Celebrar una año más a San Benito es para nosotros motivo de alegría y agradecimiento. Tenemos hoy la oportunidad de poder hacer memoria viva de este hombre carismático que nos motiva a seguir siendo discípulos en la ‘escuela del servicio divino’, buscadores que se preguntan, que inquieren, que dudan, mientras van aprendiendo a tener paciencia, a saber esperar, a no conformarse con repetir lo que otros han vivido. Benito nos recuerda nuestra vocación de buscadores apasionados por el Evangelio que quieren contribuir humildemente a gestar esta humanidad nueva que, entre tanta confusión e incertidumbre, está surgiendo en nuestro tiempo.
No tenemos ninguna duda de la profundidad contemplativa de Benito de Nursia, tan bellamente plasmada por Gregorio Magno cuando describe cómo vio el mundo condensado en un rayo de sol. La suya fue una visión profética, que nos abre a una nueva manera de percibir la realidad. Sin embargo, la contemplación del monje benedictino, su vida orante poco tiene de vuelos místicos y de éxtasis arrebatadores; su contemplación hunde sus raíces en la monotonía sobria y cotidiana de la vida regular, en la realidad que vive y no en la que añora vivir. El discípulo de San Benito va aprendiendo humildemente, día tras día, a amar esta vida sencilla y escondida, a vivir sólo para Dios, en el seno de una comunidad que se nutre de la escucha atenta de la Palabra, a la que da unidad y cohesión, para contemplar en todo, la presencia de Jesús, el Señor.
La personalidad de S. Benito, como otros tantos personajes significativos de la historia, se agranda con el paso de los siglos. Su carisma se dilata, e integra en su seno tal variedad de formas y matices, que resulta inexacto hablar del carisma de San Benito. Más bien tendríamos que hablar de la tradición benedictina o del carisma benedictino. Si hoy recordamos el pasado, es para agradecer de dónde venimos, para aprender con sencillez de la sabiduría de quienes nos precedieron, para recrear esta forma de vida mirando la realidad que nos toca vivir en función de los demás, abiertos al Espíritu, dejándonos conducir dócilmente según su querer. Los monjes queremos situarnos con realismo ante los acontecimientos seculares, para aportar nuestro grano de arena ante las grandes cuestiones de nuestra época.
Cada comunidad, cada monje añade, sin saberlo, una nota peculiar a esta figura secular y venerada. Vivir su conversatio morum, con esa pasión cotidiana de conocer, de acoger, de interiorizar y de transparentar. Conocer la realidad en que vivimos, de la que somos parte, la única real y la que nos pertenece; ignorarla es un camino que lleva a la nada. Acoger, es conocer con cariño, un cuidar lo conocido intentando captar el mensaje que encierra. Interiorizar, es ir más allá de las simples apariencias. La interiorización es el antídoto de la regresión, que engendra tensiones, condenas, críticas…. Las personas que profundizan en la realidad conocida y acogida, son personas serenas, pacíficas, comprensivas, razonables… Y por fin, transparentar, que es la que menos debe preocuparnos, porque el que conoce, acoge e interioriza, transparenta, contagia y transmite.
En la Eucaristía de hoy, unidos a la familia benedictina, tenemos un recuerdo por nuestros hermanos ausentes y enfermos, y por los hermanos difuntos que ya viven con Dios en la plenitud del gozo y de la paz. Hoy, junto a los que nos acompañáis en esta celebración, damos gracias al Señor por el don de la vida monástica en la Iglesia. Que María la Virgen, Regla de los Monjes, nos ayude a saber recibir y transmitir lo recibido, con la novedad del Evangelio de su Hijo.
Gracias
Gracias !!
Unidos en la oración por la vida monástica en la iglesia y por el aumento de vocaciones .
San Benito ruega por nosotros….
Feliz día de San Benito!!!
Gratitud y Bendiciones!
Feliz día de San Benito a nuestra querida Comunidad de Santa María de Sobrado, muchas gracias por compartir la Vida!
Gracias