Abrirle caminos en nuestra propia vida

El camino a Tarascon (det.) | Vincent Van Gogh | 1888

Hay personas que más que creer en Dios creen en aquellos que hablan de él. Solo conocen a Dios «de oídas». Les falta experiencia personal. Asisten tal vez a celebraciones religiosas, pero nunca abren su corazón a Dios. Jamás se detienen a percibir su presencia en el interior de su ser.

Es un fenómeno frecuente: vivimos girando en torno a nosotros mismos, pero fuera de nosotros; trabajamos y disfrutamos, amamos y sufrimos, vivimos y envejecemos, pero nuestra vida transcurre sin misterio y sin horizonte último.

Incluso los que nos decimos creyentes no sabemos muchas veces «estar ante Dios». Se nos hace difícil reconocernos como seres frágiles, pero amados infinitamente por él. No sabemos admirar su grandeza insondable ni gustar su presencia cercana. No sabemos invocar ni alabar.

Qué pena da ver cómo se discute de Dios en ciertos programas de televisión. Se habla «de oídas». Se debate lo que no se conoce. Los invitados se acaloran hablando del papa, pero a nadie se le oye hablar con un poco de hondura de ese Misterio que los creyentes llamamos «Dios».

Para descubrir a Dios no sirven las discusiones sobre religión ni los argumentos de otros. Cada uno ha de hacer su propio recorrido y vivir su propia experiencia. No basta criticar la religión en sus aspectos más deformados. Es necesario buscar personalmente el rostro de Dios. Abrirle caminos en nuestra propia vida.

Cuando durante años se ha vivido la religión como un deber o como un peso, solo esta experiencia personal puede desbloquear el camino hacia Dios: poder comprobar, aunque solo sea de forma germinal y humilde, que es bueno creer, que Dios hace bien.

Este encuentro con Dios no siempre es fácil. Lo importante es buscar. No cerrar ninguna puerta; no desechar ninguna llamada. Seguir buscando, tal vez con el último resto de nuestras fuerzas. Muchas veces, lo único que podemos ofrecer a Dios es nuestro deseo de encontrarnos con él.

Dios no se esconde de los que lo buscan y preguntan por él. Tarde o temprano recibimos su «visita» inconfundible. Entonces todo cambia. Lo creíamos lejano, y está cerca. Lo sentíamos amenazador, y es el mejor amigo. Podemos decir las mismas palabras que Job: «Hasta ahora hablaba de ti de oídas; ahora te han visto mis ojos».

José Antonio Pagola

8 comentarios en “Abrirle caminos en nuestra propia vida

  1. Alejandro Núñez Colunga dijo:

    Creo que busco a Dios, aunque, muchas veces, no le dejo ser Dios.
    Pero «el que busca, encuentra».
    Tal vez, algún día, me abra los ojos a Sí, Eterno Presente »

    Gracias por la homilía.

  2. Carmen dijo:

    Es difícil cuando hemos vívido una religion de
    Un Dios juez, yo ahora solo veo a Dios en un todo, en el aire que me acaricia en la naturaleza y así lo quiero sentir , como yo siento a mis hijos.
    En este momento me cuesta rezar solo doy gracias. Me gustaria saber si estoy en el camino.

  3. Beatriz dijo:

    Muchas gracias! Tratar con Jesús es dar un giro a nuestra vida de 180 grados. …. Hay situaciones que son difíciles de entender porque el desierto es un lugar inhóspito…
    ¡ La voz de mi amado! Miradlo, aquí llega, saltando por montes, brincando por lomas. (Ct 2,8).

  4. Pedro Garciarias dijo:

    Pagola es indestructible y acierta en sus textos, en su reflexion, seguro porque ha experimentado el camino seguro…de la humildad contra viento y marea. Quiero dejar unas palabras a Carmen que escribe sobre su acción de gracias, es la oración del corazón, su corazón está en el camino correcto, Jesús valoraba al 100×100 la gratitud y la echó de menos en algunos agraciados, solo uno volvió a dar gracias y era un excluido, no contaba para nada.

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