Jesús regresa por primera vez a Nazaret después de empezar su misión pública, se presenta en la sinagoga de su pueblo y les lee:
“El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.” Y les proclama: “Esta Escritura que acabáis de oír, se ha cumplido hoy”.
EL ESPÍRITU SOBRE MI PORQUE ME HA UNGIDO PARA ANUNCIAR,
ME HA ENVIADO A PROCLAMAR Y DAR Y VOLVER A PROCLAMAR…
… y sus paisanos y familiares le rechazaron como él esperaba que sucediera porque “ningún profeta es bien recibido en su tierra” … porque sabemos de dónde viene…
Que daño hace vivir cerrado permanentemente en lo conocido, en lo mensurable, en lo manejable, en los espacios sin aireación, beber de aguas estancadas. Todos son espacios a la larga de contaminación y muerte porque nunca se renuevan y terminan corrompiéndose. Sin embargo muchas veces en ellos ponemos nuestras seguridades: familia, pueblo, patria, religión, ritos sociales, etnia, ideología, conocimiento, identidad sexual o política o social, comida enlatada, agua embotellada, aire acondicionado, comida ecológica, compromiso político y social, o espiritualidad, da igual… cualquier cosa que convertimos en nuestro feudo, en nuestra señal de identidad, en nuestra seguridad, en nuestro Dios, en nuestro “idolillo”… vivimos encerrados… y es tan fácil… y puede ser tan sutil…
El Espíritu aletea sobre todos y sobre todo y busca cualquier resquicio para manifestarse. El Espíritu de Jesús que vino para quedarse, que es el regalo de Vida, se manifiesta precisamente en todo lo que es y genera Vida y en todos los que se abren y dejan fluir la vida.
Esa es la misión que nos da: Proclamar y Anunciar y Dar Vida como hizo con Jesús y el resultado por sus frutos los conoceréis y así sabréis si son o no son del Espíritu si los ciegos ven y los cautivos son liberados y la libertad llega hasta los oprimidos y se proclama un año de gracia. O dicho de una forma más sencilla para nosotros: si con nuestras palabras, actos u omisiones, decisiones y opciones ayudamos a florecer la vida abundante para todos o contribuimos a ahogarla.
¡Que el Espíritu llene toda la tierra!
Gracias
Gracias