Domingo de Ramos

Jesús cae bajo la cruz… Aquí tenéis al hombre (Jn 19, 5) caído.

Dos palabras: pequeño y pecados.
Se hizo pequeño por nuestros pecados.
Nuestros pecados le hicieron pequeño.

Se cayó. Inmediatamente después de la ola de fuerza, después de la energía que le venía desde muy hondo: ya no, ya no es más que un hombre caído.

Vosotros que pasáis por el camino, mirad, fijaos bien si hay dolor parecido al dolor que me atormenta, con el que Yahvé me castigó el día de su ardiente cólera. (Lam 1,12)

¿Sería cierto? ¿Dios se encolerizó de verdad? ¿Cómo puede ser? ¡Es su Hijo querido!

Desde lo alto ha lanzado un fuego que se ha metido en mis huesos. Ante mis pies han tendido una red, y me ha hecho retroceder. (Lam 1, 13)

Ante sus pies he tendido una red, mi resistencia contra Dios y contra el hombre le hizo caer.

Sobre mi cuello su yugo doblega mi vigor. El Señor me ha dejado a merced de ellos, ¡ya no me puedo tener! (Lam 1,14)

El yugo le inclina hacia el barro.
Desde el suelo mira al mundo alrededor.

Siendo de condición divina, no codició el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando condición de esclavo. (Flp 2, 6-7)

Se hizo igual a los hombres, sobre todo igual a las víctimas, sobre todo a los más invisibles en el lugar más visible de la sociedad: en la acera, en el metro y a mi puerta…
Pidiendo permiso para vivir.

La encarnación le llevó muy bajo en la sociedad:
en la planta baja, allí donde nos rebajan, degradan, menosprecian, humillan.

Son más que los pelos de mi cabeza los que me odian sin motivo; son poderosos los que me destruyen, los que me hostigan sin razón. ¿Tengo que devolver lo que no he robado? (Sal 69,5)

No quiso mirar al mundo desde arriba -como Pilato-
para vigilar, controlar, manipular, dominar y oprimir,
sino que se despojó de sí mismo
para contemplar, descubrir, recibir e incluir,
para acoger, abrazar, absorber, adoptar y albergar al mundo
desde la altura de los mendigos, ancianos, pobres y niños.

Empequeñecido muestra la divina grandeza del ser humano,
la última capacidad humana para vencer.

Inclinado revela las divinas entrañas del ser humano,
la última capacidad humana para amar.

Arrodillado muestra la divina majestad del ser humano:
este es el lugar humilde, hermoso y gracioso del auténtico Rey…

El Grande sabe hacerse pequeño sobre todo enfrentado con el pecado
que se irrita y se hincha hasta hacerse ridículo.
Cuando nosotros nos enfrentamos con el pecado que se hincha reaccionamos casi de inmediato con igual ridiculez, para vencer, convencer y parecer que somos más ilustres de lo que en realidad somos.

El Grande nos muestra un camino de grandeza en lo pequeño.

Siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de enriqueceros con su pobreza. (2 Cor 8,9)

Arrodillado como en el Huerto de los Olivos, abandonado por todos. 

A su nombre, todas las rodillas se doblarán: 

Dios lo exaltó y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos. (Flp 2,10)

Pero ahora solo sus rodillas se doblan. Solo Él parece conocer el valor de arrodillarse delante de tanta misericordia divina.
Solo Él parece conocer el valor de arrodillarse delante de tanta miseria humana.
Ponerse a la misma altura para servir y sanar desde el corazón.

Arrodillado como en el lavatorio de los pies.
Dios nos viene desde abajo.
Así se revela.
Así alza su vista hacia nosotros.
Así nos derriba todas nuestras expectativas magnánimas.
Solo tal mirada puede sanarme desde dentro, llenarme, transformarme, formarme en quien soy, y quien quiero y puedo ser: imagen y semejanza de Dios (Gn 1,26)

La mirada divina cura, crea, purifica, llena, transforma y recrea.
Sus manos, sus pies, su rostro: todo nos está hablando.
Nos está hablando de Dios.
De quién es Dios.

Dios mete sus manos en el barro para crear y recrear a la humanidad.
De nuevo mete la mano en el barro
para levantarse y levantar con él la humanidad entera, caída.
Con la otra abraza su cruz, su carga, su yugo.
Toma otra vez su cruz como el pastor su oveja perdida, como la madre su angelito: así toma sobre sí el peso de nuestro mundo,
así el Cordero quita los pecados del mundo.

Está listo.
Está dispuesto.
Aquí tenéis no solamente al hombre.
Aquí tenéis también a Dios, que se agota sin cansarse.
Dios se revela en este rostro, en este silencio, en esta mano, en esta pasión, en esta actitud, en esta actividad del Siervo sufriente.

 El que me ha visto a mi a visto al Padre. (Jn 14,9)

 Padre, en tus manos pongo mi espíritu. (Lc 23,46)

Todo está en las manos del Padre.

                                                                                 Bert Daelemans, S.J.

4 comentarios en “Domingo de Ramos

  1. Mane dijo:

    La celebración de la Semana Santa ha sido y es para los abatidos por la vida. Dios está con nosotros y, en nuestro mundo hay un lugar para la esperanza. El Dios de la Vida triunfa sobre la muerte. Esa es nuestra fe.
    Una belleza el canto y la reflexion!!!. Gracias.
    Querida comunidad cuidense.

  2. Carlos Arufe Rodríguez dijo:

    Me ha encantado sentiros en oración , es apasionante y muy sentido , palabras llenas de verdad en vuestro seno de hermandad , de oración a Dios , para toda la cristiandad y sentimiento humano , gracias por bendecir con la oración , un fortísimo abrazo desde el corazón

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