido con agrado está arruinado desde las raíces mismas de su ser. Un estudiante no aceptado por su profesor no llegará nunca a aprender. Una persona no aceptada por sus colegas de trabajo padecerá de úlceras y hará la vida imposible a los de su hogar. La historia de muchos presidiarios demuestra que la experiencia de no haberse sentido aceptados constituyó el motivo principal de sus extravíos. De igual manera, en la vida cenobítica, cuando una persona no se siente aceptada en su comunidad, no puede ser feliz. Una vida sin aceptación es una vida en la que deja de satisfacerse una de las necesidades humanas más primordiales.
Ser aceptado quiere decir que las personas con quienes vivo me hacen sentir que realmente valgo y soy digno de respeto. Son felices porque yo soy quien soy. Ser aceptado significa que me permiten ser como soy y que, aunque es verdad que todos tenemos que desarrollarnos, no me obligan a ello a la fuerza. ¡No tengo, pues, que pasar por alguien que no soy! Y tampoco me tienen fichado por lo que he sido en el pasado o por lo que ahora soy. Por el contrario, me dejan campo libre para desplegar mi personalidad, para enmendar mis errores pasados y progresar. En cierto sentido podemos decir que la aceptación constituye un descubrimiento.
Toda persona nace con un gran número de potencialidades, pero si éstas no son estimuladas por el toque caluroso de la aceptación de los demás, permanecerán dormidas para siempre. La aceptación, pues, libera todo lo que hay dentro de mí. Sólo cuando soy amado, en ese sentido profundo de la plena aceptación, puedo llegar a ser realmente yo mismo. El amor y la aceptación por los demás hacen posible que yo llegue a ser esa persona verdaderamente única e inédita que estoy llamado a ser. Cuando se estima a alguien por lo que hace, no se le trata como a un ser único, porque siempre habrá otro que pueda hacer su mismo trabajo o incluso hacerlo mejor. Pero cuando uno es amado por lo que es, sólo entonces se convierte en una persona única e insustituible. Queda claro, por consiguiente, que necesito de la aceptación de los demás para alcanzar la plenitud de mi personalidad. Cuando no soy aceptado, no soy nadie. No puedo alcanzar mi plenitud. Un hombre que es aceptado es un hombre feliz porque ha sido ‘descubierto’ y podrá desarrollarse.
Aceptar a otro no quiere decir que tenga que aceptar sus defectos, ni tratar de encubrirlos. Tampoco significa que todo lo que él haga sea ‘genial’ o ‘perfectamente hecho’. Todo lo contrario. Al negar los defectos de una persona estoy demostrando justamente que no la acepto. Todavía no he llegado a la profundidad de su persona. Sólo cuando acepto a alguien totalmente y sin reservas puedo hacer frente a sus defectos. De manera negativa podemos decir que aceptar a una persona significa no darle nunca motivos para que se sienta poca cosa.
En este día de la comunidad, recordamos muy especialmente a los hermanos ausentes. Felicitamos con sincero agradecimiento a cada hermano de la comunidad, particularmente hoy a José Carlos y a Carlos María. Y bajo la mirada siempre amorosa de María, confiados en la Misericordia de Dios, renovamos nuestro anhelo de ser la comunidad que Jesús quiere.
Pues felicidades por tan elocuente exposición de la aceptación. Felicidades a esa querida comunidad y Prior y felicidades a Jose Carlos y Carlos Maria.
Gracias
Desde que nacemos ,y a lo largo de toda nuestra vida,necesitamos ser aceptados,valorados y queridos. O creceremos con desequilibrios e infelices. Has tocado el tema mas impotante de nuestra vida. Llega al corazón y
Nos hace pensar, que siempre es bueno Gracias.
Feliz día del prior, o comunidad. Felicidades a todos los Carlos. Un abrazo.
Me uno a esas felicitaciones y pido a Dios por los Carlos de esta comunidad.
Es muy cierto q sin aceptación no podemos crecer y sin ella no es posible seguir adelante.
Cuando esto ocurre, no sólo la persona no aceptada SUFRE, también lo hacen los q están en su entorno y aquellos q les quieren. Todo un mundo , pequeño o grande vive en constante zozobra.
No se debe arrojar la toalla pero si tratar los por qué.
La humildad, la sinceridad y la apertura de corazón pueden hacer milagros. Y el Padre hará todo lo demás.
Ojalá otros pudiesen hacerlo. Pero para ello siempre habrá alguien q desde EL SILENCIO LO HAGAN POR EL.
En cuanto a vosotros OS ACEPTE COMO SOIS HACE MUCHOS AÑOS. FELICIDADES Carlos . Perdonad si mis reflexiones son largas pero habló desde el corazón de alguien q sufre .
Enhorabuena ¡¡¡
Que bueno, cuánto se dice sobre ser aceptado, que cambio tan necesario deberiamos hacer en la mayoría de grupos parroquiales. Enhorabuena por todo el ejemplo de esa comunidad….