Ante la persona de Jesús de Nazaret tenemos que dar un salto de treinta años en la historia de su vida que quedan escondidos en el silencio y misterio de su infancia y juventud de las que no sabemos absolutamente nada, y si algo se nos dijo de su infancia, es muy difícil separar lo que es histórico, tradición y leyenda. Treinta años de silencio, pero no estériles ni vacíos.
El comienzo de la vida pública de Jesús de Nazaret no es una hora cero, sino que es la explosión de una fecundidad gestada en una profunda reflexión de la vida, de su entorno vital, familiar y religioso; con el fascinante descubrimiento de un Dios que se le revela distinto, nuevo, próximo, Padre. Treinta años de silencio que lo llevan a romper con las cadenas de bronce, con los cerrojos de hierro, con las tinieblas interiores de una sociedad completamente esclavizada y esclavizante. Treinta años observando que la familia, el clan y la sinagoga, la Ley y el Templo, y la imagen del Dios de Israel, eran losas pesadas y opresoras en la conciencia del pueblo. Ritualismos mágicos, prescripciones humanas, sagrado y profano, puro e impuro llenaban la vida de las gente, tanto la privada como la comunitaria.
Jesús de Nazaret hace una opción por el Dios que se le revela en el corazón: un Dios que libera y da vida, un Dios Padre y amigo de los hombres y de las mujeres. Y a los treinta años de su vida en Nazaret, da la espalda a la mentira y a la opresión religiosa que no forma hombres y mujeres libres, dando el gran paso hacia la verdad y a la libertad y al conocimiento de un Dios amigo de la vida.
Como uno de tantos, Kénosis que es manifestación epifánica de un nuevo orden en el desorden, de un nuevo rostro de Dios en el que había dejado de ser Dios. De un hombre nuevo del que había dejado de ser hombre, libertad donde solo había esclavitud. Jesús de Nazaret comienza su proyecto acariciando con ilusión en su corazón la obra ingente, que no es poco, de devolverle a Dios y al hombre su dignidad perdida, y no lo olvidemos nunca, dignidad perdida por culpa de los hombres religiosos, de los de antes y de los de ahora.
Como uno de tantos oyó hablar de un hombre que se llamaba Juan y, como uno de tantos, acude a él perdido y mezclado en la masa anónima de los pecadores y pecadoras que quieren encontrarse consigo mismos y con Dios. Como uno de tantos se adentra en la aguas del Jordán, confiesa y pide perdón, pero en Jesús este rito es distinto. Los hombres y las mujeres confesaban sus pecados, pero Él, que no tenía pecado, ¿de qué se arrepiente? Él es el Siervo, el que lleva sobre sus espaldas el pecado del mundo. Él, en su bautismo por Juan, manifiesta su solidaridad con ellos, dice PERDÓNANOS. Perdónanos Padre por haber destrozado tu imagen, por haber esclavizado y anulado a los hombres y mujeres en tu Santo Nombre.
El bautismo de Jesús de Nazaret significa la liberación del peso abrumador de las leyes religiosas, de las de antes y de las de ahora. Su bautismo es la liberación del manto opresor, viscoso y repugnante que nos ahoga en miedos y desesperaciones. El Siervo nos trae, fundamentalmente, libertad, justicia, consuelo y salvación. A eso nos llama a todos. Y todo queda sellado en ese misterio de muerte y vida que tendrá su momento culminante en el Misterio Pascual.
Hay tres momentos en la vida de Jesús de Nazaret que están marcados por una desnudez integral que significan su entrega en libertad: Desnudez en su nacimiento: Desnudo el Señor que se hizo hombre riega con su lágrimas la tierra. Desnudo se sumerge en la aguas del Jordán y nos reviste de nueva vida. Desnudo se hace donación total en la Cruz para nuestra liberación definitiva. Y en esa desnudez total, en comunión con los pecadores y descreídos el Padre reconoce a su Hijo y dice su palabra: «TU ERES MI HIJO AMADO, EN TI ME COMPLAZCO». Testimonio e invitación de Dios a que escuchemos y sigamos a ese Hijo de Hombre, no en poder y gloria, sino en comunión y servicio.
Gracias
Mensaje liberador, inclusivo(» hombres y mujeres»( gracias por darnos visibilidad) y que nos invita con el Hijo amado a seguirle en comunión y servicio
Gracias
Un hombre como nosotros. Un regalo del amor que no se compra, ni se vende, basta recibirlo con el corazón.
Gracias.
Homilía liberadora, llena de esperanza.
Gracias por tu pensamiento