
Primavera en Sobrado
Fui testigo presencial y agradecido, por el buen rato que me deparó, en una estación de ferrocarril de la India. Se trataba de la comitiva de una boda, dispuesta a desplazarse por tren al lugar de la ceremonia. La boda siempre tiene lugar en la casa de la novia (no en el templo) y, como ella reside de ordinario en otra ciudad (debido a las minuciosas directrices que regulan la elección del consorte) el novio, con sus padres, familia y amigos, han de trasladarse a ese lugar, cosa que se hace en autobús o en tren. Este grupo serían unas cien personas con todos los atavíos y joyas que la ocasión requería, y habían reservado un vagón entero para ellos, vagón que en aquella estación tenia que engancharse a un tren lento de mercancías para un recorrido de unas ocho horas hasta el destino nupcial. Pero hubo un problema técnico en el último momento, y se les informo allí mismo, en el andén, que su vagón especial seria enganchado a otro tren, esta vez más rápido que el que cubría el mismo trayecto en la mitad de tiempo, unas cuatro horas.
En occidente esto habría sido una ventaja, y todos se habrían alegrado de llegar a la mitad de tiempo. No así en la India. Los miembros de la comitiva, cuando se les informó el cambio, organizaron una ruidosa protesta allí mismo y amenazaron con estropear la paz y alegría de una boda nupcial. ¡Nos han engañado!, gritaron. Hemos pagado por estar ocho horas en el tren y parar en todas las estaciones, y ahora, por el mismo dinero, quieren despacharnos en cuatro horas, sin parar en ninguna parte. ¡Sinvergüenzas! ¿Por quienes nos han tomado? Se creen que somos infelices? Exigimos el valor íntegro de lo que hemos pagado y la estancia de ocho horas en el tren. Y si no lo hacen que nos devuelvan la mitad del dinero. ¡No vamos a pagar el precio íntegro para disfrutar solo de la mitad!
Cada pueblo tiene su lógica. Para aquella comitiva nupcial, el viaje lento en alegre compañía formaba parte de los festejos. Todo había sido planeado y fijado de antemano. Y estos insensatos empleados del ferrocarril iban a estropear el primer número de las fiestas.
Un tren rápido, una eficiencia electrónica, cuando lo que hacia falta era la tranquilidad y lentitud de un viaje reposado en familia.
Esta es la capacidad de disfrutar de cada suceso en sí mismo sin condicionarlo al siguiente; la sabiduría de pasarlo bien en el viaje, en vez de estropearlo con las prisas de llegar.
Solo yo, occidental aislado en la sorpresa permanente del Oriente, quedé meditando en silencio las diferencias de distintas mentalidades en pueblos distintos, La paz del alma y la amistad con la vida parecen florecer con mayor facilidad en Oriente. La vida sigue horarios distintos en distintos continentes.
La vida es para muchos de nosotros un medio para llegar a otro sitio. Y en consecuencia, nos perdemos toda la gracia del buen rato que podríamos pasar en el camino, solo pensamos en el futuro, en el fin del viaje. Miramos el reloj, contamos los años. La vida misma no tiene importancia. Su única importancia está en ser una etapa para algo distinto. No tenemos ojos para su belleza ni oídos para su música. Sólo sabemos conseguir resultados.
Carlos G. Vallés, SJ
Qué gran verdad, de prisa de prisa para qué? Muchas gracias.
Gracias
Gracias por esta reflexión. Nos hace tanta falta…….
La vida hay que saborearla, disfrutarla, degustarla como el mejor de los menús. Nuestras prisas hace que perdamos el mejor sabor de ella.
Muchas gracias por la reflexión de cada día.
Querida comunidad. Cuídense
Lo he compartido en mis redes sociales: Me «encanta».
Totalmente de acuerdo.
La conclusión ya se veía venir en medio del relato, pues la verdad brota.
Carpe diem
Fantástico!!!
Muchas gracias
Gracias
A veces nos perdemos lo mejor de la vida por querer atraparla dentro de las coordenadas espacio-tiempo….por no sentirnos libres cuando apuramos de un solo trago el vaso. Así, queriendo obtener todo de golpe, con rapidez, nos perdemos la belleza de la margarita al borde de nuestro camino.
Nuestro Camino hacia Nuestro Creador es más que Infinito…no es medible. Es inconmensurable. Inabarcable. Pretender encerrar al Señor en un vagón de tren y recorrer el Camino de nuestra Vida en cuatro horas es imposible por más que oremos durante este tiempo limitado. La Vida Eterna no sabemos cuándo se inicia ni si llega a acabarse. Solo el momento presente nos resta… Solo el día a día para establecer una relación de amistad con Dios…en Oración Continua…en su Presencia….transformándonos en la Santísima Trinidad…y Dios aspirando a poseer nuestras almas.