El amor es el único tesoro

AVISO
El monasterio queda clausurado preventivamente por motivo del coronavirus, con lo cual, no habrá visitas turísticas, no se reciben a huéspedes ni a peregrinos y tampoco habrá acceso al oratorio de los monjes, ni para la Misa ni para otros actos de culto.

El tiempo arde alrededor del alma (det.) | Víctor Infantes

Me voy a atrever a hablar sobre el amor, haciendo un comentario sencillo, sobre el amor de Dios al hombre y del amor del hombre a sus semejantes que, en así haciendo, esta ya amando al Dios mismo.

El Evangelio de hoy empieza diciendo: “Esta escritura comienza a cumplirse hoy”. Y el domingo pasado nos relataba esa escritura, esta frase de Isaías que Jesús leía refiriéndosela a sí mismo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar la buena nueva a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año de gracia del Señor”.

Esta es toda una declaración del AMOR de Dios sobre su criatura, primero expresada por el profeta y luego por el mismo Hijo Unigénito de Dios hecho hombre precisamente para comunicar de viva voz y ejemplo su propósito amoroso especialmente para aquellos que no han recibido amor y están desamparados. Jesús se atreve a anunciar la salvación, no solamente de su pueblo, sino del hombre, de cualquier hombre, de todos en general, incluidos los paganos.

S. Juan dirá en su primera carta: En esto hemos conocido lo que es amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar la vida por los hermano. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene; en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie le ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.

Tenemos que distinguir al menos dos formas de amor: el humano, frecuentemente teñido de egoísmo y el Divino, que procede de Dios y es para nosotros don de Dios. Don de Dios al recibir el bautismo, confirmarlo y por los demás sacramentos, mantenerlo, purificarlo y aumentarlo. En realidad solo hay un amor pero vivido a intensidades diferentes.

Creo que es evidente que cuando la gente habla del amor no se refiere al de Dios, del que habla S. Juan, el amor que tiene Jesús por nosotros. El nuestro es algo así como un afecto que sale del corazón, manifestado en actos positivos, cariñosos, de entrega, pero que puede ir teñido de egoísmo, de búsqueda de uno mismo que se puede ir debilitando con el paso de los años y a veces incluso puede desaparecer. ¿Cuál es la razón de esto? El amor es como una planta que necesita ser cuidada con esmero. El amor viene teñido siempre, antes o después, de dolor y dificultad. El amor de Dios, el verdadero amor del que habla S. Juan, viene siempre rodeado de dolor. Dolor por las renuncias que conlleva, dolor por las faltas de respuesta de los demás al mismo, dolor porque nunca en esta vida llega a su plenitud.

Amar, más que realizar actos de amor, es convertirse uno en amor. Hacerse uno con Jesús y con Dios, por la fuerza del Espíritu Santo que es quien lo infunde en nuestros corazones. Ese amor de Dios se le llama corrientemente “caridad”. En la caridad, o amor divino, no existe el menor atisbo de egoísmo, es decir uno no se busca así mismo, sino que el bien de la persona amada es lo primordial antes incluso que el bien de si mismo. Uno se convierte en caridad cuando la repetición de actos suyos, de caridad, hace que este don se convierta en hábito y surja naturalmente sin el menor esfuerzo.

Si tuviéramos que definir la naturaleza de DIOS diríamos que ÉL ES AMOR. De su misma esencia o naturaleza nos lo infunde a nosotros. Esa es nuestra imagen y semejanza con Él, perdida por nuestros egoísmos y centramiento en nosotros mismos, y que nos buscamos, buscamos nuestra felicidad por todos los medios, lastimando a veces la felicidad de los demás. Decía más arriba que el amor auténtico lleva consigo una carga grande de dolor o de dificultad. A veces se dice «Dios castiga a los que ama, pero no es verdad, porque para quienes Dios ama, las pruebas no son castigos, sino gracias. (Cura de Ars). Además tengamos en cuenta Dos son las cosas que hacen madurar al hombre: el amor y el sufrimiento (Johann Messner).

AMAR, por otro lado ES DAR, sin esperar recibir. Dios es pura donación. Sin tener en cuenta nuestro continuo devaneo, nuestro continuo olvido de lo que es para nosotros. Pura donación, entrega incondicional. Si precisamente ha enviado su Hijo al mundo para los malos, los egoístas, los pecadores, los incrédulos porque no quiere que nadie de los que Él ha creado desde si mismo, a los que ha dado su imagen y semejanza se puedan perder. Recordad lo de la oveja perdida a la que sale a buscar el Pastor dejando a las noventa y nueve restantes y como se alegra al encontrarla.

¿Queréis saber cómo es el amor de Dios y como nos llama a llevarlo a cabo nosotros? Pues lo habéis oído en la segunda lectura. Es el don más importante que nunca se acabará, pues a diferencia de los otros, amar será nuestra ocupación por toda la eternidad, cuando todo lo demás haya desaparecido. Y precisamente de eso se nos juzgará en el último día: Porque tuve hambre, sed, estuve desnudo y en la cárcel y no vinisteis en mi ayuda…Ya conocéis el resto.

Os invito a releer quizá por enésima vez lo que dice hoy Pablo del amor en la segunda lectura que se nos proclamó recién. Así es el amor de Dios y así ha de ser el nuestro

Termino con unas preciosas palabras de Teresa de Calcuta: el amor es el único tesoro que se aumenta al dividirlo. Podemos estar ya ahora con Dios en el cielo; podemos ser felices con él en este preciso instante, si amamos como Él ama, si ayudamos como Él ayuda, si damos como Él da, si servimos como Él sirve.

Demos gracias a Dios por su palabra, luz para nuestra vida

 

 

4 comentarios en “El amor es el único tesoro

  1. Beatriz dijo:

    Amén !!
    Gracias por la invitación, releeré por enésima vez lo que dice San Pablo sobre el Amor en la segunda lectura de la liturgia de hoy.
    Cuidaros mucho!
    Un abrazo

  2. vicenta rúa dijo:

    ¿De que otra cosa podríamos hablar más que de Amor?
    Muchas gracias por cuidaros y cuidarnos. ¡Y mucho ánimo siempre!.

  3. Cristina dijo:

    Gracias por esa lectura sobre el amor. Ánimo con el COVID, esta variante está siendo suave y gracias a Dios pasa como un simple resfriado. Cuidaros y si necesitáis algo, sabéis dónde estamos.
    Un abrazo y esperemos veros pronto

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.