Contemplar y agradecer

Laguna de Sobrado

Resumen: A menudo nos damos cuenta de nuestra ingratitud con relación a Dios. Rezamos, sí, comulgamos y actuamos incluso, pero no sabemos contemplar ni agradecer.

No se trata solo de invocar a Dios cuando las cosas no salen como quisiéramos, cuando tenemos dificultades, disgustos, enfermedades, problemas económicos. En todos esos casos nosotros -YO- soy el actor principal, estoy en primer plano, se trata de mis problemas y eso nos hace recurrir al Todopoderoso, que es quien -pensamos- nos puede dar una solución  a los mismos. Esta yoidad impregna así casi toda nuestra vida. Alguien dijo que nuestro egoísmo terminaba varias horas después de morir. Impregna, nuestras actuaciones, nuestro pensamiento y nuestros deseos y proyectos.

 ¿Qué tiene aquí que ver la contemplación? Contemplar significa ponerse en un segundo lugar, para que lo que se contempla se ponga delante y conozcamos y admiremos sus cualidades que nos han interpelado. Paisajes, arte, personas, y finalmente y es lo que nos ocupa, Dios mismo. Contemplar es permanecer en silencio, tratando de lograr un desapego de las emociones y pensamientos para comunicarnos con EL SER, con Dios.

Nuestro San Bernardo decía que “al conocer lo que Dios nos ha dado encontraremos muchísimas cosas por las que dar gracias continuamente”. Naturalmente eso se obtiene en la contemplación de su amor, de la creación entera, reflejo de su participación de su identidad, da contemplar su acción sobre mí.

 La oración de petición, con el riesgo del egoísmo, debe ser completada con la acción de gracias a partir de la contemplación de la que ya hemos dicho algo. Ahí, en la acción de gracias, Dios se pone delante, toma el papel principal, es el recipiendario, no nosotros que le damos gracias. Si le damos las gracias a alguien que nos hace un recado, pregunta por nuestra salud etc. etc., ¿cómo no hemos de dar gracias a Dios que nos ha hecho partícipes de su naturaleza divina, que nos colma de su gracia y misericordia, que nos ha abierto el camino del cielo?

Pero aún hay que dar un paso más. Pensar en lo que de verdad, de verdad, nos ha dado Dios. Digo esto porque muchas veces pedimos a Dios cosas que no le corresponde a Él dar. Cosas que tienen que venir de la casualidad, de nuestra inteligencia o de nuestra actuación.

Preparando esta pequeña homilía, me venía a la memoria una oración que las niñas de entonces, cuando éramos muy jóvenes, hacían antes de los exámenes: “Virgen Santa, Virgen pura haz que apruebe esta asignatura”. Estaban pidiendo algo que vendría no de la Virgen sino de su esfuerzo en el estudio. En realidad uno debería tener como norma válida a la hora de pedir que “no deberíamos pedir milagros, sino cosas que estuviésemos dispuestos a llevar a cabo nosotros mismos” A Dios correspondería, en todo caso, dar fuerzas, tesón, ánimo para ejecutarlas. ¿Para qué si no Dios nos ha dado con su Espíritu, tantos dones, frutos, virtudes, inteligencia etc., sino para ponerlos en juego? ¿Por qué si no nos sentimos co-creadores con Dios?

Por lo tanto tenemos que intentar saber y concienciar lo que Dios nos ha dado y nos puede dar. Lo que le corresponde a ÉL hacer en favor nuestro. Y ese conocimiento es como decía antes producto de nuestra contemplación y posterior oración. Por otro lado hemos de saber que Dios nos puede dar cosas a través de personas pequeñas y pobres, no solo de parte de los sabios e inteligentes e importantes del mundo. –y en circunstancias ordinarias de la vida. Lecturas, conversaciones, espectáculos artísticos, miserias ajenas, cosas de la naturaleza y del mundo animal. Todo nos puede estar hablando de Dios. Hace falta solo estar en el momento presente y con toda la atención. Y de ahí saldrá la alabanza y la acción de gracias. Cuando no somos sujetos sino contempladores de lo que sucede.

