Sagrada familia

La sagrada familia salvando a un migrante en el Mediterráneo | Manoël Pénicaud | 2017

Los llamados “evangelios de la infancia” (de Mateo y Lucas), más que “crónicas históricas”, son reflexiones teológicas, a través de las cuales, los evangelistas presentan, desde el inicio mismo, un semblante “completo” de la identidad de Jesús.

En la narración que leemos hoy, Lucas da voz a dos ancianos –varón y mujer- que representan la tradición sapiencial del Israel fiel. Y son ellos quienes manifiestan que en Jesús se cumplen todas las promesas. Por eso…, “puedes dejar a tu siervo irse en paz”: ya ha visto al Mesías, al “Salvador”.

El “pretexto” que utiliza Lucas es el cumplimiento de los cuarenta días tras el nacimiento: pasado este tiempo (la “cuarentena”), tenía lugar, tal como prescribía la ley, la “presentación” del niño y la “purificación” de la madre.

El contenido que quiere transmitir, a través de aquellas figuras sabias (ancianos) y proféticas, es simple y contundente: Jesús es el Salvador definitivo, gloria de Israel y luz para toda la humanidad. Pero, al mismo tiempo –y esta es la paradoja- su existencia estará marcada por el conflicto. Se trata, por tanto, de una síntesis de lo que luego desarrollará el evangelio.

Lucas compone este relato para presentar, ya desde el inicio, a Jesús como “Salvador”, tal como había sido anunciado también en la narración de su nacimiento: “Os ha nacido un salvador” (Lc 2,11). Se trata de un título muy querido para este evangelio, que habitualmente se dirige a Jesús llamándolo de esa manera. Por medio de la entrañable figura del anciano Simeón, se nos dice que la “presentación” de Jesús es ya la salvación del pueblo y luz para todos. Y también desde el principio, el autor resalta lo que será la vida del Maestro: un puro “signo de contradicción” (Lucas habla desde lo que ya había ocurrido).

Puedes dejar a tu siervo irse en paz”: cuando sabemos que todo está a salvo, recobramos la paz; cuando aceptamos incluso aquello que nos parecía inaceptable, se hace presente la paz. En la tradición cristiana, “Jesús es nuestra paz” (Ef 2,14). Eso significa que, en Jesús, más allá de las apariencias, reconocemos que todo está bien. Y eso precisamente es lo que significa “salvación”. Jesús viene a recordarnos lo que siempre ha sido: todo está a salvo; lo que somos no está amenazado.

Los cristianos lo vemos a través de Jesús; quienes no son cristianos lo verán desde otra perspectiva. Pero más allá de las personas que nos hayan ayudado a verlo, la realidad es que, en nuestra verdadera identidad, somos Paz. Solo nos queda vivirnos desde ella y poner los medios que nos ayuden a reconocerla y cultivarla en nuestras relaciones.

Enrique Martínez Lozano

5 comentarios en “Sagrada familia

  1. Beatriz dijo:

    Solamente con la Paz que viene del niño Jesús reinando en nuestros corazones, podremos irradiar esa Paz a los demás… Feliz día de la Sagrada Familia !!
    En unión de oraciones

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