Si nuestros corazones son lentos, o tienen dificultad en creer retengamos el evangelio de hoy, el de los dos viajeros descorazonados, que encuentran a Cristo en el camino hacia Emaús. Así mismo retengamos la rotunda afirmación de Pedro que ha visto al Señor y proclama su fe en la resurrección.
Anunciar la Resurrección del Señor no es proclamar la victoria inevitable de la vida sobre la muerte o transcribir en términos religiosos la experiencia corriente de que toda obra duradera se da a luz en el sufrimiento, o el olvido o la muerte de sí mismo. No se trata tampoco de una teoría abstracta ni de una ley moral.
Anunciar la Resurrección para Pedro y los discípulos es dar testimonio de que un hombre conocido por los judíos y que por cobardía ellos lo llevan a la muerte. Ese hombre, Jesús, resucitó por voluntad y poder de Dios.
Anunciar la resurrección no es una teoría pues, sino anunciar un hecho real histórico de un hombre concreto que vence a la muerte y que invita después a los demás hombres a un nuevo nacimiento, que no está libre aun de dolores, penas y dificultades.
Ese camino seguido por Jesús, camino de muerte y resurrección final, es conocido como el misterio Pascual. El misterio del Paso, para aclararnos, de la muerte a la vida, pero una vida completamente diferente a la anterior, que llamamos vida eterna. Pero ese paso, para nosotros es un camino, que llegará a su culminación en la Vida después de la muerte. Y a llevar a cabo ese misterio pascual, nos invita Cristo y nos invitan los apóstoles y nos invitan tanta gente hoy y tantísimos en el pasado histórico.
La muerte y la resurrección para el cristiano empiezan ya con el nacimiento de la vida de la persona. Es el misterio de la naturaleza misma en la vida vegetal y animal. Vida, muerte y nueva vida. Es el misterio de la Pascua, a nivel personal: de vida pobre espiritualmente, vida sin amor, a vida resucitada, es decir vivida desde el amor a Dios y a los hermanos. Esto como nos recuerda Pedro supone la posibilidad de una liberación progresiva de una vida sin metas, de una angustia ante las dificultades y un futuro oscuro y tenebroso. Es la liberación progresiva de un pasado de muerte triste y doloroso y por encima de todo, la liberación y muerte de nuestro yo falso y egoísta y la resurrección, aún temporal, la conversión de nuestro ser en amor. Muerte al egoísmo, resurrección a una vida de amor, apertura a los demás.
Trabajo nuestro de resucitados, ahora, es conocer el verdadero motivo de nuestra existencia. Y conociéndolo irse liberando y liberando así mismo a los demás de una existencia vana y engañosa, irse liberando del egoísmo, el gran mal del género humano que es origen y fuente de toda desgracia física, psíquica e incluso de la misma naturaleza que nos envuelve, ahora tan maltratada por cierto, de la que somos absolutamente responsables por nuestro mal uso y falta de respeto.
En ese proceso pascual, de muerte y resurrección, en el que tenemos que involucrarnos, habrá momentos y a lo mejor muchos, de desánimo, desilusión, desengaño, falta de fe y esperanza, fallos en el amor a los demás o dicho de otro modo reaparición del egoísmo y que deseemos, como los dos caminantes dirigirnos al Emaús del propio confort y satisfacción de todos nuestro deseos materiales, sintiendo la tentación de tirar la toalla. En esos momentos es muy importante que aparezca en nuestra vida otro Jesús que haga renacer nuestra esperanza y nos invite a que volvamos al Jerusalén donde está nuestra propia misión de cristianos, nuestra resurrección.
Vida de Resucitado es precisamente, también, convertirse en ese otro Cristo para nuestros hermanos perdidos y desengañados.
Un ejemplo bien vivo de nuestros días, es la actitud de tanta gente que está entregando sus vidas en favor de los demás enfermos. Y digo bien, entregando sus vidas, pues muchísimos están siendo contagiados por la pandemia, en esa actitud de servicio. Todos ellos están, sin saberlo quizá, siendo otros Cristos para con los enfermos sufrientes, moribundos, asustados. Muchos incluso dejaron sus familias y quedaron confinados con los viejitos para ayudarlos mejor. ¡Qué gran regalo de Dios nos ha traído esta desgracia colectiva! Nada menos que el de sentirnos uno con todos los desheredados del mundo, los desesperanzados, los afligidos, sintiéndonos impotentes para arreglar la situación (nuestro mundo que creía tener solución inmediata para todos los problemas) y en cambio derrochando fraternidad, olvido de uno mismo y servicio de amor para con los demás. Todos ellos los entregados a los demás han encontrado un Cristo y han decidido volver a su Jerusalén, al encuentro, feliz pero doloroso a la vez con los hermanos. Doloroso por compartir los dolores pero feliz porque saben que Jesús está siempre con ellos y que ellos mismos son Cristos. La pandemia ha acabado con la globalización económica pero nos deja un maravilloso legado, la globalización de la fraternidad, con aquellos que solíamos ignorar.
Damos, una vez más, gracias a Dios y alabamos su misericordia al habernos dado a su Hijo, que con Su Pascua nos ha abierto tantos caminos de Gloria eterna.
Gracias
Todos estamos en camino. Quizás, compartiendo nuestra experiencia y ayudando al que está cansado, desilusionado podemos ser el caminante desconocido que ilusione el corazón de un hombre y de una mujer.
Gracias. Feliz domingo.
Cuidense en casa
Una entrega en favor de los demás
Y nos deja las alforjas del alma llenas.
Graciñas
Gracias
Hermosas palabras, muchos de los ahora afectados ¿habrán resucitado?, cierto es que ha crecido algo hasta ahora apagado por tanto capitalismo, pero, ¿se acordarán de ello cuando regresen a sus vidas? aunque todo no vuelva a ser lo mismo, esperemos que muchos de ellos transmuten a algo llamado, amor, ese que nos impregna cada poro con las maravillas que podemos admirar cada día, gracias a nuestro creador.
Encantado de poder deleitarme con sus lecturas, gracias por compartirlas.
Muchas gracias por tan certera reflexión, hermanos.
Mi humilde aportación a este día de Emaús:
https://www.facebook.com/100641221610379/posts/117219029952598/?d=n
Gracias a ti. Te pedimos, si vuelves a hacer algún comentario, te identifiques con tu mombre. Gracias!