Más que pensar en hacer grandes cosas por Dios, escogemos las pequeñas ocasiones de manifestarle nuestra fe y nuestro amor. Tal es el mensaje de la primera lectura. Naaman el sirio lleva a cabo pequeños signos humanos que le llevan a la curación y agradece  y alaba a Dios por ello.

S: Pablo a Timoteo nos dice: “Acuérdate de Jesús en ación de gracias pues su amor es tal que a pesar de nuestras infidelidades permanece fiel no pudiendo negarse a sí mismo. Acción de gracias por el perdón continuo, incondicional y gratuito de Dios. ¿Es la gratuidad una de nuestras virtudes? ¿O soy de “Hoy por ti y mañana por mí? Tenemos que recuperar dicha virtud, casi desconocida en el mundo mercantilista en el que nos encontramos.

Por último tenemos la curación gratuita de Jesús a los 10 leprosos. Solo uno vuelve agradecido al Señor. Los otros nueve van a cumplir primero con la ley, dar parte a los sacerdotes, pero no agradecer al Señor la curación y alabar a Dios por ello. EL que vuelve buscaba otro tipo de salvación aparte de la física que ya había obtenido. “Vete en paz, tu fe te ha salvado”

A nivel humano nosotros frecuentemente retribuimos los favores o acciones de alguien con otro regalo, en lugar de ofrecer personal y amorosamente el agradecimiento, que en muchas ocasiones es mucho más importante que el dinero y lo material ofrecido. Escuchar aún más importante que dar o decir, puede ser el mayor regalo que ofrecer a los demás.

Resumiendo: Acción de gracias al contemplar lo que Dios ha hecho por nosotros y no lo que nosotros hemos hecho a Dios: Nuestra existencia, la comprensión de nuestra verdadera identidad, el perdón de nuestro pecados, el camino que Jesús abre para la vida eterna, la paz y el amor misericordioso que nos es comunicado.

Termino con unas palabras de Pagola a este respecto del agradecimiento: «En realidad, sólo agradece de verdad quien sabe captar en su vida el amor, no en abstracto, sino encarnado en pequeñas experiencias de cada día. Ese amor que se esconde en el interés que alguien se toma por nosotros, en la amistad sincera de quienes nos quieren bien, en el apoyo y la ayuda desinteresada que se nos ofrece. Sin duda, es mucho lo que debemos a muchas personas; pero, ¿a quién agradecer el amanecer de cada mañana o la respiración que nos mantiene vivos?, ¿a quién dar gracias por el ser, el bienestar interior o la alegría de vivir? Al creyente no le basta dirigir su acción de gracias a «la vida» en abstracto. Su agradecimiento se eleva hasta su Creador y Padre, fuente y origen de todo bien».

3 comentarios en “Contemplar y agradecer

  1. José de María Auxiliadora dijo:

    Gracias por estos comentarios que me llegan por e.mail.
    Es domingo, termina el día, comienza una nueva semana.
    Necesito cobijarme y reposar en el Señor.
    Y este y otros textos que me envían ayudan a recobrar la calma después de la actividad.
    Doy gracias a Dios por los dones y favores recibidos.
    Respiro, camino, trabajo, amo y vivo en presencia del Señor.
    Qué el Espíritu del Señor les/nos acompañe siempre.

  2. Edgar Luna dijo:

    Este fin de semana, los campos del monasterio de San Jose (Spencer, Massachusetts, USA), brillaban en su esplendor de Otoño: árboles totalmente revestidos en follaje de colores marrón, amarillo, naranja, rojo, etc. A la distancia, los gansos canadienses que viven en los campos del monasterio anunciaban su partida hacia el sur (al unísono y simétricamente formados en línea V), como si fuesen guiados por un compás divino y perfectamente consientes de que el invierno está por llegar….. Allí, frente a la iglesia leí esta homilia inspirada por Dios. E inspirado por esta homilia, empecé dándole gracias a Dios por su misericordia y terminé en silencio. Fue un momento único en el las palabras ya no fueron necesarias. La misericordia divina es imposible describir.
    Autor: gracias por todas tus homilias. Espero conocerte algún día, acá o en el cielo.

    Edgar Luna, Laico, OCSO

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