Con respeto humilde y amorosa atención

Obra de Silvidal Fila

Hoy comenzamos el Adviento y, con él, un nuevo año litúrgico. Los elementos de este tiempo litúrgico están detalladamente estudiados y ensamblados para mantener alerta la expectativa de la novedad y para producir un clima propicio a la venida de Dios-con-nosotros, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del hombre.

También en nuestra vida, como en el evangelio que se nos ha proclamado, hay signos aparatosos que nos perturban, que nos inquietan, señales amenazantes que dolorosamente nos angustian o incluso realidades cotidianas de la vida que no acabamos de digerir. Desearíamos despertar como de un sueño y caer de repente en la cuenta, ante la realidad que tenemos delante, de que las cosas no son porque sí, que tienen un sentido. Pero, raramente se nos aparece un ángel para aclararnos el sentido de lo que nos pasa. Lo que más corrientemente sucede, es que seguimos adelante, a oscuras, aceptando la incomprensión de lo que nos ocurre, y así vamos acumulando cansancio y cosechando escepticismo.

Los seres humanos queremos realizar cumplidamente las aspiraciones y los anhelos que nos humanizan. Al comienzo de este tiempo de Adviento, se nos anuncia la gran esperanza, la liberación definitiva que puede dar un sentido a las oscuras sombras de nuestra humanidad, a nuestro presente, incierto y fatigoso. Algo que no podemos alcanzar por nosotros mismos, pero que Dios nos lo regala en Jesús.

En esta semana primera de Adviento se nos va a insistir en la vigilancia. A la espera de la luz nueva, de la vida nueva, del nuevo naci­miento, no podemos olvidar, ni ignorar, ni ocultar toda esa realidad oscura y tenebrosa del mundo que nos rodea y a la que pertenecemos. La realidad, con sus luces y sus sombras, nos invita a permanecer en silencio, interiorizando serenamente en nuestro corazón, con respeto humilde y con amorosa atención. Decía el cardenal Newman: ¿sabes lo que es vivir pendiente de una persona que está contigo, de forma que tus ojos van detrás de los suyos, lees en su alma, percibes todos los cambios en su semblante, anticipas sus deseos, sonríes cuando sonríe y estás triste cuando está triste, y estás abatido cuando está enfadado y te alegras con sus éxitos? Estar vigilante ante la venida de Jesús es un sentimiento parecido a todos éstos… Está vigilante ante la venida de Jesús la persona que tiene una mente sensible, que lo busca en todo cuanto sucede”.

Un indicador fiable y confiable de aquel que vive desde el corazón, con amorosa atención, es que su experiencia de vida, sin importar cómo pueda aparecer exteriormente en un momento dado, está infundida internamente con la resonancia de una profunda gratitud. Se siente agradecido por la invitación, el viaje y el regalo de la vida misma.  Es una gratitud que no requiere de razón alguna. Es un misterio, una gracia, porque Alguien ha tocado y sacudido su corazón para que se abra a la mirada interior. Por eso, más que atraerle fundamentalmente lo estético, lo bello, lo inmenso de la vida, lo que le seduce entrañablemente es la vida misma, espontánea, palpitante, compasiva.

Pueden hacernos la vida muy dura, pueden despojarnos de algunos bienes materiales, pueden quitarnos la libertad exterior de movimientos…; pero es nuestra lamentable actitud psicológica la que nos despoja de nuestras mejores fuerzas: la actitud de sentirnos perseguidos, humilla­dos, oprimidos; la de dejarnos llevar por el rencor; la de envalentonarnos para ocultar nuestro miedo. Tenemos todo el derecho de estar de vez en cuando tristes y abatidos, porque nos hacen sufrir: es huma­no y comprensible. Y, sin embargo, la auténtica ex­poliación nos la infligimos nosotros. La vida me pa­rece tan hermosa… y me siento libre. Dentro de mí el cielo se despliega tan grande como el firmamento. Creo en Dios y creo en el hombre, y me atrevo a de­cirlo sin falsa vergüenza (…) Soy una mujer feliz y ¡sí! me vuelco en alabanzas a esta vida en el año del Señor (hoy y siempre del Señor) (Etty Hillesum) Quien tiene una confianza así, se siente con seguridad, vive con apertura, permite que quienes le rodean enriquezcan cada momento de sus vidas, como el arroyo que recibe lo que le brindan las orillas y corre alegre hacia el mar acompañado de todo aquello que encuentra a su paso.

Si nos dejamos iluminar por la esperanza, por la confianza, las realidades humanas pueden ser transformadas, incluso cuando ante los ojos y en propia carne tenemos una realidad oscura y desalentadora. Este panorama decepcionante nos envuelve y nos afecta, pero no es lo definitivo. Lo realmente definitivo es poder acercarnos a la verdad de la persona en cuanto persona y contemplarla de una manera nueva en la historia de hoy y de siempre, en imperceptibles balbuceos, en detalles insignificantes que están penetrados de la gracia y de la verdad de Dios que marcan la construcción de la historia y la vida de los seres humanos.

María, Madre del Salvador, virgen fecunda, muéstranos a Jesús, el Dios-con-nosotros, el fruto bendito de tu vientre.

10 comentarios en “Con respeto humilde y amorosa atención

  1. Beatriz dijo:

    La fotografía puede representar el icono de las manos de un Ángel que comienza a tejer y no sabe ni le importa cuando terminará, te invitan a besarlas, de una sensibilidad especial, respeto humilde, amorosa atención, pacientes, llenas de ternura y dulzura,…
    Maravillosa y encomiable reflexión , para meditar.
    Gracias!

  2. Mane dijo:

    Vivir desde el corazón, con amorosa atención. Magnífica reflexión! Tiene una buena pensada. GRACIAS.!! Feliz y amoroso Adviento para toda la comunidad. Abrazo grande.

  3. Luis Martinez Sanchez dijo:

    Atención…Vigilancia…Ser conscientes de lo que tenemos entre manos…en nuestro humilde corazón, acariciado por el Espíritu de Jesús que viene para instalarse entre nosotros. Él acampa siempre en la humanidad herida, postrada, alienada… Una sociedad que se olvida de los desfavorecidos, que humilla hasta la saciedad, que posterga a los débiles, que una y otra vez repite los esquemas de poder para hundir al ser humano mismo. Por eso, la vigilancia con atención a lo que ocurre en nuestro interior, en lo más íntimo del ser…ahí donde no llega nada que daña…donde, en ese sancta sanctorum Dios es… donde “” el Cielo se abre, inmenso e infinito “”.. Ahí, en ese lugar, nadie ni nada penetra. La mente se queda fuera…las emociones no traspasan el umbral y los pensamientos se desvanecen. Dios viene; Jesús está cerca; ya está entre nosotros Aquél que salva, que nos trae la redención.. Gritémoslo bien alto: Ven, Señor Jesús…. Ven a nuestros corazones. Animémonos unos a otros, comprometidos con el prójimo. Seamos Fraternidad en el Corazón de Jesús. No nos olvidemos: estemos atentos a las necesidades de los demás con la Luz de este Adviento. Qué Dios nos conceda el don de inquirir en la Vida.. Jesús es nuestro maestro.

  4. Pedro Garciarias dijo:

    Magnífico comentario, sí todos son el Cuerpo mismo de Jesús, cuando los tocamos, abrazamos, les cuidamos: es e Cuerpo, AHORA Y HOY, de JESÚS. LE DIGO AL MAESTRO CON S.JUAN DE LA CRUZ, «DESCUBRE TU PRESENCIA.»

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