“Nacer (la esperanza que me llega)
contigo todo comienza finalmente
el ayer está asignado, el hoy está libre
en la apertura se dibuja un porvenir de luz
tu semejanza me atrae
dentro de tu pascua me he deslizado
y me entrego totalmente a tu vida
tu resurrección me invade
por ti se actualiza el don
y todo se eterniza en alegría”
Christophe nació el 11 de octubre de 1950 en Blois (Loir-et-Cher). Entra en el monasterio de Tamié el 1 de noviembre de 1974. Hace la profesión solemne el 1 de noviembre de 1980. Apasionado de Dios y de los hombres, exigente, su camino no es fácil, pero ama la vida.
“Escritor infatigable, guitarrista de corazón, poeta a todas horas, siempre estaba del lado de los pobres y marginados” (Dom Bernardo Olivera, abad general)
Llegado al Atlas en 1987, es ordenado sacerdote el 1 de enero de 1990. Es maestro de novicios y suprior. Está encargado de la liturgia y del jardín con el hermano Paul. En el jardín es el primer lugar donde vive el evangelio de la amistad y el diálogo con sus hermanos musulmanes.
“Habitamos juntos una tierra de esperanza. La trabajamos. Somos los habitantes de tu casa. Vivimos allí. Rezamos allí. Permanecemos allí hasta la hora de morir. Juntos, habitamos tu mano. De esta felicidad abierta, ¿quién podría desalojarnos?” (Diario del Hermano Christophe: 07/05/1995)
Presentación del hermano Christophe, hecha por él mismo, en el monasterio de Notre-Dame de Tamié en noviembre de 1977:
- Ya que hace falta que hable de mí, aquí vamos: nací el 11 de octubre de 1950 (era entonces la fiesta de Maria-Madre) en Blois. Somos 12 hijos, 7 chicos y 5 chicas, yo soy el séptimo. Qué gracia es haber conocido una infancia feliz con padres fundamentalmente atentos y preocupados de ser esto, padre y madre… con hermanos y hermanas convencidos en el fondo de su corazón que lo son de verdad y que esto es maravilloso y exigente. Fuimos educados cristianamente pero con una gran libertad. Cada uno de nosotros percibimos algo profundo en la fe de nuestros padres. Yo pedí entrar en el seminario menor en sexto, sin presión alguna, por una elección muy libre para hacerme sacerdote, misionero. Guardo un buen recuerdo de los 7 años que pasé en el seminario. A partir del segundo íbamos a seguir nuestros cursos al colegio. Aprobé mi bachillerato en 1968.
- Luego elegí no regresar al seminario mayor y decir «oficialmente» que abandonaba toda idea de sacerdocio. Tomaba mi libertad… ¡eso pensaba! Me matriculé en el primer año de derecho en Tours sin una idea muy clara sobre mi futuro. Rápidamente abandoné toda práctica religiosa y así seguí hasta finalizar mis estudios. Sin embargo, soy supervisor con otros dos estudiantes en el seminario menor de Tours. Desde el verano de 1968, trabajo durante mis vacaciones en los campamentos de Emaús. Lo haré hasta 1974. Allí, tomo conciencia de que existen pobres y que, en adelante, no puedo vivir si olvido este hecho enorme, y que la felicidad no puede ser encontrada sin ellos. En cuarto año oriento mis estudios hacia el derecho internacional pensando que posiblemente a continuación podría especializarme en las relaciones internacionales con el fin de trabajar en un organismo para el tercer mundo… Pero a finales del año 1972 tomo conciencia de que sólo Cristo puede acoger el amor que hay en mí, el deseo de justicia y de paz. Es un gran cambio en mi vida. Vuelvo a la casa, la Iglesia, de la que me había separado – a la confesión – a la Eucaristía.
- Descubro al Padre de Foucauld, cuya vida y escritos despertaron en mí el apasionado deseo de seguir a Jesús, de amarlo y, por lo tanto, de parecerme a Él. Pensé entonces en los Hermanitos de Jesús que se ajustaban bien a mi ideal. Pero debía hacer mi servicio militar. Lo hice en Argelia donde trabajé como instructor y monitor en un pequeño centro para niños minusválidos y sordomudos. Subí muchas veces a Notre-Dame del Atlas, y me gustó esta comunidad sin brillo, sencilla y muy verdadera: hombres que se obstinan humildemente y apaciblemente en demostrar que Dios vale la pena; que dan, juntos, su vida por él, para rogarle, adorarle, acoger las Bienaventuranzas y aprender así a amar, a amar hasta el fin, hasta el fin en el día a día. Por tanto, elegí la vida en Atlas.
(21/8/94): “Y vosotros, ¿queréis iros? Irse, Jesús sabe lo que es: contrariar al Padre que nos da a él, contravenir el Don que me atrae a Ti, y en Ti, voy al Padre. ¿A quién iremos? Estar aquí para ir a Ti. Esto está más allá de una opción de múltiples términos. No estamos aquí en la encrucijada de caminos diversos, sino delante de Ti: camino que se abre”.
(1/12/94): “Ante la muerte, dime que mi fe, Amor, resistirá. De repente, estoy asustado de creer”.
(Notas sobre el retiro previo a la Navidad de 1994): “… ¡Me doy cuenta que nuestro modo particular de existencia – monjes cenobitas – está bien! resiste, aguanta y te mantiene en movimiento. Así, para detallar un poco: el oficio. Las palabras de los Salmos resisten, se confunden con la situación de violencia, de angustia, de mentira y de injusticia. Sí, hay enemigos. No podemos obligarnos a decir demasiado rápido que los amamos, sin insultar la memoria de las víctimas cuyo número aumenta cada día. ¡Dios santo! ¡Dios fuerte! ¡Ven deprisa a ayudarnos! ¡Rápido socórrenos!”
(25/7/95): “Te pido en este día la gracia de hacerme servidor y dar mi vida aquí, en rescate por la paz, en rescate por la vida… Jesús, atráeme a tu alegría de amor crucificado”.
(26/1/96): “El don me gana poco a poco y mi pecado, trozo a trozo, es eliminado. Finalmente, mis amigos, es necesario que entre nosotros quede muy claro: estoy con Él y tras sus pasos voy hacia mi plena verdad pascual”. (Carta)
Nos has legado una tierra de esperanza en la que permaneciste en alegría y entrega, hasta habitar en Él.
«guitarrista de corazón, poeta a todas horas»… Hermano Christophe, tu sonrisa es música de luz.
gracias por este testimonio de FE y Amor.