Se detiene y nos mira

Cruz de la Parroquia de Espinho, Portugal (det.) | Xaime Lamas, monje de Sobrado

Homilía del Abad General, Dom Bernardus, ayer en el Capítulo General. 

Hermanos y hermanas,

Hoy se nos permite encontrar a Jesús en una gran llanura (Lc 6,17.20-26). Viene hacia nosotros y se detiene. Jesús se detiene en medio de todos nosotros. Nosotros, que no sólo somos sus discípulos, sino que al mismo tiempo pertenecemos a todos los pueblos del mundo. El Papa Francisco nos llama a todos que estamos en este «pedazo de tierra llana»: «una sola familia humana, compañeros  de viaje que comparten la misma carne, hijos de la misma tierra que es nuestra casa común, cada uno de nosotros aportando la riqueza de sus creencias y convicciones, cada uno de nosotros con su propia voz, hermanos y hermanas de todos» (Fatrelli Tutti 8).

Jesús viene a todos nosotros. Se detiene y ¡qué milagro! No sólo no pasa de largo, sino que nos mira directamente a los ojos. Se fija en nosotros.

Normalmente eso no nos gusta. Por supuesto, es bueno y educado mirar a alguien cuando se le habla, pero fijar la mirada en alguien nos hace sentir incómodos. San Lucas nos muestra aquí que Jesús no sólo mantiene sus ojos fijos en nosotros, sino que todo su corazón, es decir, toda su vida está fijada en nosotros. Podemos vivir en la fe de que él nos cuida. En la Regla, San Benito dice que «los ojos del Señor vigilan a los buenos y a los malos (es decir, a todos nosotros) en todo lugar» (RB 19,1). Esta mirada es una mirada fija y llena de amor.

No es sólo una mirada de amor, sino también una mirada interrogativa, suplicante. La otra cara  de esta mirada fija de Jesús es la pregunta: ¿en quién tenemos la mirada fija? ¿Está nuestra mirada fija en Jesús? ¿O hay otras cosas o personas en las que nos fijamos? ¿Nos atrevemos a  mirar a los ojos de Jesús o no? En las cuatro Bienaventuranzas, Jesús nos hace la pregunta: ¿En quién o en qué te fijas? “Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor” (Resp. Salmo).

¡Felices los que son pobres! No se trata de la pobreza. Se trata de saber si podemos mantener la mirada fija en Jesús sin posesiones. Si eso se te da, entonces el reino de Dios te pertenece. Entonces ves, en Jesús, a Dios como realmente es.

¡Felices los que tienen hambre ahora! No se trata de glorificar un estómago vacío o de renunciar a la comida. Se trata de dónde obtenemos el verdadero alimento. ¿Es Jesús realmente nuestro pan y vino y encontramos realmente nuestra saciedad en nuestra mirada fija en Él?

¡Felices los que lloran ahora! Esto no es una glorificación de la depresión que sufre nuestra sociedad. Es una pregunta sobre dónde encontramos nuestra felicidad. ¿Es realmente Jesús la sonrisa en nuestros labios, la alegría y el júbilo en nuestros corazones cuando fijamos nuestra mirada en Él?

Feliz eres cuando la gente te odia, te expulsa, te maltrata, denuncia tu nombre como criminal, a causa del Hijo del Hombre. No se trata de odio a uno mismo, sino de la cuestión de dónde encontramos nuestra firme convicción. ¿Es realmente Jesús en quien están fijados nuestros ojos? Sólo entonces seremos grandes a los ojos de Dios.

Jesús se acerca a nosotros. Se detiene y fija su mirada en nosotros. ¿Somos ese matorral seco en el páramo, que si viene el bien, no tiene ojos para él? ¿O somos como un árbol a la orilla del agua que echa sus raíces a la corriente? Hermanos y hermanas, dejémonos atrapar hoy por la mirada de Jesús. Él nos mira con una mirada amorosa, pero también con unos ojos que pueden plantear preguntas difíciles en el fondo de nuestro corazón. ¿Nos quedaremos quietos con Él? ¿Nos atrevemos a mirarle a los ojos? ¿Dónde hemos puesto nuestra confianza? ¿Es la riqueza, la sobresaturación, la falsa alegría o la autoexaltación? ¿O ponemos toda nuestra confianza en Jesús, resucitado de entre los muertos? Sobre todo, disfrutemos del hecho de que Jesús viene a nosotros, se detiene y nos mira. No mira a nada ni a nadie más. Así de grande es su atención, su amor por cada uno de nosotros.

Asís, 13 de febrero de 2022

4 comentarios en “Se detiene y nos mira

  1. Beatriz dijo:

    Felicidades por el nuevo Abad General y gracias por esta homilía sanadora.
    JESÚS . “ Que su gran nombre sea bendito para siempre y de eternidad en eternidad……. “ Qaddish

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