El Dios de lo normal

A veces parece más fácil encontrarte en lo especial, en lo diferente, en lo extraordinario. En una experiencia única, en una amistad increíble, en un amor apasionante, en un acto de heroísmo, en una cruz tremenda… pero lo cierto es que también estás en lo cotidiano, en lo que ocurre cada día, en el hoy. Y es importante aprender a verte ahí. Eres el Dios de lo normal, de las horas tranquilas, de las relaciones serenas, de los gestos sencillos, de las melodías familiares, de las pequeñas alegrías y de las renuncias discretas.

¿A dónde me alejaré de tu aliento? ¿dónde huiré de tu presencia? Si escalo el cielo, allí estás tú, si me acuesto en el abismo, ahí estás. Si me traslado al ruedo de la aurora, o me instalo en el confín del mar… (Sal 139, 7-9)

Lo normal es un milagro

Aunque a veces me cuesta darme cuenta. Parece que siempre tiene uno que estar sintiendo mucho, viviendo mucho, experimentando algo nuevo, diferente. Parece que de otro modo estás encerrado en una vida vulgar. Pero en realidad lo que es un poco tonto es valorar solo lo especial, o creer que eso es lo que da sentido a la vida. Porque hay muchas vivencias cotidianas que, si lo pienso bien, son algo grande: El pan nuestro de cada día, la palabra, llena de posibilidades, el ocio, el trabajo, aprender, estudiar, las rutinas que van marcando los días, los términos medios, las inquietudes por cosas sencillas… Ayúdame, Señor, a valorar lo normal.

Dios cotidiano

¿Es que te escondes
o acaso sigo un mapa erróneo?

Quizás deba dejar de esperar
a lo especial,
a lo sublime, lo superlativo,
lo excepcional.

Y buscarte en las horas quietas,
en las conversaciones intrascendentes,
en las palabras casuales,
en las lecturas sin huella,
en las letras minúsculas de mi historia;
buscarte en lo prosaico,
en los mensajes con motivo,
en las tardes irrelevantes,
en los trabajos con fecha de caducidad,
en los días grises,
en los sentimientos ligeros,
en los fracasos sin lágrima
y los aciertos sin acta.

Quizás, sin yo notarlo,
eres compañía discreta
en los viajes de trabajo,
luz suficiente en paisajes olvidables
silencioso eco en la oración callada,
fuerza justa en la lucha de cada día,
roce casual en el esfuerzo compartido.

¿Dios escondido?
O revelado en el envés menos brillante
de la vida.

 José María R. Olaizola, sj

Publicado en https://pastoralsj.org/creer/2750-el-dios-de-lo-normal

7 comentarios en “El Dios de lo normal

  1. Luz louzao dijo:

    Muchas gracias por él texto tan ayudador para encontrarse en lo normal.
    La foto de Chencho , la mejor ilustración para entender él texto.
    Gracias comunidad por tanto y a Chencho hoy especialmente

  2. Mane dijo:

    A Dios hay que encontrarlo en las cosas de cada día. Los acontecimientos excepcionales se dan pocas veces:si es que se dan. Hoy lo excepcional es Chencho en la cocina. Está genial!!!

  3. Ma.Dolores Taboada dijo:

    Genial la foto. Teresa de Jesús ya descubriera que «Dios también está entre los pucheros». Lo olvidamos en el corre-corre de la vida diaria.
    Buena reflexión. Gracias!

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