La compasión le brota a Jesús ante un hombre enfermo que se acerca a él y le suplica de rodillas (Mc 1,40). Es un encuentro privado, sin testigos, entre Jesús y un hombre afectado por la lepra, que no se trata de una enfermedad cualquiera. Jesús conoce su exclusión religiosa, laboral, familiar y relacional; es una persona atrapada en un cuerpo de muerte, y no puede entrar en relación con nadie porque su presencia convierte en impuro a quien entra en contacto con él (Lv 5,3). El leproso desea ser curado y este deseo pone en movimiento todo su cuerpo siendo capaz de transgredir lo prescrito por la Ley. Ante el gesto de esta cercanía prohibida por parte del leproso y de su confianza suplicante, Jesús se conmueve. La proximidad del hombre herido genera en él una conmoción, el deseo interior de sacarlo de su marginación.
¿Cómo se desarrolla y despliega el acontecimiento de la compasión? El leproso pide su purificación puesto de rodillas, proclamando su fe en el poder de Jesús. Su actitud humilde e insistente apela al deseo más hondo de Jesús, reconociéndolo y descubriéndoselo a él mismo: Si quieres, puedes limpiarme.
Es la vista de la miseria humana la que provoca en Jesús un fuerte movimiento interior que pone en juego su corporalidad para salir de sí hacia el encuentro de aquel hombre. Es muy importante en el relato la proximidad física de Jesús que se acerca, extiende su mano y le toca. Se trata de una reacción insólita, cualquier judío se habría alejado al acercarse el leproso; Jesús, en cambio, se conmueve ante la realidad necesitada del hombre y va a llevar a cabo un gesto impresionante al transgredir la ley y tocar a una persona que era fuente de impureza porque él mismo queda expuesto al contagio de la enfermedad. Sin embargo, su contacto físico con el leproso cambia el signo de esta impureza por una fuerza de santidad. Frente a los fariseos, obsesivamente ocupados en mantenerse limpios y alejarse de todo aquello que los pudiera manchar, las manos de Jesús tocan en un gesto de solidaridad a los inmundos que ellos rehúyen. Si el tocar convertía a los fariseos en impuros, las manos de Jesús extienden pureza y santidad. La impureza ha perdido su poder de contagio, porque la misericordia de Dios se ha derramado en ella.
La manera en que el leproso reconoce el poder de Jesús, «si quieres puedes limpiarme», es única en los relatos de curación de Marcos. Jesús lleva a cabo una afirmación del deseo solicitado por el leproso. Al responderle afirmativamente expresa que curarle es también un deseo suyo, no sólo que puede, sino que quiere hacerlo.
El sentimiento expresado en el conmoverse pasa a la acción al extender la mano. Tocando al leproso, Jesús es consciente de su especial santidad y del poder de limpiar y curar que ha recibido de Dios. Al decir al leproso «queda limpio», Jesús no sólo está curando su lepra, sino que está integrando toda su persona en el circuito relacional, religioso y social del que había sido excluido. El hecho de que Jesús exprese su deseo y su voluntad con tanta fuerza acentúa más todavía que es consciente de lo que tal acontecimiento supone. La compasión de Jesús genera un movimiento de inclusión, de recreación de los ámbitos personales y comunitarios, en el que quedan comprometidas su corporalidad y su palabra. En el cuerpo impuro del leproso Jesús abre un acceso querido por Dios. No es ya la exclusión de lo impuro y la defensa de lo puro lo que dispone a la relación con Dios, sino que es Dios, en Jesús, el que conmoviéndose en lo más hondo sale al encuentro del dolor y la debilidad, allí donde los hombres y mujeres más perdidos y alejados se encuentran.
Mariola López Villanueva, en Tocar al leproso: Mc 1,40-45. Una aproximación al ministerio de la compasión
Gracias
Gracias
Gracias!!
Qué bonito el texto!!!
Nos dice hoy San Pablo “… procuro contentar en todo a todos,no buscando mi propia ventaja,sino la de la mayoría,para que se salven…” Jesucristo también se compadece a través nuestro cuando nos presenta una cruz amarga y muy pesada de algún hermano , nos mira y nos pide compasión.
El mundo demanda empatía… Jesucristo ofrece compasión .
Este mensaje me conmovió profundamente. La analogía, descripción y actualización del tema son extraordinarios. El evento descrito por San Marcos es tan relevante hoy como lo fue hace 2000 años.
Edgar Luna, Lay Cistercian
Saint Joseph’s Abbey
Spencer, Massachusetts – USA.