Oración y ayuno: claros en el bosque

Desierto – Oración | Enrique Mirones, monje de Sobrado | 1999

Jesús nos enseñó que a la insensatez diabólica de la violencia se responde con las armas de Dios, con la oración y el ayuno. Invito a todos a que el próximo 2 de marzo, Miércoles de Ceniza, hagan una Jornada de ayuno por la paz. Animo de manera especial a los creyentes para que ese día se dediquen intensamente a la oración y al ayuno. Que la Reina de la Paz preserve al mundo de la locura de la guerra. (Papa Francisco)

¿Por qué rezar y ayunar por la paz? ¿Qué tienen que ver estas dos herramientas del arte espiritual, que la Iglesia nos propone con más intensidad en el tiempo cuaresmal (juntamente con la limosna), con la paz?

Estamos perplejos, alarmados y nos conmovemos con las imágenes y los relatos que nos llegan desde Ucrania. Lo que nos parecía, a nosotros europeos, definitivamente aparcado en los manuales de historia (aunque una historia no muy lejana), está de nuevo ante nuestros ojos en vivo y en colores. La reacción internacional, con apenas alguna excepción, es un compacto apoyo a Ucrania. Estamos “todos” unidos frente al “enemigo” común: Putin y sus directos colaboradores, los señores de la guerra.

Nos cuesta más ver que lo que está pasando en Ucrania es la proyección en una pantalla de grandes dimensiones de la violencia que todos los seres humanos llevamos dentro, guerras sordas que no salen en los telediarios, pero que tanto daño nos hacen a nosotros mismos y a los que con nosotros viven, “pequeñas” guerras que están en el origen de las “grandes” guerras. Todo es cuestión de escala, porque la raíz de la guerra es siempre la misma. Todas las vidas son vidas heridas, y lo más inmediato es que nuestras heridas se transformen en violencia. ¿Podremos encontrarles otro destino?

¿Por qué rezar y ayunar por la paz? Porque la arena donde se despliega el combate espiritual, para cada ser humano, es su propio corazón.

La oración y el ayuno generan claros en el bosque del corazón, donde la luz puede penetrar, posibilitando distinguir lo falso de lo verdadero, el ruido de la confusión de la Palabra de la Verdad, reconociendo que, cuando vivimos en la dispersión y no guardamos el corazón, las fuerzas destructivas reaparecen y toman las riendas de la vida. La oración y el ayuno son claros en el bosque que posibilitan asumir nuestra impotencia para darnos la paz, abriendo, así, espacio para la gracia de una visitación. Solo Aquel que es nuestra paz, el pastor herido que cargó con el dolor del mundo, puede abrazar nuestras guerras con amor compasivo.

Una persona orante es un lugar de paz en medio del mundo porque se retira del centro, transformándose en un mendigo de manos extendidas delante de la Fuente común de la vida, el verdadero centro del Universo. Quien reza está en la vida como un discípulo, no se cansa de aprender y de interrogarse, y no descansa hasta que no lo vea todo según la mirada de Dios. El orante abraza fraternalmente toda la realidad, incluso cuando ésta le parece incomprensible, porque, desde la mirada de Dios, todos los seres humanos son amables, tanto las víctimas como los agresores. Y todos somos víctimas y agresores: «todos tenemos algo de herido, algo de salteador, algo de los que pasan de largo y algo del buen samaritano» (Fratelli tutti, 69).  

El ayuno nos revela que no solo de pan vive el Hombre y que nuestro deseo es siempre deseo del otro, de que estamos hechos para la relación y para la mesa compartida. El ayuno, al poner a desnudo nuestra carencia y nuestra vulnerabilidad, rompe con nuestra ilusoria autosuficiencia, nos pone en manos de Dios y humaniza nuestras relaciones, porque somos auténticamente humanos cuando reconocemos que todos somos frágiles. El ayuno posibilita el encuentro con muchos hambrientos de muchas hambres, todos hermanos y hermanas nuestros, porque, desde la vulnerabilidad, se derrumban los muros que nos impiden sentarnos a la mesa unos con otros y se abre un espacio de hospitalidad.

El programa cuaresmal convoca cada uno para volver a la casa del Padre y al convivio (comunión) con los hermanos. Oración y ayuno nos ayudarán a reforzar las manifestaciones de solidaridad con Ucrania, en tantos ámbitos y bajo múltiples formas (¡que no nos falte el amor y la creatividad!), desde la conciencia que la paz es un don para acoger en el corazón de cada uno.

Entremos enteros, y no solo con la emoción del momento, en este movimiento de la paz, que, en definitiva, es otro nombre del Misterio de la Pascua. «La paz esté con vosotros» – son las primeras palabras del Resucitado a sus discípulos llenos de miedo a causa de la brutalidad de la violencia a la que habían asistido. Entremos enteros, convocando humildemente lo que tantas veces es nuestra vida: fragmentos dispersos de tantas contradicciones y de tantos miedos. Ante el Dios de la paz no hay nada que temer, porque su pasión es la reconstrucción de cada ser humano. ¡Él es nuestra Paz!

El 19 de julio de 1759, en Rusia, nació un niño, bautizado con el nombre de Prokhore, cuya existencia fue de una inmensa irradiación espiritual en el mundo cristiano ortodoxo. El joven Prokhore, antes de hacerse monje en la floresta de Sarov, en el Norte de la provincia de Tambov, en el centro de Rusia, fue en peregrinación a Kiev, a uno de los principales monasterios del mundo ortodoxo. Ocho años después de vivir en Sarov, a los 27 años, recibió el hábito monástico y le dieron el nombre de Serafín, que en hebreo significa «llameante». A lo largo de su existencia, Serafín de Sarov, viviendo en el silencio y en la oración, irradiando paz interior, atrajo mucha gente. Todavía hoy, a través de sus escritos, sigue siendo un faro en la espiritualidad monástica, y no solo en el mundo ortodoxo. Él decía: «Adquiere la paz interior y millares, a tu alrededor, encontrarán la salvación.»

7 comentarios en “Oración y ayuno: claros en el bosque

  1. Pedro Garciarias dijo:

    ¡¡¡MAGNÍFICO!!!, GRACIAS Y QUE VENGA EL SEÑOR JESÚS, unidos en esta oración por la PAZ con María, abrazo fraterno.

  2. Raúl Roberto dijo:

    Muchas gracias por vuestra publicación.
    No hay nada más útil en este mundo herido y sufriente que un corazón en la paz y la gracia de Dios. Busquemos esa paz profunda que solo Cristo nos puede dar.

  3. vicenta rúa dijo:

    Muchas gracias. Necesitamos estas palabras, pararnos en este claro y no dejarnos arrastrar irracionalmente, en este temporal indecible.

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