Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: Paz a vosotros.
Vivir en paz, entendido como ausencia de conflicto, es una de nuestras aspiraciones prioritarias: la necesidad de deshacerse de la pesada carga de soportarse a sí mismo, de esa inquietud enajenante que es un sentimiento envolvente de división y dispersión. Uno quiere quitarse de encima el malestar de la agitación y se aplica con todas sus fuerzas a no ser perturbado para permanecer con buenas sensaciones. Resulta costosísimo mantener así esta situación durante mucho tiempo, ya que es del todo imposible tenerlo todo controlado. Fácilmente se pierde eso que llamamos paz y aún así se desea reconquistarla al precio que sea.
Nuestro anhelo de paz está contaminado desde su raíz por la búsqueda de lo que es gratificante, cómodo, todo lo que aleja del sufrimiento y del dolor. Nos gustaría hacer a Dios a la propia medida, domesticarlo, que sea proyección de los deseos más legítimos y que satisfaga nuestras necesidades: sentirse bien, tranquilo, sin problemas, sin conflictos. ‘Confundimos los consuelos de Dios con el Dios de los consuelos’. Dios queda reducido a un sentimiento, a una experiencia fragmentaria, asentada en una afectividad superficial. Pero no podemos llevar a Dios a nuestro terreno, más bien tenemos que ir sintonizando con su ‘onda’, como Jesús, el cual cuando vino a este mundo, dijo: aquí estoy para hacer tu voluntad. Jesús, el que hizo la paz por la sangre de su cruz.
La paz es un don pascual, gratuito, fruto ‘gracioso’ de la reconciliación. Cuando dejamos de dar la espalda a nuestros miedos y nos atrevemos a mirar de frente a la propia realidad ignorada, la actitud vital se torna del revés: antes, vivir era ‘no-sufrir’, al precio que fuese; después, se va comprendiendo que sólo se puede vivir no eludiendo el sufrimiento, y que, precisamente, para no sufrir, para no ser presa de la agitación, para vivir cabalmente, sin miedos ni amenazas, es preciso estar dispuesto a sufrir, a perder las pequeñas ‘paces’, para que se manifieste Jesús Resucitado: Paz a vosotros. Es la actitud de los pequeños, de los que se abandonan en las manos del único que puede salvar: sólo tú, Señor, me haces vivir tranquilo.
El dios menor, cede su lugar al Dios siempre mayor, objeto de una fe pobre, humilde y confiada, que se ha manifestado plenamente en el Crucificado-Resucitado, ante el que exclamamos como Tomás: ¡Señor mío y Dios mío! Solamente entonces, cuando no haya nada de qué defenderse, se desplegará una anchura inmensa, un espacio sin fronteras, en el que plantará su tienda la quietud, una paz consistente y no-amenazada. La paz os dejo, mi paz os doy; no la doy yo como la da el mundo.
Nada ni nadie puede ya perturbar o inquietar, porque en lugar de cerrar las puertas al miedo al sufrimiento, uno le da la bienvenida, haciendo suya la experiencia del salmista: aunque camine por cañadas oscuras nada temo, porque tu siempre vas conmigo, tu vara y tu cayado me sosiegan. Así, desde sus mismas entrañas, uno es mirado amorosamente y es conducido a un conocimiento realista, misericordioso y humilde de sí mismo. Es la experiencia de quien se siente reconciliado, pacificado, desbordado en agradecimiento por quien ha reconciliado al mundo consigo. Dejémonos, pues, reconciliar con Él. Jesús, el Cristo, es nuestra paz definitiva.
Gustoume moito. Grazas. Só, ti, Señor, me fas vivir tranquilo. Que certo! E canto necesito vivilo así. Grazas.
Gracias
Gracias, Gracias, Gracias!!
Muy buena reflexión.
La paz entiendo se alcanza al confiar plenamente y en todo momento y circunstancia en Dios, nuestro Señor.
Conoce lo mejor para nosotros .
Bendito sea .
Paz a vosotros … La Paz de Jesús, Nuestro Señor, es la única que nos hace libres…libres para amar,para perdonar, para ser amables, la única que nos da la verdadera alegría, la única que es capaz de levantarnos cuando ya no podemos más… la única que nos transforma…. Paz a vosotros…
Gracias ! !
Dios entra por los sentidos. Dichosos lo que, sin haber visto, llegan a creer.
Nos has puesto en el camino, ahora tenemos que seguirlo. GRACIAS
Muchas gracias! Echamos de menos físicamente el monasterio!
Gracias
MUCHISIMAS GRACIAS🙏🙏🙏🙏🙏