El aroma de un amor definitivo

Birthday | Marc Chagall | 1915

Os doy un mandamiento nuevo: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros. ¿Qué amor es éste que tiene aroma de vida nueva y definitiva? Este amor que transforma nuestra vida, es el regalo pascual que nos deja la experiencia del Resucitado.

Desde que nacemos necesitamos sentirnos sustentados por alguien que nos proporcione confianza, una confianza vital. La carencia de confianza básica es algo que, a todos, en mayor o en menor medida, nos acompaña a lo largo de la vida. Nuestra confianza está herida. Hemos tenido que sobrevivir como hemos podido y sabido. Para ello nos hemos revestido de una coraza protectora que nos mantiene al resguardo de innumerables amenazas que nos fuerzan a vivir cautivos del miedo y de la desconfianza. Esta falta de confianza vital parece estar siempre ahí, dándonos la sensación de que nunca podremos deshacernos de ella.

Si a lo largo de nuestra vida tenemos la suerte o la gracia de saborear esta confianza y vivirla en la reciprocidad, aparece algo realmente prodigioso: como un optimismo original, como la percepción de que ‘alguien hay aquí’ que nos acompaña siempre y sin el cual no podemos vivir.

La confianza herida no se puede sanar si no se comienza por aceptarla, por reconocer que uno no puede curarse por sus propias fuerzas. El amor de Jesús sana nuestra confianza herida. Toda liberación sanadora, es un don gratuito de Dios. Solo se obtiene si se la desea, porque para recibir la gracia capaz de transformarnos es preciso estar dispuesto a acogerse a sí mismo y aceptarse tal como se es.

Pero incluso para amarse y aceptarse como uno es, se necesita del contacto de otro, que propicie un encuentro de corazón a corazón. Nuestros cuerpos son instrumentos de encuentro liberador. Se da una complicidad total entre dos seres humanos que se relacionan desde lo más hondo de su ser. Una relación que abarca todos los aspectos del ser: el físico, el psíquico y el espiritual. El contacto con Jesús, su abrazo que lo abarca todo, nos autori­za plenamente a ser nosotros mismos, con nuestras limitaciones y nuestra incapacidad; nos otorga el derecho al error y nos libera de esa especie de angustia u obligación, que no tiene su origen en los planes de Dios, sino en nuestra psicología enferma, y que con frecuencia hace presa en nosotros, obligándonos a ser otra cosa distinta de la que somos.

Cuando contactamos con Jesús de corazón a corazón somos realmente capaces de aceptar­nos a nosotros mismos, nos sentimos liberados del apremio de ser los mejores, los perpetuos gana­dores, y podemos vivir con el ánimo tranquilo, sin hacer continuos esfuerzos por mostrarnos como en nuestro mejor día, ni gastar increíbles energías en aparentar lo que no somos; podemos -sencillamen­te- ser como somos.

Tenemos mucha dificultad en aceptar nuestra vulnerabilidad porque pensamos que nos incapacita para el amor, haciéndonos creer que no merecemos ser amados. El contacto con Jesús nos hace percibir la falsedad de esta idea. El amor es gratuito y no se merece, y nuestra debilidad no impide que Dios nos ame, sino todo lo contrario. Es increíble vernos liberados de esa obligación desesperante y te­rrible: la de ser personas de bien para poder ser amadas.

Cuando nos amamos unos a otros como Él nos ha amado, se desvela el Misterio del Amor: Jesús es el que tiene y es el que carece, es el que da y el que recibe, es la abundancia y la escasez, es la fortaleza y es la vulnerabilidad… Jesús es el que ama y es el que es amado. Misterio del Amor: Jesús es el amor mayor, envolvente, que se revela y se desvela en una relación de amor, de amistad y de ternura entrañable entre el que da y el que recibe. Jesús es el amor, es el amor humano y es el amor divino, es el Dios encarnado. Jesús es la intrépida aventura del amor. Nos atemoriza la vida porque nos da miedo esta intrépida aventura del amor. Experimentamos que estamos vivos cuando tenemos un corazón de carne capacitado para amar y ser amados.

La fuerza y vitalidad del don pascual se manifiestan precisamente en ese momento en el que nuestra confianza herida es abrazada, acogida y amada por el Resucitado. Ese encuentro da un vuelco a la vida, cambia la vida, y la transforma en vida para el amor, capacitada para dar vida y sanar la confianza herida.

Un comentario en “El aroma de un amor definitivo

  1. Mane dijo:

    El amor no pasa nunca. Nuestro verdadero destino es el amor»Amaos unos a otros como yo os he amado». Asi nos enseña el Maestro. De corazón a corazón.
    Preciosa homilía,llena de amor y ternura. Gracias por ella

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