Zaqueo, además del personaje identificado en el evangelio de Lucas como jefe de publicanos y rico, es una figura que simboliza a los buscadores. Zaqueo está en búsqueda, trata de ver quien es Jesús, la multitud y su baja estatura no le facilitan la vida, pero él no desiste y supera el obstáculo subiéndose a un sicómoro.
¿Qué es lo que mueve Zaqueo? Supongo que una honda insatisfacción con lo que vive. El relato nos permite intuir que él desea un cambio, que hay algo que ya se está moviendo en su corazón. La insatisfacción puede ser vivida como algo paralizante, cuando no es más que una suma de quejas, haciendo del entorno, de la suerte o de los demás, los responsables de nuestra infelicidad. Pero hay otra forma, mucho más fecunda, de vivir la insatisfacción: cuando la transformamos en motor para una búsqueda, porque nos damos cuenta de que su causa está dentro y no fuera de nosotros.
¿Cuál es el origen de nuestra insatisfacción? Sospecho que no me equivocaré mucho si digo que nuestra insatisfacción tiene origen en creernos autosuficientes, en la carga que supone nuestro protagonismo y la exclusividad de nuestros criterios. Todo esto se alimenta de una falta de confianza en la vida que no nos permite ver y celebrar la presencia amorosa de Dios en todo lo que tocamos.
Podemos hacer todos los caminos de Santiago, podemos acudir a muchos cursos de meditación y de sanación interior o, incluso, hacernos monjes. Todo eso de poco o nada nos servirá, sino para mantenernos entretenidos o para engordarnos el ego, si no nos lleva a enraizarnos en lo más concreto de nuestras vidas desde un corazón nuevo, un corazón habitado por la compasión y por la verdadera paz, porque despojado de sí y abierto al Espíritu de Dios, disponible para dejarse llevar donde Él quiera. Para que el grano de trigo dé fruto, tiene que caer en tierra y morir. Todos los caminos espirituales auténticos conducen a la muerte para que aparezca la vida.
Todos llevamos dentro un profundo anhelo de sencillez, de unificación de la vida y de comunión con nosotros mismos y con todos los seres. Todos, creyentes y no creyentes. ¿Qué nos podrá romper los viejos esquemas para que aparezca el Hombre nuevo? Creo que la conciencia de que la vida se hace insoportable, porque funcionamos en circuito cerrado, repitiendo continuamente los mismos patrones, y que, por más que hagamos, somos incapaces de salvarnos. La impotencia para cambiar este estado de cosas nos llevará – ¡ojalá! – a caer de rodillas delante del Único que puede salvarnos.
Para muchos de nosotros, la insatisfacción transformada en búsqueda está en el origen del encuentro con la persona de Jesús o de la profundización de la relación con Él. Hay una atracción recíproca entre el ser humano que reconoce su pobreza, que se siente fragilizado e impotente, y la persona de Jesús. Zaqueo trataba de verle y Jesús levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa». En este relato, podemos cambiar el nombre de Zaqueo por el nuestro y por muchos otros. Es la inesperada e inmerecida proximidad compasiva de Jesús que nos rompe el corazón. «Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».
El evangelio habla de un cambio en la vida de Zaqueo como consecuencia del encuentro con Jesús. Zaqueo se transforma en un hombre más feliz y capaz de suscitar vida a su alrededor. Jesús, el Hombre nuevo, el Cristo interior, habita el corazón de cada ser humano esperando la posibilidad del encuentro. Hay mucha vida detrás de nuestra insatisfacción, que ella nos lleve a subir al sicómoro de nuestro corazón, Jesús pasa por allí.
En la primera lectura, el libro de la Sabiduría presenta algunas características de Dios: se compadece de todos, ama a todos, es indulgente con todas las cosas, es amigo de la vida. Cuando, en la experiencia del amor inmerecido de Jesús, emerge el corazón humanizado por la compasión, se manifiestan en nosotros las características de Dios. En Dios está nuestra vocación y el sentido de nuestra búsqueda, como lo confirma San Agustín al inicio de sus Confesiones: «nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti».
Gracias
“ la persona de Jesús “ ¡ es increíble que podamos hablar de la “ persona de Jesús “ ! ¡ es increíble todo lo que contiene esta palabra! ¡ es maravilloso!
Muchísimas gracias!!!
Reflexion muy interpelante ¿ hasta cuándo nos seguiremos creyendo autosuficientes? ……. GRACIAS.
GRACIAS MIL, COMO SIEMPRE.