El texto evangélico de Lucas (11,1-13) que se nos ha proclamado, nos sitúa en un momento entrañable de la comunidad de los discípulos con su Maestro. Ellos son testigos privilegiados de la oración íntima de Jesús a su Padre.
Un discípulo anónimo le pide a Jesús que les enseñe a orar. Sorprende esta petición, pues el pueblo judío era un pueblo orante. También es sorprendente la respuesta de Jesús. Él podría remitirlos a la oración del Templo o a la sinagogal. No fue así. Les enseña lo que Él vive en primera persona. Oración hecha de confianza, mediante la que se dirige a Dios llamándolo «Abbá, papá». Es muy personal porque surge de sus entrañas por su sentimiento de filiación y quiere que su comunidad sienta en su interior que son hijos de un Dios que es Padre. Es la puerta de acceso al misterio de su persona, toda ella bajo el signo de su filiación con el Padre.
Jesús le entrega a su comunidad una oración simple, sencilla, una oración en la que podemos ver reflejada toda su vida. Acostumbrados a ella, podemos decirla muchas veces de una manera mecánica, pero si ponemos en ella la atención del corazón y el silencio de un espíritu orante, descubriremos toda su grandeza oculta en su simplicidad
Descubriremos lo que significa llamar a Dios «PADRE» en medio de un mundo caótico en donde puede existir un terrible sentimiento de orfandad. Es el grito, nuestro grito que brota de una humanidad que se siente perdida en medio de tanta desgracia. Es la invocación que nos hace hermanos de todos y que nos arraiga en la fraternidad universal y nos hace responsables ante todos los demás. Si no tenemos este sentimiento de fraternidad nuestra oración está vacía, sin respuesta ni sentido.
Sabremos lo que significa Santificar el Nombre de Dios. Es el alma de esta oración porque todo lo que sigue depende cómo entendamos esta petición de Santificar el Nombre. No se santifica el Nombre de Dios levantando templos, elaborando discursos místicos, garantizando su presencia oficial en la sociedad mediante símbolos religiosos, todo ello necesario, pero condicionado en la medida que tales expresiones descubran un corazón que tenga como cimiento la justicia, porque la justicia es la columna vertebral del Reino de Dios.
Pedir que venga el Reino es algo muy serio, porque el Reino que anunciaba Jesús es la transformación de la sociedad en una fraternidad; por eso es una UTOPÍA. Es una utopía que reine Dios y su justicia. Es una utopía que no haya discriminación entre hombres y mujeres, entre ricos y pobres, entre el color de la piel y los credos religiosos; es un utopía que haya salarios justos… Dicen que las utopías murieron, no es verdad, están selladas en la oración que Jesús nos enseñó.
Pedir que se haga la Voluntad de Dios exige tomar conciencia de lo que Dios quiere de sus hijos, y la voluntad inequívoca de Dios es la de la instauración del Reino. Que esta voluntad no encuentre tanta resistencia en el mundo por el anti-reino que se mueve con fuerte agresividad contra todos los que obedecen la llamada de Dios. Desde lo más profundo de la vida invita a hombres y mujeres a trabajar en el querer y en el sentir de Jesús de Nazaret en favor de la comunidad humana.
Saber lo que significa pedir el Pan de cada día. Es pan y más que pan material, porque no solo de pan vive el hombre. El pan de cada día abarca el alimento necesario para la vida y la salud. Pero también nos remite a la Eucaristía y al pan de la Palabra; al pan de la justicia y al pan de la educación y el respeto por las personas. Nada tiene sentido si no nos hacemos pan solidario para los demás.
La experiencia nos dice que, solo el que sabe que en su vida fue perdonado sabrá pedir perdón. Todos sabemos cómo salta el corazón cuando somos perdonados y cuando perdonamos. Quien renuncia a una venganza, a un rencor, a un desprecio, refleja en su mirada el rostro del Padre de Jesús que es bueno y fuente de perdón.
La tentación es algo que nos acompaña a lo largo de la vida como también acompañó a Jesús de Nazaret. Tal vez por eso la incluyó en esta última petición. La gran tentación de abandonar a Dios nos acecha cada día, olvidar el Evangelio de Jesús, porque significa que, no solo les damos la espalda a ellos, sino que le damos la espalda al hermano por el que Cristo murió. Este grito de socorro tiene que acompañarnos siempre.
Tengamos siempre en cuenta que, por mucho que progrese la humanidad siempre seremos los hombres y las mujeres seres necesitados. Hay vacíos en el interior de la persona humana que no los llena ningún progreso ni ninguna riqueza material, siempre hay hambre dentro de nosotros que nada material la puede saciar. Y es desde esa indigencia donde surge siempre el grito profundo que pide al Dios de la vida el “pan” que sacie ese vacío: Pan de justicia, pan de amor, pan de fraternidad, pan de trabajo, pan de cultura, pan de solidaridad, pan de los valores que encarnan el Reino de Dios.
Gracias
Se nos está olvidando orar. Quién pide está recibiendo, quién busca está hallando y al que llama se le está abriendo. Señor enséñame a orar!
Gracias por estas palabras sabias y llenas de esperanza!
Sin olvidar que la lógica del evangelio va contra la lógica de este mundo , desde este punto de partida, las utopías siguen vivas, “ están selladas en la oración que Jesús nos enseñó “.
Gracias de nuevo!
Muchísimas gracias.
Cerrar todas las puertas…Entrar en el Aposento Interior…en el Corazón. Y allí, en Silencio, encontrarse con el Otro…con los otros. Nadie sabe cómo se produce el encuentro… nadie puede asegurar que todos los días los resultados sean de la misma manera. A veces, muchas veces, la Oración es árida, seca, infructuosa… Aún así, es necesario continuar, de manera constante…perseverando…pidiendo el don de la Oración al Espíritu Santo para que nos asista. Jamás desanimarse, jamás arrojarse en las manos de la desesperación. Dios está Aquí. Dios nunca abandona al hombre. Jesús lo enseña. El Cristo Interior nos anima. Nos educa. Él es nuestro Maestro. Su experiencia de Fe es la que nos hace tener Fe. Y nos anima a confiarnos al Padre…Cerca está de todos. Al Ser Creador que está en cada uno de nosotros seamos fieles . Es el Padre Nuestro…de todos y de cada uno. jamás aceptemos la tentación de olvidarnos De Dios. Dios no existe….DIOS ES…A Dios no lo podemos encasillar a nuestra conveniencia. Perdónanos, Padre….no nos dejes caer en la tentación de querer ser más que Tú. Aliméntanos y sacia nuestra sed de todo tipo. Transfórmanos con el pan y el agua de Vida. Sea tu Voluntad. Seamos fraternos.
Gracias
La utopía dibuja el camino, es el camino, sugiere el horizonte… entusiasma y reconforta. No perderla nunca.