Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. El Señor está cerca. (Flp 4,4-5) Estamos celebrando, en este itinerario de Adviento, el domingo de la alegría (Gaudete), porque el Señor está cerca.
«Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?» Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados.» (Mt 11,3-5)
La señal de la llegada del Mesías es que la vida brota de donde no se esperaba, la esterilidad se hace fecunda y lo que era marginal ocupa ahora el centro, porque el Verbo se hace carne y acampa entre nosotros, abrazando nuestra carne herida, movimiento que lo llevará hasta la cruz, último entre los últimos, para que la Buena Noticia del amor incondicional de Dios llegue a todos. Toda la realidad humana, empezando por la más dolorosa y marginada, es morada de Dios, que todo lo transfigura, todo lo resucita, no por magia, sino por la fuerza del amor. El Mesías se acerca, los pobres están en fiesta, Él es la causa de nuestra alegría. La alegría del discípulo de Jesús siempre es pascual.
La verdadera alegría nunca será el resultado de una fuerza compulsiva de mucho querer ser alegre y optimista, ni, mucho menos, la consecuencia de un estado psicológico inducido. Al revés, según la tradición espiritual cristiana, la alegría es uno de los frutos del Espíritu, como lo son el amor, la paz, la bondad… (cf. Gal 5,22-23). La alegría es un trazo estructurante y fecundo de la fisionomía de la vida habitada y modelada por el Espíritu del Resucitado.
Su contrario, más que la tristeza, es el miedo – el miedo más originario, el más estructural y permanente: el miedo a no ser amado, a no ser querido, a ser preterido, a no tener lugar en el afecto del otro, verdadera sospecha afectiva, demoníaca porque disgregadora, que habita el corazón humano esclavizándolo, ya sea por el lamento o por la presunción, por la victimización o por la arrogancia, por el resentimiento o por la envidia. Contrario al gusto amargo del miedo y de la desconfianza, la alegría es el fruto más sabroso del amor que el Espíritu de Dios – del amor que Dios es – derrama en el corazón humano.
Pero ¿cómo se pasa del miedo a no ser amado a la confianza en el amor? La propia experiencia de la alegría nos indica el camino de la alegría. Una característica fundamental de la alegría es que nos abre, nos abre a los demás y a Dios, genera comunicación y gratitud, nos descentra de nosotros mismos, que tantas veces vamos por la vida encorvados sobre nuestro ombligo, encerrados en nuestro mundo falsamente defensivo. ¡Qué alegría y qué libertad no estar pendientes de nuestras fuerzas y habitar esta tierra con confianza! Esta experiencia de descentramiento nos invita a ponernos del lado de la confianza y a esperarlo todo de la bondad de Dios. En definitiva, la alegría nace de una experiencia de intimidad, dando lugar al otro en nuestro corazón.
Juan el Bautista, hombre austero, habitante del desierto, es, sorprendentemente, un gran maestro de la alegría. Escuchemos:
Los discípulos de Juan el Bautista se acercaron a él y le dijeron: – Maestro, aquel que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú nos diste testimonio, está ahora bautizando y todos se van tras él. Juan respondió: – El hombre solamente puede tener lo que Dios le haya dado. Vosotros mismos sois testigos de lo que yo dije entonces: «Yo no soy el Mesías, sino que he sido enviado como su precursor». La esposa pertenece al esposo. El amigo del esposo, que está junto a él y lo escucha, se alegra mucho al oír la voz del esposo; por eso mi alegría se ha hecho plena. Es preciso que él crezca y que yo disminuya. (Jn 3,26-30)
San Agustín, comentando este texto del evangelio de Juan, dice: El amigo del Esposo, dice, que está de pie delante de él y le oye, se goza con gran gozo por la voz del Esposo. No me llena de gozo mi voz, sino la voz del Esposo. Yo soy el que oye; el que habla es Él; yo para recibir la luz, que es Él; yo el que oye, el Verbo es Él. (…)
No quiso gozarse en sí mismo ni de sí mismo. Quien quiere gozarse en sí mismo y de sí mismo estará triste siempre; en cambio, quien quiere gozarse en Dios y de Dios, estará alegre eternamente, porque Dios es sempiterno. ¿Quieres que tu gozo sea sempiterno? Hazte por la unión uno con el que es sempiterno. (…) Juan era así. Sabía el origen de su gozo; no se arrogaba lo que no era suyo; sabía que era iluminado, no iluminador. (…) ¿Cuál es su gozo? La voz del Esposo.
Decía que la alegría del discípulo siempre es pascual. Puede que tengamos que atravesar valles sombríos, que no vislumbremos ningún sentido en determinados acontecimientos, que nos sintamos perdidos y que las lágrimas nos visiten, y, sin embargo, el hilo de la alegría no se rompe, porque nuestra confianza no está en nuestras fuerzas sino en la escucha de la voz del Esposo.
Gracias querida Comunidad, por caminar a nuestro lado, sembradores de alegría!
QUÉ EL ESPÍRITU DEL RESUCITADO INUNDE DE ALEGRÍA NUESTROS CORAZONES !!! La vida es un contInuo entrar y salir , desde situaciones difíciles a momentos de calma… A veces, nuestras heridas no nos dejan sentir la mano amiga, el ofrecimiento de Amistad de Jesús. Él, como médico de almas y cuerpos , puede ejercer beneficios insospechados en nuestras vidas. Solo escuchar en nuestro interior SU VOZ…su Palabra, nos hace tornar la ligereza de nuestros pesares en profunda Alegría…en inestimable Paz. Cierto es que la Paz no coexiste con la ausencia de problemas, pero nos los hace ver de una manera distinta, con la Confianza en Dios de que todo tiene solución. Conversión de Corazones…actitudes de estar receptivos al cambio…Adviento, tiempo para plantearse cómo nos situamos ante la Vida…ante el Señor que viene…ante nuestras opciones ante los más necesitados…ante las personas que tenemos a nuestro lado y con carencias. Jesús SIEMPRE está con nosotros y, con una sonrisa, nos invita a ser comprometidos con lo que predicaba: como les indicaba a sus discípulos…. Curad enfermos…proclamad que el Reino ya está entre nosotros…con Infinita Alegría.
Qué la Fraternidad entre Cristianos y demás personas sea una realidad.
Gracias
Gracias por esta enorme homilía. Saber que el origen de nuestro gozo es y está en Dios, supone un acto de humildad, que a veces olvidamos.
GAUDETE DOMINO……
Muchas gracias! A meditar..
“ Que vuestra mesura mesura la conozca todo el mundo “ ( Flp 4.6 ).
El miedo es un sentimiento que anula el entendimiento y la voluntad y se puede convertir en insuperable .
La alegría es un estado interior que nace de la experiencia de sentirse amados incondicionalmente, sin haber hecho nada para merecerlo . La alegría plena , pienso, tendrá lugar cuando , por fin, se corte el cordón umbilical y nos encontremos cara a cara, cuerpo a cuerpo, con Jesucristo.
En estos momentos, creo que el consejo de San Pablo de la mesura , es el adecuado.
Grazas
Graciñas. Gozosa Navidad en el Espíritu.