Jueves Santo

Jueves Santo | Enrique Mirones | 2017

Dicen los expertos que hay dos movimientos que presiden el proceso que da origen y forma evolutiva al universo: la necesidad y la espontaneidad. Por necesidad de supervivencia, todos los seres son interdependientes y se ayudan unos a otros. Más que la selección natural, las fuerza fundamental del universo es la cooperación de todos con todos, especialmente entre los seres orgánicos. Esta dinámica objetiva del propio cosmos, explica por qué y cómo hemos llegado hasta aquí. Además, los seres se relacionan e interactúan por pura gratuidad y alegría de convivir. Tal relación, obedece a un impulso de crear lazos nuevos, por la afinidad que emerge espontáneamente y produce deleite. Es el universo de la novedad, de la irrupción de una virtualidad latente que hace surgir algo maravilloso y que vuelve al universo un sistema abierto.

Con la especie humana se produjo un salto en la evolución. No está programada del todo, está inacabada y goza de un margen de libertad, para el bien o para el mal, para construirse o destruirse. La dinámica que construye es el amor. Actualmente vivimos tiempos sombríos de falta de respeto, de acritud y de odio. La sociedad del rendimiento, dominada por el poder, en la que todo es posible, todo es iniciativa y proyecto, no tiene ningún acceso al amor, como herida y padecimiento. En este mundo solo se admiten cosas que pueden consumirse. Hasta el dolor ha de poder disfrutarse. Se habla incluso de una ‘dulce tortura’. 

La palabra amor se ha banalizado. Se ha convertido hoy en una fórmula de disfrute. Debe engendrar ante todo sentimientos agradables. No es una acción, ni una narración, ni ningún drama, sino una emoción y una excitación sin consecuencias. Al amor de hoy le falta toda trascendencia y transgresión. Su capacidad de transformación y vulneración, se pierden por completo a causa de su creciente domesticación. Está exonerado de la negatividad de la herida, del asalto, de la caída, del sacrificio. Pero, es precisamente esta negatividad la que constituye lo esencial del amor, porque el amor no es una posibilidad, no se debe a nuestra iniciativa; el amor es sin razón, nos invade y nos hiere. La ausencia total de negatividad hace que el amor se atrofie como un objeto de consumo y de cálculo hedonista.

El hombre actual padece la enfermedad del narcisismo. Busca en el otro tan solo la confirmación de si mismo. Deambula por todas partes como una sombra de sí mismo, hasta que se asfixia y se ahoga en sí mismo. Sin embargo, el amor se atreve a salir a lo extremo, a la negatividad suprema. Se aventura a pasar a través de la muerte. Su vitalidad reside en su capacidad para la muerte: se muere en lo otro, pero a esta muerte le sigue un retorno hacia sí. Y el retorno reconciliado desde el otro hacia sí, es todo menos una apropiación violenta del otro (Byung-Chul Han)

Para el clérigo renacentista italiano, Marsilio Ficino, el amor significa morir en el otro. Cuando te amo, al amarte, me reencuentro en ti que piensas en mí, y me recupero en ti que conservas lo que había perdido por mi propia negligencia. El amante se olvida a si mismo en otro, pero en este perecer y olvidar se recupera de nuevo, o incluso se posee. Esta posesión es el don del otro.

¿Es posible una sociedad sin odios que incluya a todos? ¿Es posible recuperar el cuidado y el respeto hacia la Madre Tierra? Solo desde el amor que se coloca en el mismo suelo, en el humus, y al pie de cada criatura, considerándola su hermana. Jesús inauguró una fraternidad sin fronteras: hacia abajo con los últimos, hacia los lados con los demás semejantes, y hacia arriba con el sol, la luna y las estrellas, hijos e hijas del mismo Padre bueno. La Cena del Señor, icono del verdadero amor, nos invita a rescatar su sacralidad y a renovar la esperanza contra toda esperanza de que el amor es más fuerte que la muerte.

Necesitamos permanecer en el amor del Maestro. Sin él, nada podemos hacer. Desde él, podemos sanar una de las heridas que más sufre el mundo: la falta de respeto. El respeto es reconocer al otro como otro, distinto de nosotros, que tiene derecho a existir y a ser aceptado tal como es, valorarlo en sí mismo, verlo como único e irrepetible, poseedor en sí de un poco del misterio del mundo, portador del Misterio de Dios. Entre el otro y yo se establece un límite que no puede ser transgredido en nombre de la sacralidad de cada ser humano y de cada ser, pues todo lo que existe y vive merece existir, vivir, ser respetado y amado.

¡PIADOSO JESÚS, TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS!

8 comentarios en “Jueves Santo

  1. María Dolores dijo:

    Profunda e iluminada reflexión sobre el amor, sobre la fraternidad inaugurada por Jesús,
    llamado el Cristo. Muy acertado el análisis somero del tiempo que vivimos: falta de respeto, a critud, odio… Sí, necesitamos permanecer en el amor del Maestro.
    Gracias por tanto

  2. Queca dijo:

    Gracias. Lo escuché en la celebración y me quedé con ganas de pasarlo de la lectura de mis labios a mi corazón. Jesús reconoció la dignidad de cada ser humano, fuesen cuales fuesen sus circunstancias . Difícil listón nos pone el Maestro a quienes nos gusta separar y hasta creernos poseedores de ese Dios Amor .

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