La realeza de Jesús

Iglesia del Santo Sepulcro | Torres del Río (Navarra)

La celebración de la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, cierra el Año Litúrgico en el que se ha meditado sobre todo el misterio de su vida, su predicación y el anuncio del Reino de Dios. La Solemnidad de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de diciembre de 1925. El Papa quiso motivar a los católicos a reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo Rey, frente al problema de ese momento que era el laicismo, contra el que la misma encíclica proclamaba el Reinado de Cristo. Reinado en los corazones de los fieles, de los hombres, y en la sociedad y más aún en el universo. La realeza que Cristo asume es una realeza de servicio. Ese es el mensaje fundamental que Jesús vino a traer al mundo: Es conocida su declaración en Nazareth cuando se aplica a sí mismo la profecía de Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido y me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Nueva, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. No he venido a ser servido sino a servir. Mi alimento es hacer la voluntad del Padre, que no quiere que lo que me ha dado se pierda, sino que lo resucite en el último día”… etc.

Jesús se aplica, también, el texto que hemos escuchado en la primera lectura: El Emmanuel que será sacerdote, profeta y Rey, con las tres categorías de servicio, amor y entrega al Padre por medio del servicio de amor a los hombres. Como dice el Apocalipsis, ese amor, servicio del rey, es el que nos libera de nuestro pecados y nos abre el camino al cielo, a la vida para siempre. Es Cristo el que viene en las nubes como Rey y Señor del universo y se declara además a sí mismo como el Alfa y la Omega, el principio y fin de todo, el que era, es y vendrá al fin de los tiempos para llevar a toda la creación al Padre. La realeza de Jesús viene de su Padre Dios y no tiene su base y su apoyo en las fuerzas armadas sino en el amor y la verdad. Una verdad que hará libres a los hombres. Sólo los que están a favor de la verdad, como los niños que lo aclamaron a su entrada en Jerusalén, pueden captar la realeza de Jesús.

La fiesta de Cristo Rey es también la de todos los bautizados, invitados a participar del reinado de Dios: reino de verdad y de vida, reino de justicia y de paz. En el Nuevo Testamento, la autoridad personal del ejemplo sustituye al ansia de poder y de dominio. Dios dio poder al hombre desde el principio para dominar el mundo y hacerlo crecer. Y desde luego desea reinar en el corazón de todos los hombres. Pedimos muy frecuentemente por la paz en el mundo, pero esa es tarea de los hombres con un corazón arrepentido, el corazón hecho a la medida de la gracia recibida de Dios. Es decir que la fe individual juega un papel preponderante. El evangelio que se leía hace unos días sobre el sermón de la montaña, nos mostraba cual era el contenido de esa fe individual, una fe que llevaba a los hombres creyentes a ser pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. A los mansos, a los que lloran, a los que tiene hambre y sed de justicia, a los misericordiosos, a los limpios de corazón, a los pacíficos y a los que padecen por causa de la justicia.  Lo maravilloso es que el conseguir eso, el recibir esa categoría de pertenecer al reino es obra de la pura gracia de Dios. De su infinita misericordia. Una misericordia que puede y de hecho alcanza a todos los hombres de todos los tiempos. Será la obra de los que siguen a Cristo el elaborar una sociedad más justa, más religiosa, donde reine el amor misericordioso de Dios.

¿Qué nos dice a cada uno esta solemnidad? Nos tiene que llevar al deseo de entrar seriamente en nuestro corazón y ver quién es el señor del mismo. Estoy a la puerta y llamo. Al que me  abra entraré en su casa y cenaremos juntos. Entonces el que abre gozará de la presencia del Señor, del Rey, que vendrá a hacer su morada en él. ¿Qué significa pues hacer de nuestro corazón la morada del Señor? El término corazón no se refiere a una víscera humana. Sino a la interioridad de la persona. Es ahí donde se generan los pensamientos, las decisiones, las alegrías y las tristezas, los proyectos y también las debilidades y los sufrimientos. Comprende la memoria, la inteligencia y la voluntad, que son las potencias del alma. Ahí exactamente es donde debe reinar el Señor. Examinemos pues esto: Qué pienso normalmente, cuáles son mis recuerdos y a qué o en qué me aplico. Jesucristo es Rey para salvar no para dominar o explotar su venida al mundo. Sus tres años de predicación del Evangelio del Reino, su pasión, muerte y resurrección son una lucha constante para liberarnos del dominio y de la esclavitud del pecado y poder estar en su Reino eterno como el buen ladrón. Por el bautismo somos súbditos del Rey de reyes pero hemos de trabajar y luchar por serle fieles personalmente y por extender su Reino en el mundo en el que vivimos. Es compromiso nuestro pues para con esa sociedad, ese mundo, es ser los dispensadores de su paz, de su perdón, de su amor, de su misericordia, aunque tengamos que teñirnos de sangre como nuestro Rey humillado en el pretorio y en la cruz.

La fraternidad sólo es auténtica cuando alcanza a todos y se manifiesta con gratuidad. Esa es nuestra tarea hoy. Hacerle rey de nuestros corazones y llevar con nuestra vida el deseo hacia los demás de pertenecer a ese reino, un Reino que procede del amor y que se expande por la libre acogida y el decidido cambio de los corazones. El Papa Francisco nos ha invitado a releer las bienaventuranzas desde la clave de una vida en el Reino en contraste con las desventuras de una vida “sin fraternidad, sin apertura a los desprotegidos, a los pobres, a los que la sociedad o la vida llenan de dolor y sufrimiento. El Reino de Dios, es el Reino de un Padre que, sin acepción de personas, “hace salir el sol sobre buenos y malos y llover sobre justos e injustos”. Porque es un reino de compasión, desarrolla nuestra sensibilidad y compromiso para incluir a quienes hoy se excluyen y quedan “sin trabajo, sin horizontes, sin salida”. Damos gracias a Dios por su palabra que nos recuerda nuestra vocación al Reino de Cristo, vocación de amar a todos y hacer el bien a todos.

4 comentarios en “La realeza de Jesús

  1. Miriam dijo:

    Buenos días:
    No podido encontrar el himno que dice: “¿ Quién eres tu rey transfigurado, cuál es el misterio de vuestra realeza? Nuestro misterio es un misterio sin palabras, es un amor que se da hasta la muerte “ yo lo conocí cuando era joven me ayudó mucho, y no he logrado volverlo a encontrar,¿ Me podéis ayudar? Mucha gracias.
    Miriam

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