Contemplad a la nueva esposa recibiendo un beso nuevo: Sopló sobre ellos —Jesús sobre los apóstoles, esto es, sobre la primitiva Iglesia—, y dijo: Recibid el Espíritu Santo. Este fue el beso. ¿Cuál? ¿Aquel soplo? No; el Espíritu invisible, infundido con el soplo del Señor, como para dar a entender con ello que también procede del Padre como un verdadero beso, común para el que lo recibe y para el que lo da. La esposa se satisface con ser besada con el beso del esposo, aunque no sea directamente con la boca. Ser besada por el beso no lo considera baladí ni trivial, porque no es ni más ni menos que la infusión del Espíritu Santo. Si pensamos que es el Padre quien besa y el Hijo quien recibe el beso, concluiremos rectamente que el beso es el mismo Espíritu Santo, paz imperturbable, nudo indisoluble, amor inseparable, unidad indivisible del Padre y del Hijo. El, por tanto, induce a la esposa a que pida con toda confianza, con el nombre de un beso, la infusión de ese mismo Espíritu. (…)
Dichoso beso que lleva al conocimiento de Dios y al amor del Padre, el cual nunca será conocido en plenitud sino cuando sea amado perfectamente. ¿Alguno de vosotros ha escuchado gemir al Espíritu del Hijo en lo íntimo de su conciencia: Abba, Padre? Esa, ésa es el alma que debe presumir de que es amada por la ternura del Padre, la que se siente afectada por el mismo Espíritu de amor que el Hijo. Tú, quienquiera que seas, confía, confía sin vacilar lo más mínimo. En el Espíritu del Hijo reconócete como hija del Padre y esposa o hermana del Hijo.
(San Bernardo, del sermón 8 sobre el Cantar de los Cantares)
Gracias
“ En la zarza que Moisés vio arder sin consumirse, reconocemos tu virginidad admirablemente conservada.
Madre De Dios ,intercede por nosotros “ .
Ven espíritu creador, visita el alma de tus hijos y llena de la Divina gracia los corazones que tú mismo creaste. Tú eres………
Gracias
Gracias por la alegría interior del beso del Padre Dios.